Corazón de Mégane en un cuerpo de Clio
Los famosos "muscle cars" americanos de los años 60 y 70 eran, por definición, coches del segmento medio (allí llamaban medios a vehículos de casi cinco metros) con carrocería cupé a los que se montaban propulsores V8 procedentes de modelos "full size" (los grandes de la época con una longitud entre 5,5 y 6 metros). Si nos atendemos a esta definición y salvando todas las distancias de época, lugar y tamaño, lo que presentó ayer Renault en el Gran Premio de Mónaco en manos de Kevin Magnusen, uno de los pilotos de Fórmula 1 del equipo, es un auténtico "muscle car".
Y es que lo que han hecho los ingenieros de Renault Sport, división que cumple 40 años y que quería hacerse un autoregalo de aniversario para exhibir en Mónaco este mes y en Goodwood el que viene, es meter en la caja del Clio RS el motor de dos litros y 275 CV del Mégane Trophy. El tema no ha sido nada fácil ya que el Clio y, sobre todo, su plataforma, están pensados para acoger motores transversales de hasta 1,6 litros de cilindrada y este 2.0 Turbo es bastante más grande.
En cualquier caso, aquí lo tenemos. El Clio RS 16 es un prototipo que, en principio no debería llegar a la serie (aunque tratándose de Renault Sport no es descartable que se venda en pequeña serie) pensado para demostrar de qué son capaces en Renault Sport. Los ingenieros de la marca han tenido que aumentar la anchura del modelo (3 cm en cada lado) para colocarle unas vías más anchas y han creado unos pasos de rueda capaces de alojar llantas de 19 pulgadas con neumáticos Michelin Pilot Sport 2, unas gomas que son casi unos semi-slicks de carreras y que también se montan en el Mégane Trophy, al que tenéis aquí comparado con el Seat León Cupra 280 y el Volkswagen Scirocco R en circuito y en el Seat León Cupra 290 si lo elegimos con el llamado Performance Pack.
Suscríbete a la newsletter
Si quieres estar al día de nuestras noticias, tienes que tener una cuenta en coches.net.
Lo complicado no fue sólo montar el motor del Mégane más la correspondiente transmisión sino que los ingenieros se las vieron y desearon para meter en el pequeño vano motor del Clio el sistema de refrigeración completo que precisa una mecánica de este calibre. Al final, remataron el tema con un escape doble del especialista Akrapovic, un llamativo alerón trasero en el techo y el color amarillo con detalles en negro propio de los Renault de Fórmula 1 para celebrar asimismo la vuelta de la marca, con su nombre, al campeonato del mundo de la especialidad.
Un coche de lo mas absurdo solo para quemados que seguro no lo meterean en circuito ni dos veces en sus vida, eso si con cronometro en mano fundiendo ruedas en los mejores poligonos de las españas.