Hyundai respeta estríctamente los plazos de renovación de sus modelos. El primer i30 se presentó en 2007. Desarrollado en y para Europa, supuso un cambio radical para la marca que atacó por primera vez el segmento de los compactos con un coche de calidad, pensado para el cliente europeo y con una nueva denominación que implicó además, un cambio en la política de producto y en el marketing de la compañía. Ese coche recibió el título de Coche del Año en España.
Cinco años después nació la segunda generación del i30, muy distinta a nivel estético, pero que era un digno sucesor del primero al que mejoraba en todos los aspectos, tanto mecánicos como de calidad, habitabilidad y equipamiento. Y ahora, pasados otros cinco años, puntual a la cita, llega el tercer i30, tan ambicioso como su predecesor y dispuesto a incrementar su cuota en este segmento de los compactos donde los SUV restringen cada vez más el pastel a repartir.
El nuevo Hyundai i30 ha generado opiniones dispares. Si prácticamente todo el mundo coincidió en señalar a la generación anterior como un decisivo paso adelante en materia de diseño (no era difícil ya que la primera generación tenía un aspecto poco agraciado), en esta ocasión, la opinión no es tan unánime. Estéticamente el coche es moderno y agradable pero Hyundai parece haber querido asumir menos riesgos y diseñar un coche que, visto en solitario, encaja en el segmento pero que, comparado con su antecesor, parece estéticamente conservador.
El frontal es muy atractivo -o, al menos, a mi me lo parece- con una caída acusada del morro hacia delante, algo por lo que muchos constructores apuestan para diferenciar sus modelos compactos de los SUV. La parrilla, que ocupa buena parte del frontal, tiene un cierto aire Audi y los faros se integran en las aletas delanteras con elegancia. No me convence tanto el capó recto, por la línea horizontal que genera a la altura de la mitad de los faros y sí, en cambio, la ubicación de los faros de día, en la parte exterior de los parachoques.
La línea lateral es simple, sin apenas más pliegues que el situado a la altura de la parte superior de las puertas, y con un montante trasero que deja un pequeño hueco para un tercer cristal lateral. Por detrás, el coche tiene un aire al Tucson, tanto en la forma de la luneta y del portón como de los pilotos traseros. En definitiva, un coche elegante y que da sensación de solidez pero que no destaca del resto en la medida en que sí lo hacía su antecesor.
Interior de diseño más sencillo pero de más calidad
En el interior se reproduce la misma sensación. La calidad aumenta, la atención por el detalle se hace más patente, el coche es mucho más maduro pero el diseño se ha vuelto conservador. También es cierto que con la nueva pantalla central de 8 pulgadas, mucho más grande que la anterior, se han podido eliminar numerosos mandos y que esa misma pantalla, semi-integrada en la parte superior del salpicadero -y situada por tanto en la posición ideal- condiciona el diseño del resto del tablier.
Ahora el coche tiene sólo tres grupos de mandos. En el volante encontramos a la izquierda los del equipo de audio y del teléfono (para las funciones más habituales incluyendo las órdenes por voz) y a la derecha los del control de crucero, de tipo activo en esta versión y con posibilidad de regular la distancia a mantener respecto al vehículo precedente.
En el marco de la pantalla principal encontramos las teclas para cambiar de función así como la del volumen del equipo de sonido mientras que justo debajo tenemos los mandos de la climatización bizona Además, existen dos zonas con diferentes teclas. Junto a la palanca del cambio están las de los asientos ventilados y calefactados, el volante calefactado y los modos de conducción (esta versión Style es la más equipada de la gama) mientras que a la izquierda del volante encontramos la desconexión de los sistemas de aviso de presencia en el ángulo muerto y de mantenimiento de carril.
La sensación de calidad es muy notable en este i30. Respecto a su antecesor, el cambio es muy importante. Los plásticos son de más calidad (blandos los superiores), el ajuste es muy bueno y todos los elementos que accionaremos habitualmente (botones, teclas, mandos...) tienen un tacto excelente, casi de coche premium. La instrumentación también ha cambiado. Ahora ya no hay dos instrumentos separados sino una instrumentación convencional retroiluminada y con una gran pantalla de 4,2 pulgadas a color en el centro. Hyundai mantiene la puesta en marcha por botón y la ubicación de éste a la derecha del volante.
En definitiva, un diseño más limpio, más sencillo y más austero pero de mayor calidad. A esta sensación contribuyen también los pedales de aluminio, las inserciones en plástico de color negro piano alrededor de la pantalla (menos que en otros coches, lo que es de agradacer ya que en esta superficie se nota mucho el polvo), el freno de estacionamiento eléctrico (que no es novedad ya que el i30 anterior ya lo tenía) y los múltiples huecos para dejar objetos que aportan un notable toque de practicidad. Además de una guantera convencional, hay un cajón con tapa en la parte baja del salpicadero y, en la consola, un enorme hueco bajo el apoyabrazos con toma de 12 voltios y un portalatas con tapa.
Navegador de serie
Volviendo a la pantalla, ésta da servicio al navegador y a los servicios asociados de información Tom Tom Live (Hyundai ofrece siete años de suscripción gratuita a este servicio con la compra del coche), al equipo de audio, al de telefonía y a la cámara de visión trasera (el i30 no puede llevar cámaras panorámicas) cuya calidad de imagen no es de las mejores. El sistema es compatible con Apple Car Play y con Android Auto de manera que pueden utilizarse a través de la pantalla algunas de las aplicaciones que tengamos en nuestro smartphone.
Los asientos delanteros son muy cómodos, con menos sujeción lateral de la que aparentan y con un mullido suave. En esta versión están tapizados en piel. El del conductor es eléctrico y con memoria mientras que el del acompañante conserva las regulaciones manuales aunque puede resularse en altura. Ambos son calefactados y ventilados aunque hay que tener en cuenta que estas características más el cuero y la regulación eléctrica se incluyen en un paquete opcional llamado Pack Lux que cuesta 2.840 euros.
La tapicería de cuero puede ser negra, como en nuestra unidad, o en color azul. El paquete mencionado incluye asimismo control de crucero inteligente, frenada de emergencia, reconocimiento de señales, airbags para las rodillas y techo panorámico. Este último elelemento está disponible por separado por 1.000 euros.
Las plazas traseras son amplias. El coche es más largo y más ancho que su antecesor de manera que hay una ganancia de espacio, destacable sobre todo en la cota de anchura. Para dos personas, el habitáculo trasero es perfecto mientras que para tres será algo más justo. La plaza central, de todas maneras, es de las menos incómodas. Tiene un buen mullido de banqueta y aunque el respaldo es incómodo, hay un buen espacio para los pies y, sobre todo, una altura al techo destacada que mejora incluso en las dos plazas exteriores. El coche cuenta con anclajes isofix de tres puntos para sillitas en ambas plazas exteriores.
El malatero tiene una capacidad de 395 litros. Es una cifra correcta, en línea con sus principales competidores. El plano de carga resulta bastante elevado ya que el corte del portón está bastante arriba. El maletero es de formas bastante irregulares en los laterales, donde se notan los pasos de rueda. Tiene un gancho para colgar bolsas de compra en un lateral, una bandeja rígida, una trampilla para conectar con el habitáculo utilizable para los esquís y una bandeja de porexpán bajo el piso en sustitución de la rueda de recambio ya que este coche dispone de kit de reparación de pinchazos.
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Como es habitual en los coches de última generación, en el maletero hay un doble fondo, de manera que el piso puede situarse a dos alturas, separadas unos 10 cm. La idea con ello es que, al abatir los asientos traseros (partidos por mitades asimétricas), se elimine, gracias a situar el doble fondo en su posición más elevada, el escalón que suele generarse al abatir los asientos.
Versión tope de gama
Nuestro i30 era el más caro de todos los que ofrece la marca ya que combinaba el motor 1.6 CRdi de 136 CV con el cambio automático de doble embrague y el acabado Style, el más completo y el único disponible con esta combinación de motor y cambio. El propulsor es conocido ya que se utiliza en otros modelos de la marca y además, se hereda del i30 anterior.
El motor no es lo mejor del coche. Es suave y silencioso, tanto al ralentí como en marcha (aunque es imposible olvidar que se trata de un diésel) pero está un poco por debajo en rendimiento respecto a otros propulsores de otras marcas con su misma cilindrada. El problema no es que sea un motor perezoso a bajas vueltas como sucede con otros parecidos sino que no parece que llegue a la potencia anunciada en ninguna fase de su rendimiento.
El del i30 es un motor correcto pero sin el empuje esperable en un motor diésel de casi 140 CV. Empieza a responder con cierta fuerza a partir de 1.800 vueltas y mantiene una aceleración estable y suave hasta cerca de 4.500 vueltas de manera que la elasticidad es su principal virtud pero hay propulsores parecidos con más "patada" y que recuperan mejor, sobre todo en marchas largas.
El cambio, por su parte, tiene un carácter similar al del motor. No es el más rápido que hemos probado pese a tratarse de una caja de doble embrague pero, en cambio, es muy suave en las transiciones en modo automático (apenas se perciben los cambios salvo al acelerar fuerte, cuando baja varias marchas de golpe para ofrecer la respuesta deseada). Cabe destacar que con esta caja automática pueden elegirse tres modos de funcionamiento: normal, eco o sport. Al contrario que en otros modelos en que el cambio de modo afecta a numerosos parámetros, en el caso del i30 sólo se modifica la respuesta del cambio y del climatizador.
Esencialmente, al seleccionar el modo deportivo, la caja apura más las marchas, tanto al acelerar como al frenar y desacelerar buscando una mejor respuesta del motor en el primer caso y más freno motor en el segundo pero al no cambiar la respuesta de motor y de la dirección, se nota poco la diferencia. Con el modo sport y sin usar las levas tras el volante, el coche gana algo de dinamismo pero para carreteras de montaña es mejor recurrir al manejo secuencial, bien mediante las mencionadas levas, bien a través de la propia palanca del cambio.
El cambio automático afecta al consumo de combustible. Hyundai ha homologado para este coche una media de 4,1 litros a los 100 km, una cifra muy, muy optimista. En autopista, a velocidad legal estable, el coche supera los 6 litros de consumo y en una conducción normal mezclando ciudad, carretera y autopista, gasta entre 7 y 8 litros de gasoil cada 100 kilómetros. Sólo si somos muy cuidadosos con el gas, no usamos el climatizador y ponemos la caja en modo Eco rebajaremos la media pero sin alcanzar en ningún caso el consumo homologado.
Así las cosas, el conjunto motor-cambio configuran un coche de carácter tranquilo, agradable de conducir y confortable, sin ningún ápice de deportividad. El chasis contribuye también a ello. Este i30 tiene una suspensión tirando a blanda, que proporciona un notable confort tanto en autopista como en carretera, con un buen filtrado de las irregularidades del asfalto. La suspensión no traspasa los baches al interior pero la carrocería se mueve bastante en curva, con una cierta tendencia al balanceo.
La dirección, precisa, no es nada informativa lo que contribuye a esa sensación de aislamiento que uno tiene al volante, con poco ruido, un buen filtrado y una dirección muy suave. La mayoría de usuarios apreciarán estas características de suavidad y poco ruido que, es cierto, se agradecen en autopista y en ciudad pero en carretera, el coche es poco dinámico.
El equipamiento de esta versión Style es muy completo lo que explica que no se trata de una variante precisamente barata. El coche lleva de serie alerta de tráfico trasero, control de crucero con limitador de velocidad, cristales tintados, equipo de audio con la pantalla grande, de 8 pulgadas, más navegador, faros completos de LED que ofrecen una muy buena iluminación nocturna, llantas de 17 pulgadas, acceso sin llave y puesta en marcha por botón, cambio automático de luces cortas a largas, sensores de aparcamiento traseros, sensores de luz y de lluvia, aviso de colisión frontal y detector de fatiga.
La marca ofrece sólo el paquete plus antes comentado, con el reconocimiento de señales (más errático que otros de marcas rivales), la frenada de emergencia, el sistema de aviso de cambio de carril con acción sobre el volante que corrige ligeramente el desvío, airbags de rodillas y tapicería de cuero con asientos eléctricos, ventilados y calefactados. La única opción es al pintura metalizada. El único color sin cargo es el rojo. El blanco brillante cuesta 200 euros y el resto de colores, entre ellos el Intense Cooper de nuestra unidad, son todos metalizados y cuestan 450 euros extra.
El precio del coche según tarifa es de 29.300 euros que pasan a 32.590 euros en el caso de nuestra unidad probada, a tope de equipamiento. Ahora mismo (mayo de 2017), Hyundai tiene una oferta en vigor que permite un ahorro de hasta 7.000 euros siempre que el coche se financie con la marca (hay un mínimo de 11.000 euros a financiar) de manera que puede quedar por 25.590 euros que es una cantidad más razonable aunque luego, al aplazar el pago, se incremente de nuevo. Hyundai ofrece para el i30 una garantía de 5 años
Pero si 30.000 euros son calderilla para un Grande de España e Ilustre de Panamá....mañana adquiero 55 Hyundai i30, qué barato