Imperecedero
El Jeep Grand Cherokee lleva casi 22 años entre nosotros. El tiempo pasa muy rápido, y desde su lanzamiento comercial en 1992, este todoterreno de lujo ha evolucionado considerablemente, pero siempre sin perder su esencia de TT cómodo y rutero, muy apto para largos desplazamientos por carretera, pero a la vez con unas aptitudes para el todoterreno envidiables.
Esta es una filosofía que también siguen otros todoterrenos y SUV de lujo, aunque el Grand Cherokee tiene la virtud de posicionarse de forma algo diferente respecto a ellos. Quizás el Jeep no cuente con los acabados interiores ni la deportividad que transmiten en carretera el Porsche Cayenne, el Audi Q7 o el Range Rover Sport, pero a cambio ofrece unas aptitudes camperas superiores o similares (en el caso del Range Rover Sport), situándose como una gran opción para aquellos que van a dar al coche un uso fuera de carretera cuando van a cazar, por ejemplo. En cuanto a precio, no es un coche barato, está claro, y menos en esta versión Overland. Pero respecto a sus rivales, Jeep nos ofrece una versión básica, la Laredo, por debajo de los 60.000 euros.
Tampoco es un TT puro y duro como puede ser un Mercedes-Benz G o un Toyota Land Cruiser, dos mitos del todoterreno que mantienen el clásico chasis de largueros y travesaños y permiten un nivel de preparación y especialización para el 4x4 considerable. Pero también es cierto que el Jeep monta una transmisión integral muy efectiva y con reductora que siempre se muestra a la altura cuando se trata de superar complicadas situaciones de franqueo en la montaña. Otro de los valores del Grand Cherokee, aunque menos tangible, es la imagen que transmite. Es claramente un Jeep fabricado en EE.UU, más concretamente en Detroit, y esto siempre es un elemento diferenciador, para bien o para mal, respecto a todo lo que se fabrica en Europa o Japón.
Más bonito
En 2014, el Jeep Grand Cherokee ha recibido algunos retoques en su diseño exterior e interior, y también hay algunos cambios mecánicos. El más importante es la incorporación de una caja de cambios automática de 8 velocidades que sustituye a la anterior de 5 relaciones, y que agiliza y hace más placentero su comportamiento en carretera, además de reducir ligeramente los consumos.
Para comprobar si es así, he tenido en mis manos durante una semana un Grand Cherokee 2014 con motor diésel 3.0 V6 y con acabado Overland, el que se sitúa justo por debajo del acabado Summit, el tope de gama.
En mi opinión, el restyling le ha sentado bien. Visto de frente, el coche tiene un aspecto más refinado y moderno gracias a la incorporación de los nuevos faros bi-xenón con luces diurnas LED y la ligera modificación del diseño de la parrilla, ahora con unos marcos cromados de menor grosor. También podéis ver que en el paragolpes delantero la protección inferior se eleva respecto a la del anterior modelo.
Las llantas, que en el acabado Overland son de 20 pulgadas de serie, tienen un nuevo diseño. Y si lo miráis de perfil y os fijáis con detenimiento, observaréis que el alerón trasero es un poco más grande, para mejorar la aerodinámica y dar de paso una imagen más deportiva. También cambia el diseño de los pilotos traseros, que son más grandes y tienen luces LED. Estos pequeños retoques han sido suficientes para actualizar un TT que, como siempre, tiene su propio estilo, totalmente diferente del resto de rivales.
Mejor calidad percibida
Donde he comprobado que el Grand Cherokee ha dado un salto importante es en la calidad de los acabados interiores. En esta última generación, Jeep se “ha puesto las pilas” para ofrecer un habitáculo más acorde con los estándares de calidad percibida a los que estamos acostumbrados en Europa. Siempre había criticado este aspecto, sobre todo cuando comparas los materiales, ajustes y calidad de equipamiento que ofrece este Jeep respecto a sus competidores más directos. Claramente el nuevo Grand Cherokee ha mejorado este aspecto, y aunque lo cierto es que no llega al nivel de lo que ofrecen los fabricantes alemanes, británicos y japoneses, el resultado es más que aceptable.
Uno de los factores que ayudan a incrementar esa sensación de calidad es el aire más sofisticado y tecnológico que ahora tiene el habitáculo. En el centro del salpicadero encontramos una nueva pantalla táctil de 8,4 pulgadas con la que controlamos el climatizador, la radio o el navegador, por ejemplo. Además, tenemos otra pantalla, muy útil y de fácil lectura, en el cuadro de instrumentos que, por cierto, ya no es analógico sino digital.
También cambia el diseño del volante de tres radios y la disposición de sus mandos multifunción (en mi caso pulsaba accidentalmente más de lo debido el del teléfono, quizás debería revisarse su posición). Y finalmente, desaparece la “tosca” palanca del cambio automático de la anterior versión, con marcados pasos entre posiciones. Aunque la verdad es que pasamos de un extremo a otro. Jeep la ha sustituido por una pequeña y refinada palanca tipo “joystick” que requiere una pequeña adaptación para evitar insertar la posición “P” cuando queremos insertar la marcha atrás, por ejemplo. Su accionamiento es demasiado sensible, según mi experiencia.
Este coche transmite una sensación agradable de confort al acceder a su interior. Este es precisamente uno de sus puntos fuertes, una herencia de su carácter de gran rutero que importa desde Estados Unidos. En el acabado Overland de la unidad que podéis ver en las fotos, el cuero negro está presente en los asientos y la parte superior del salpicadero, y se combina con los remates de madera, también en el salpicadero y parcialmente en el volante. Los asientos son cómodos, pueden regularse de forma eléctrica y disponen de calefacción y refrigeración. Están situados en una posición elevada, muy de TT. Su único defecto es que sujetan poco, al tener un respaldo muy ancho y poco ajustado para una talla “europea” y menos aún para la mía.
Habitable y familiar
En las plazas traseras caben tres personas sin incomodidades, si bien, como es habitual, la de la plaza central tiene un respaldo muy rígido debido a que éste puede utilizarse también como apoyabrazos y portabebidas. También aquí hay rejillas de ventilación, calefacción para los asientos y conexiones para los dispositivos móviles. Si a ello le sumamos el techo panorámico que monta de serie, queda claro que Jeep ha cuidado especialmente el detalle y el confort de los pasajeros de estas plazas.
Y a la hora de cargar con los equipajes, el Grand Cherokee ofrece un buen maletero, con buena profundidad, aunque algo limitado en altura. Hay que tener en cuenta que este SUV puede montar una rueda de repuesto “auténtica”, y esto resta espacio. El sistema de abatido de los respaldos de las plazas traseras es perfecto. Una sola palanca sirve para plegar los respaldos y ampliar la capacidad del maletero, que cuenta con un piso totalmente plano. A la hora de cargar los bultos, este Jeep cuenta con la posición “Park” en su suspensión neumática, que rebaja la altura de la carrocería y por lo tanto, la altura del plano de carga. Otro buen detalle es el portón de apertura y cierre eléctrico.
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Motor refinado y potente
El arranque en esta versión Overland es del tipo “sin llave”. Pulsamos el botón y nos recibe el suave “run run” del motor diésel V6 de 3 litros que hay bajo el capó. Este diésel es silencioso, no vibra, tiene una excelente entrega de par a bajas vueltas y suficiente potencia (250 CV) para mover las más de dos toneladas de su pesada carrocería. Es de tipo turbodiésel, con inyección directa common rail de tipo Multijet (tecnología heredada de la integración del grupo Chrysler en Fiat).
Los inyectores del sistema Multijet II, que efectúan hasta 8 inyecciones de combustible por ciclo, junto con la eficacia de la nueva transmisión de 8 velocidades, han hecho posible que esta versión del Grand Cherokee gaste un 10% menos que la anterior. El consumo medio oficial es de 7,5 l/100km, notable para un coche con 250 CV. No obstante, los días que tuve el coche en mis manos no conseguí acercarme a esa cifra, quizás demasiado optimista. Registró un consumo medio de 9,5 l/100 km, situándose por lo general en los 8 l/100 km en carretera y autopista, y superando los 10 l/100 km en ciudad.
Este motor se asocia perfectamente a la nueva caja de cambios de 8 relaciones, que permite mantener el régimen óptimo de giro en todo momento y optimizar así las prestaciones. Este cambio automático es de tipo convertidor de par. No es muy rápido pero lo podemos calificar de correcto. Puede accionarse de forma secuencial a través de las levas del volante, y dispone de una posición “Sport”, que agiliza un poco la transición entre marchas.
El Jeep Grand Cherokee tampoco es un SUV que pretenda sorprendernos por sus capacidades deportivas en carretera. A pesar de montar motores potentes, y en este caso uno con unos considerables 250 CV, su carácter es más bien tranquilo. El motor empuja con fuerza pero no “asusta”, y siempre lo hace con total linealidad y progresividad, como si de una berlina de representación se tratase. En carretera, su escenario favorito son las autopistas y vías rápidas, como si quisiera recordarnos su origen estadounidense, un país donde predominan las largas rectas.
En carretera de montaña es un poco torpe ya que deja notar su elevado peso, la carrocería balancea en los apoyos y la dirección acusa una excesiva desmultiplicación para lo que se estila en la competencia. Esta dirección tampoco llega a filtrar totalmente las irregularidades del asfalto, y se perciben pequeñas vibraciones al volante. Finalmente, para mi gusto, este volante es demasiado grande, y tampoco contribuye a generar una sensación de agilidad cuando se trata de negociar curvas a buen ritmo.
Uno de los mejores TT
Pero sería injusto valorar al Grand Cherokee por su relativa capacidad de generar fuertes sensaciones en reviradas carreteras. Es un TT diseñado para ofrecer el mayor confort posible, y esto sí lo hace de forma notable. Las suspensiones, de tipo independiente en ambos ejes y con sistema neumático, absorben perfectamente y tienen un comportamiento muy suave y progresivo, tanto en carretera como fuera de ella.
Salir del asfalto con este coche es totalmente recomendable. El Grand Cherokee me ha vuelto a demostrar que es uno de los 4x4 más efectivos del mercado, y con él puedes montarte una excursión off-road de alto nivel. Su transmisión permanente 4x4 Quadra Drive II con tres diferenciales (el trasero de deslizamiento limitado electrónico ELSD) es de lo mejor del mercado por funcionamiento y eficacia. Ante el deslizamiento o la pérdida de contacto con el terreno de alguna de las ruedas, por ejemplo, en un cruce de puentes, el sistema responde transmitiendo el par de forma automática y totalmente progresiva entre los ejes, y entre las ruedas del mismo eje. El recorrido de suspensión también es notable y garantiza una gran motricidad en todo momento. Podemos elevar la carrocería a voluntad en cinco niveles diferentes, hasta una altura libre máxima de 28 centímetros. Y por supuesto, el Grand Cherokee dispone de reductora y de un sistema de control de descensos.
Pero lo mejor es que todo ello puedes accionarlo o configurarlo de forma automática mediante el sistema Select-Terrain. Este mando situado en la consola central te permite escoger entre cinco programas de conducción diferentes. En cada uno de ellos el coche configura la altura de la suspensión, el funcionamiento de los diferenciales, la respuesta del motor y del control de estabilidad, entre otros sistemas, para facilitar el avance sobre el terreno. La eficacia del sistema es similar a la de un Terrain Response de Land Rover, y facilita el tránsito en off-road para los menos puestos en la materia.
Gracias a toda esta tecnología podemos hacer TT “de verdad” sin temor a quedar enganchados ante un obstáculo de dificultad media, y además, sin que apenas tengamos que intervenir. Se trata de dar gas y guiar la dirección. Es un sistema perfecto para la mayoría de clientes potenciales de este Jeep, que no disponen de suficiente experiencia en todoterreno y que agradecerán que el coche lo haga prácticamente todo “solo”. Ya lo sabemos, la electrónica no es del agrado de los aficionados al TT más puristas, que quizás prefieran un Grand Cherokee de primera generación para estos menesteres. Pero los tiempos cambian, y un TT de este estilo no puede renunciar a estas ayudas.
Grande para ciudad
A pesar de que el conductor adopta una postura al volante muy elevada, la visibilidad hacia delante en este coche es algo escasa. El morro es muy largo, y no tenemos referencias en sus bordes. El Grand Cherokee mide casi cinco metros de longitud, y con ese tamaño no resulta especialmente manejable en reducidos espacios. Eso se nota bastante en ciudad, callejeando o a la hora de entrar en un párking. Para facilitar las maniobras, en el acabado Overland equipa de serie sensores de aparcamiento y cámara trasera. En este acabado, también se incluye de serie el Pack Seguridad, con sistemas como el aviso de colisión frontal con mitigación de impacto, el control de crucero adaptativo (ACC) con función de parada, el control de ángulo muerto y el detector de cruce marcha atrás.
Queda claro que Jeep ha renovado su mejor modelo con la intención de mejorar la experiencia que nos transmite al volante. No sólo en cuanto a confort y aplomo general en carretera, sino también en cuanto a seguridad activa y pasiva. Las aptitudes TT, como siempre, se le suponen. Y las tiene. Es un TT de lujo que precisamente busca eso, satisfacer a clientes que ven en la marca americana una garantía de buenas prestaciones fuera del asfalto, pero en un envoltorio de berlina de lujo.
Tengo una Grand Cherokee 2014 3.6 actualmente tiene 170,000 millas y ya en dos ocasiones ha daado el Mdulo de Control del Tren de Potencia y el Alternador. NO la RECOMIENDO. As que mecanicamente le doy 3 de 10.