Algunos fabricantes y empresas del sector están convencidos de que los combustibles sintéticos suponen una gran alternativa al coche eléctrico. Sin embargo, es posible que su intención sea mantener el motor de combustión en el mercado. La pregunta que muchos conductores se hacen es si los biocombustibles realmente son una opción tan interesante. Lo analizamos a continuación.
Las ventajas del biocombustible actual
Los biocombustibles se obtienen a partir de desechos y residuos de tipo animal, forestal o agrícola. Son utilizados en múltiples aplicaciones relacionadas con el transporte, la calefacción y la electricidad.
Tanto el biodiésel como el etanol se utilizan en los motores de combustión. Se obtienen a partir de cultivos de caña de azúcar, semillas o maíz, y la emisión de gases de efecto invernadero es inferior con respecto a los combustibles fósiles.
¿Qué hay de las desventajas?
La materia prima de los biocombustibles es más abundante que en el caso de los biocarburantes. Hablamos de excedentes de origen vegetal, cuyo coste es inferior, como los mencionados anteriormente: el bioetanol añadido a la gasolina y el biogasóleo capaz de sustituir al gasóleo en motores diésel.
En el caso del bioetanol, el biocombustible se obtiene a partir de la fermentación del azúcar de plantas o cereales como la remolacha o el maíz. En cuanto al biogasóleo, hablamos de un proceso químico de vegetales como el girasol o la palma.
Ahora bien, estos derivados del combustible convencional traen consigo un importante problema de sostenibilidad. Al sustraerse de recursos de alimentación, la cantidad que puede producirse es limitada. De hecho, la Unión Europea, tras analizar el impacto producido en el uso del suelo y su impacto en la deforestación, decidió limitar su uso. Así, tras impulsar su utilización hace algunos años, Bruselas rectificó mediante la imposición de ciertas restricciones
Los biocombustibles avanzados o de última generación
Los biocombustibles avanzados o ecocombustibles se obtienen con deshechos procedentes de explotaciones forestales, a partir de residuos agrícolas o mediante ciertos cultivos herbáceos. Incluso es posible fabricarlos a través del reciclaje de plástico o aceite usado.
Esta clase de combustible de segunda generación también está formada por el bioetanol (alcohol añadido a la gasolina) y el biogasóleo (combustible de origen vegetal suministrado a los motores diésel). A estas opciones se le une el bioqueroseno, aunque dado su alto octanaje, es utilizado en el sector de la aviación.
Combustibles sintéticos, ¿sí o no?
Los biocombustibles están adelantando posiciones y su tecnología está dando tanto que hablar como el hidrógeno, el combustible de emisión cero que supuso una revolución como combustible alternativo.
Por otro lado, el cambio climático está avanzando y cada año podemos ver cómo sus efectos aumentan. Las baterías suponen un gran avance en su lucha, pero aún queda tiempo para incorporarlos en el parque.
En este sentido, los biocombustibles son una alternativa más a añadir, aunque su eficiencia se ve resentida por las pérdidas de calor y las fricciones, fruto de los motores de combustión. Además, al crearlos se libera CO2 a la atmósfera y las emisiones aumentan debido al desgaste de los componentes que forman parte del motor de los vehículos.
Por tanto, no estamos hablando de una solución tan eficaz como cabría esperar para acabar con los gases de efecto invernadero. Lo que sí podemos afirmar es que son una gran propuesta para reducir el CO2 emitido por los coches de combustión, que podrán seguir adquiriéndose hasta 2030.