2023 puede pasar a la historia como el año en el que echó a rodar la conducción remota en Europa. Su artífice es la empresa alemana Vay, especializada en la materia y cuyo coche ha recibido el preceptivo permiso para circular sin conductor por la vía pública en Hamburgo y convertirse en un coche autónomo.
Vay lo considera “un gran éxito para la compañía, pero también para Hamburgo y Europa”, puesto que permite avanzar de forma real y segura hacia el ansiado objetivo de la conducción completamente autónoma. Este sistema en pruebas dentro y fuera del continente se encuentra en diferentes estados de maduración.
¿Qué es la conducción remota y en qué se distingue de la autónoma?
La conducción autónoma es aquella en la que el vehículo circula por sí solo, sin asistencia por parte del conductor. Sin embargo, el concepto que está desarrollando con éxito Vay es ligeramente distinto: su vehículo, que es eléctrico y conectado a la Red, circula sin conductor pero es pilotado de manera remota, es decir, a distancia.
Para ello, un conductor (conocido como teleconductor) se pone virtualmente a los mandos del vehículo desde una estación situada en la propia ciudad. Este teleconductor pilota el vehículo en tiempo real gracias a las imágenes y la información que envían las cámaras y sensores instalados en el coche autónomo.
El teleconductor, en su centralita, dispone de pantallas panorámicas que muestran la situación de la calle y la calzada con el máximo nivel de precisión. Asimismo, esa estación de conducción cuenta con su propio volante y sus pedales. Desde Vay aseguran que tratarán de “introducir gradualmente funciones de conducción autónoma, puesto que el sistema es seguro y así lo permite”.
¿A qué situaciones se puede aplicar este sistema de conducción remota?
La idea de negocio en la que se basa Vay no es exactamente la de proporcionar una conducción autónoma o coche autónomo para que el usuario se libere de esa responsabilidad. Su razón de ser radica en proporcionar vehículos a sus usuarios allá donde quieran, en el preciso momento en que así lo necesiten.
Y cuando el vehículo ya esté posicionado donde el usuario lo ha solicitado, por ejemplo, en la puerta de su casa o de la oficina, es el usuario el que se pone al volante para conducir a partir de entonces. Por último, al llegar a destino, el usuario puede dejar el vehículo ahí mismo, puesto que después lo conducirán remotamente desde la centralita hacia otro lugar donde haya sido requerido.
Las principales ventajas de este servicio de conducción autónoma están relacionadas con el ahorro de tiempo. En primer lugar, en el momento de subirse al coche: el usuario no necesitará hacer grandes desplazamientos para llegar a su vehículo. Y en segundo lugar, en el momento de terminar la conducción: el usuario no tendrá que buscar aparcamiento, sino que podrá bajarse del coche donde mejor le convenga.
Es decir, se puede considerar una nueva modalidad del “puerta a puerta” y una avanzada versión del servicio de car sharing, con la salvedad de que es el coche el que acude al usuario y no al revés. Por ello, desde Vay aseguran que las tarifas de su servicio se pueden equiparar a las ofertadas por las compañías de coche compartido y puede representar una “alternativa conveniente a la propiedad de un automóvil privado a largo plazo”.