Great Wall Motor es la compañía que cuenta con más posibilidades para hacerse con el control de la planta Nissan que, a partir del 31 de diciembre, dejará de operar en la Zona Franca de Barcelona. Su candidatura destaca por encima de las demás tras hacerse oficial en la comisión de trabajo formada por el Gobierno, la Generalitat de Cataluña, varios sindicatos y la propia empresa automovilística.
La negociación aún no está cerrada, aunque la empresa china tiene preferencia con respecto al resto de competidores. Y es que, la empresa planteó algunas iniciativas interesantes, como una inversión inicial de 150 millones de euros y la posibilidad de utilizar también el centro de Montcada i Reixac.
¿Cómo se convirtió en la compañía exitosa de hoy?
GWM trabaja en el desarrollo, venta y distribución de vehículos. Posee numerosos centros de producción tanto en China como en Tailandia, Túnez, Malasia, Rusia, Bulgaria y Ecuador. También dispone de centros de I+D en Estados Unidos, India, Alemania, Japón, Austria y Corea del Sur; y su distribución abarca América del Norte, Europa y Asia.
La multinacional cuenta en sus filas con casi 60 000 empleados y registra un número de ventas anual excepcional más allá de sus fronteras. Su capitalización asciende a 25 000 millones de euros y su beneficio neto llegó a los 470 millones en el primer semestre, triplicando lo adquirido el año anterior.
Ahora la empresa pretende dar un paso más y comprar las plantas Nissan en Barcelona. Al menos, así lo afirma su presidente, Wei Jianjun, que hará lo posible para alcanzar su objetivo. Wei Jianjun fue el responsable de transformar una entidad privada que se encontraba en serias dificultades y llevarla al éxito. ¿Por qué no iba a hacerlo de nuevo?
El ascenso de Great Wall Motor en la industria
Tal es su nivel de exigencia que los empleados deben acceder a dos semanas de entrenamiento militar antes de empezar a trabajar en la empresa. Además, fuera de la sede de GWM existen dos grabados bastante extravagantes que registran los fracasos de la compañía, así como los empleados deshonestos.
En el pasado, el padre de Wei abandonó el ejército para llevar un negocio de equipos industriales y todo parece indicar que él decidió seguir sus pasos, dejando a un lado la universidad. Solo tenía 26 años cuando decidió invertir en una empresa que prácticamente estaba en quiebra y que apenas contaba con 60 empleados.
Wei se hizo cargo del negocio, no sin antes cambiar el rumbo de su producción. En aquellos momentos, los pocos vehículos del país procedían de la importación y el ya presidente de GWM decidió lanzar al mercado un sedán a un precio reducido. Al año siguiente, dejó de producir berlinas tras la prohibición del Gobierno, pero entonces decidió apostar por un mercado que en China se encontraba desamparado. Su marca de camionetas (Deer) comenzó a ser todo un éxito y las exportaciones no tardaron en suceder.
Después, decidió introducirse en el mercado de los utilitarios deportivos, a pesar de que en China no estaban bien vistos. Por fortuna, esta percepción cambió en el país y la compañía siguió evolucionando. De hecho, hace relativamente poco presentó al mundo su primer deportivo de lujo, así como su primer modelo eléctrico.
Great Wall Motor se ha hecho a sí misma a pesar de las dificultades y de sus escasas relaciones con otras empresas extranjeras del sector, salvo por su asociación con General Motors y BMW en los últimos tiempos. Fue la primera compañía privada automovilística que salió en Bolsa en Hong Kong. El hecho sucedió en 2003, tres años antes de que comenzara a vender sus vehículos en Europa.
Ahora, la empresa se ha convertido en una de las favoritas para salvar los puestos de trabajo de Nissan, ya que ha presentado el proyecto que más se asemeja a la actividad desarrollada por el fabricante japonés en Barcelona.