La relación entre los Estados Unidos de América de Joe Biden y la China de Xi Jinping se encuentra en uno de los momentos más delicados de las últimas décadas. Especialmente, por los repetidos intentos de la administración norteamericana por frenar el avance del gigante asiático. A pesar de haber llegado a algunos acuerdos puntuales en materia de comunicación militar y la lucha contra el fentanilo, las posturas parecen irreconciliables.

Prueba de ello es la entrada en vigor del paquete de sanciones que EEUU ha impuesto a China. Unas medidas que empezaron a funcionar el pasado 16 de noviembre de 2023 y cuyos efectos ya se están empezando a sentir. Originalmente, estaba previsto que se implantasen a lo largo de 2024, pero al final se han adelantado.

Chips con menor rendimiento

Aunque China es la principal víctima del paquete de sanciones que ha puesto en marcha EEUU, lo cierto es que todos los países que orbitan alrededor de ella también se han visto afectados. Hablamos, por ejemplo, de Rusia, Irán o Corea del Norte. A partir de ahora, las empresas estadounidenses o con licencia para usar tecnología procedente de los EEUU no podrán vender determinados productos a la nación asiática.

Es el caso, por ejemplo, de NVIDIA, que no podrá suministrar sus chips de inteligencia artificial más potentes (A100, H100, AA800 y H800) a China. Por su parte, la compañía ASML, afincada en los Países Bajos, dejará de entregar sus máquinas de litografía ultravioleta profunda a los negocios de este país. Se trata de un golpe muy duro para estas empresas, ya que China era uno de sus principales mercados.

El coche eléctrico también se ve afectado

Es un daño colateral de las sanciones aplicadas a China. Joe Biden aprobó un programa de crédito federal que permitía a los estadounidenses obtener una subvención de hasta 7.500 dólares por la compra de un vehículo eléctrico. El objetivo era que, para el año 2030, el 50 % de todas las unidades comercializadas en el país no empleasen combustibles fósiles.

Sin embargo, debido a este paquete de medidas, las ayudas no serán de aplicación para vehículos eléctricos que contengan materiales procedentes de China o de otros países a los que EEUU considere “hostiles” o “preocupantes”. No se debe olvidar que el gigante asiático es uno de los principales proveedores mundiales de minerales para baterías.

Hasta la fecha, las ventas de coches eléctricos en EEUU se han triplicado desde que Joe Biden accedió a la presidencia del país. Sin embargo, esas cifras podrían frenarse en seco a consecuencia de las sanciones impuestas. También hay que considerar que, debido a ellas, la lista de vehículos susceptibles de beneficiarse de este programa todavía no ha sido publicado, a pesar de que debería haberlo hecho hace ya algunos meses.

EEUU se pone serio para competir contra la industria china

La administración presidida por Joe Biden ha afirmado que la industria automotriz estadounidense lleva años trabajando en la independencia de países como China. Esto la ha llevado, por ejemplo, a desarrollar cadenas de suministro propias. Sin embargo, se trata de un cambio que resulta imposible hacer de la noche a la mañana.

En definitiva, EEUU se ha puesto serio en lo que respecta a frenar el avance de la industria China y a limitar su dependencia. Sin embargo, el paquete de sanciones que ya ha entrado en vigor va a tener efectos en la economía a nivel global y, especialmente, en el desarrollo e implantación del coche eléctrico.