Circular con total seguridad pasa por mantener nuestro coche en perfectas condiciones y, para conocer su estado, podemos ayudarnos de los testigos luminosos. Se trata de una serie de indicadores que encontraremos en el cuadro de instrumentos y que nos ofrecen toda clase de información referente al estado del vehículo. Se puede decir, de hecho, que el automóvil habla con nosotros para decirnos qué le pasa y, aunque los primeros indicadores de este estilo se remontan a 1933, la tecnología actual ha hecho posible que el abanico de datos que cubren haya crecido mucho.
De este modo, solo necesitamos prestar un poco de atención para saber si hay un cinturón sin abrochar o una puerta mal cerrada, pero también si el nivel de aceite es bajo o incluso si existe una avería que requiera una revisión profunda. Por eso, comprender el significado de cada testigo será vital para evitar problemas más graves en un futuro inmediato.
Los diferentes niveles de peligrosidad
Es habitual encontrar conductores con ciertas dificultades para interpretar algunos de los símbolos que aparecerán cuando surja algún problema. Asimismo, existen tantos indicadores distintos que algunos no los llegaremos a ver jamás. No obstante, a la hora de interpretarlos, es útil conocer el código de colores que suelen emplear.
En realidad, los testigos luminosos se suelen dividir en tres niveles de peligrosidad diferentes, y los colores de cada uno de ellos se puede relacionar con los mismos colores que los discos de un semáforo:
- Testigos luminosos verdes: Los testigos verdes serán meramente informativos, ya que nos darán datos que no implican ningún tipo de avería.
- Testigos luminosos amarillos: Los testigos de color amarillo o ámbar suelen estar destinados a avisar de la existencia de algún fallo en el sistema. Si aparece un símbolo de este color, lo más adecuado será detener el automóvil en cuanto sea posible y pedir ayuda a un profesional.
- Testigos luminosos rojos: Los testigos rojos son los que nos van a avisar de averías y anomalías de carácter grave. En caso de que aparezca un testigo rojo, será imprescindible detener el vehículo de inmediato para que un profesional pueda solucionar el problema.
Algunos ejemplos de testigos luminosos
El número de testigos luminosos es muy amplio y, en coches de alta gama, puede superar el centenar. No obstante, algunos podremos encontrarlos en casi cualquier vehículo, por lo que familiarizarnos con ellos siempre útil.
Sistema de frenos
Este testigo puede encenderse para indicarnos que el nivel del líquido de frenos está más bajo de lo que debería, así que tendremos que prestarle atención de inmediato. Después de todo, si eso es así, tendremos que pisar el pedal con más fuerza de lo habitual para detener el automóvil.
Batería
Este símbolo es fácil de entender, aunque es habitual que el propietario del vehículo no haga caso de este testigo porque el coche ha arrancado sin problemas. Si aparece, es conveniente revisar el problema o, de lo contrario, podría haber contratiempos a largo plazo relacionados con la propia batería o con el cableado del vehículo.
Sistema de control de gases de escape
Cuando se enciende este testigo, nos está diciendo que el motor está funcionando en modo de emergencia, lo que implicará una pérdida de potencia notable. Posiblemente, nos permita seguir conduciendo hasta el servicio oficial que tengamos más a mano, aunque deberemos ser prudentes y no quitar ojo a la temperatura del motor.
Control de tracción y de estabilidad
El parpadeo de este indicador señalará que el sistema está funcionando, algo que hace con un frenado selectivo en las ruedas. No obstante, cuando permanezca encendido será cuando tengamos que prestar atención, ya que significará que este sistema está averiado o se ha desactivado.