Micromachines
El poder de la sobrealimentación Bajo recurren a la sobrealimentación para obtener un buen nivel de bajos en motores de pequeña cilindrada que estiran y empujan con tal contundencia como si de un martillo pilón se tratara. Analizados al detalle, mientras el Abarth parte de la base del 1.4 litros de 100 caballos del Fiat 500 al que se le ha aplicado un turbo y dos intercooler para alcanzar los 135 caballos de potencia a 5.500 vueltas, el mini parte de la base del q1.6 litros del Cooper al que se le ha inlcuido un sistema de alimentación common rail y turbo twin scroll -o lo que es lo mismo un turbo de gewometría fija de doble entrada -, además de un sistema de regulación de las válvulas "Valvetronic" y un sistema de desconexión de la bomba del agua, que le permite rendir ahora una potencia de 175 CV a 5.500 vueltas. La diferencia de esos 40 caballos de potencia sobre el papel se nota una vez nos movemos en carretera. En este caso su destacado rendimiento nos muestra una cifras netamente superiores tanto en aceleraciones como en recuperaciones -ver datos prestacionales -. Aquí el excelente rendimiento del Cooper marca un paso endiablado como así se traduce de los 28,3 segundos que tarda en cubrir el kilómetro partiendo de 0 hasta alcanzar los 100 km/h -, frente a los 29,7 segundos que tarda el modelo de Abarth -. Así pues y aunque ambos propulsores destacan por su magnífica elasticidad y facilidad en la que se desenvuelven en los regímenes tanto altos como bajos, sobresale en mayor medida el Cooper S, quien es a la postre el que mejor se mueve a cualquier régimen, pues ya desde las 1.500 vueltas muestra una mayor contundencia.
El sonido procedente de sus respectivos escapes llegan a emocionar e incluso a enganchar cuando nos enfrentamos a carreteras plagadas de curvas donde la pasmosa facilidad que ambos muestran para subir de vueltas invitan a exprimir cada desarrollo hasta alcanzar la zona roja de sus respectivos cuentavueltas. Para tratar de mantener el ritmo y sobreponerse a los envites de su oponente el 500 Abarth cuenta con un botón "Sport" cuyo cometido es el de ofrecer más par a mayor régimen -que no más potencia - reprogramando la centralita electrónica y la presión del turbo. Acciones a las que se suma la dirección, como veremos más adelante a la hora de entrar a valorar su respectivo comportamiento. Tanto derroche de energía la facilitan unas transmisiones que ayudan a estirar tales motores sin problemas con programas de cambio óptimo de marcha definido en el modelo de Mini por el Sistema Start & Stop (arranque y parada automático) y en el modelo de Abarth por el "shift up" o cambio de marcha superior ubicado dentro del reloj encargado de medir la presión del turbo, que nos avisa en modo "Sport" del momento preciso para el cambio de marcha. En cualquier caso se echa en falta una sexta velocidad, que sí tiene su primo hermano - El Fiat 500 1.4 16V - así como su oponente en la comparativa y que ayudaría a optimizar en mayor medida el rendimiento de la mecánica como a contener el consumo. En cualquier caso y hablando de gasto de combustible no nos ha parecido desorbitado en ninguno de los dos modelos, pues si en utilización urbana bajamos de 10 litros - 9,4 litros/100 km del Mini frente a los 9,3 litros/100 km del 500 Abarth - cuando queremos extraer todo el verdadero potencial de uno y otro modelo no se multiplica exponencialmente obligándonos a rascarnos el bolsillo más de lo necesario.
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En su tentadora imagen los aditivos estéticos están por doquier en unos y otro modelo así no faltan en el 500 las múltiples aberturas del capó para que respire mejor el motor, la salida, un específico espoiler y las llantas de 17" del escorpión -. El Mini Cooper S tampoco se queda atrás con la obertura del capó para la refrigración del intercooler, la salida de escape doble- y los reforzados paragolpes, que junto a las llatnas de 17 pulgadas redondean un conjunto netamente atractivo.
En resumen estamos ante dos leyendas rodantes, dos pequeños deportivos con carácter cuya conducción engancha nada más ponerse al volante y una vez en carretera despliegan todo un torrente de sensaciones fruto de sus afinados bastidores. Si nuestro objetivo fuera puramente prestacional, queda claro que el Cooper S es el vencedor, pues a sus mejores registros se suma un mejor acabado interior, lo que redunda en una mayor sensación de calidad. Sin embargo nuestra decisión es el 500 Abarth, pues sin ser tan prestacional se queda muy cerca en registros a los establecidos por el Mini, además se muestra muchos más habitable y aunque carece de algunas lagunas en equipamiento como no optar por faros se xenón, su precio lo presta más apetecible.
Mil veces mejor el Mini S. Además el abarth es un coche común sin estilo que se me figura al Ford Ka