Insultos, gritos, gestos maleducados, agresión física, adelantamientos bruscos, acoso al conductor de delante… Son muchas las conductas agresivas al volante con las que nos encontramos en el día, conductas que tienen una gran influencia en los accidentes de tráfico. Así lo revela el estudio ‘Influencia de la agresividad en los accidentes de tráfico’ realizado por la Fundación Línea Directa en colaboración con el Instituto Universitario de Investigación de Tránsito y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (INTRAS).
En España 2,8 millones de conductores (10,9%) conducen con un alto nivel de agresividad, 295.000 conductores muy agresivos se han visto implicados en un accidente con víctimas, mientras que 105.000 se consideran ‘violentos viales’ porque reconocen ser culpables directos de un accidente con víctimas. Son datos estimados tras realizar 1.700 entrevistas a conductores de automóvil mayores de 18 años y después de analizar más de 464.000 accidentes con víctimas y el comportamiento de casi 789.000 conductores en estos siniestros de tráfico registrados por la Dirección General de Tráfico en los últimos cinco años disponibles (2012-2016).
La agresividad al volante no es solo una falta de educación o civismo. Tiene sus consecuencias negativas y peligrosas para el resto de conductores que van más allá de un simple ‘golpe de chapa’. Tal y como revela el estudio, mantener actitudes provocadoras al conducir multiplica por 10 el riesgo de sufrir un accidente con víctimas y por 30 el riesgo de sufrir un siniestro con heridos graves.
Más agresividad en entornos urbanos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) encontramos diferentes conductas de riesgo de accidente relacionadas con la agresividad y son infracciones por saltarse semáforos o una señal de ‘Stop’, exceso de velocidad, distracciones, no uso del casco o cinturón de seguridad y alcoholemia. Teniendo en cuenta los datos de la DGT de 2016 y aplicando el factor agresividad encontramos 31.046 conductores con alta agresividad implicados en 28.617 accidentes con víctimas.
El perfil de conductor agresivo responde a un hombre joven, de unos 32 años, con pareja, estudios medios, con menos puntos en su carnet de conducir y que circula principalmente por vías urbanas. La encuesta también revela que estos jóvenes suelen reaccionan con mayor agresividad contra las mujeres y conductores noveles.
A nivel nacional, un 35% de los españoles reconocen no ser un ejemplo de paciencia al volante. Por Comunidades Autónomas, los murcianos y riojanos son los que admiten ser más irascibles, mientras que los gallegos y extremeños son los más tolerantes. En cambio, cuando se pregunta al conjunto del país en qué comunidades están los conductores más agresivos, destacan Madrid (51%) y Barcelona (12%).
El estrés, principal causa de una conducción agresiva
Para el 20% de los encuestados, el estrés del día a día es la principal causa de agresividad, principalmente provocado por el trabajo y la familia mientras que el 15% culpa a las conductas y maniobras que hacen los demás automovilistas. También hay un 12% que lo atribuye a los atascos.
Un 26% de los conductores reconocen haber adelantado bruscamente a otro vehículo
¿Y por qué actúan de forma agresiva? Principalmente porque se sienten amparados por el anonimato de la conducción (41%), por la sensación de velocidad (27%) o por poder tener conductas egoístas, como no dejar pasar a otros coches (8%) en una incorporación. Un 26% de los conductores (6,9 millones) reconocen haber adelantado bruscamente a otro vehículo para intimidarle, por motivo de algún pique o rivalidad en la carretera.
Efectos de la agresividad al volante
Hay aspectos biológicos que causan agresividad, es decir, conducta que trata de causar daño o intimidación a un tercero. Y entre estos aspectos están las hormonas (la testosterona es más alto en criminales violentos), el impulso agresivo que nace en las primeras capas del cerebro, la serotonina como neurotransmisor (cuanto más baja, más agresividad), o la herencia genética que explica el 50% de la conducta agresiva.
A esto se suman otras circunstancias que agravan o desencadenan la agresividad como son la frustración o sentirse infravalorados, la imitación, el sentirse reforzado, el actuar ‘ojo por ojo’, prestar demasiada atención al propio malestar o descargar la ira al máximo para relajarnos.
Esta agresividad tiene su reflejo en la conducción porque aumenta la sensación de poder e invulnerabilidad, reduce la concentración y conlleva más conductas irresponsables y arriesgadas. El resultado es mayor velocidad, más infracciones, más distracciones…
Consejos para no ser un conductor agresivo
Operaciones salida, vacaciones, horarios intensivos en muchas empresas, madrugones para poder llegar a tiempo al trabajo, atascos diarios… Son situaciones de mucho tráfico que suelen ir acompañadas de un incremento de conductas agresivas al volante. Hay que armarse de paciencia y seguir estas recomendaciones:
Antes de la conducción:
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•- Si acabas de tener una discusión fuerte, evita coger el vehículo.
Durante la conducción:
•- La respiración es fundamental: si ves que te está irritando, respira profundamente varias veces.
•- Si la agresividad se debe a una discusión en el interior del vehículo, no dudes en frenar la disputa y aplazarla. Si se debe a los niños, para en un lugar seguro y trata de calmarlos.
•- Si se debe a un tercer conductor, ignóralo; piensa que no hay mejor forma de hacer sentir 'fuera de juego' a un agresivo que no hacerle caso.
Tras la conducción:
•- Evita la rumiación, es decir, no te refugie en un pensamiento negativo cuando conduzcas. Distrae y aumenta la frustración.
•- Evita la agresión “en diferido”, no pagues con otros una frustración anterior. Cuando veas que comienzas a hacerlo, trata de reconducir tu conducta.
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