Amaxofobia: Cómo superar el miedo a conducir

Un 54% de los conductores sufre ansiedad al volante que, en muchos casos, se transforma en un transtorno conocido como amaxofobia o miedo a conducir. Ansiedad, nerviosismo, taquicardias, palpitaciones, sudor en las manos, temblor en las extremidades, dolores musculares, falta de aire…. Son algunos de los síntomas que padecen las personas que tienen miedo a conducir, un problema que sufren 8,3 millones de conductores, el 30% del total en España, según diferentes estudios.

Las personas que tienen miedo a conducir perciben el tráfico como una amenaza y ven a los demás conductores como peligrosos, entre estos conductores se cuentan 1,5 millones con un miedo tan acentuado que son incapaces de afrontar el reto de conducir. La mayoría de afectados tiene el carné de conducir desde hace más de 15 años, no conduce con frecuencia y reconoce que comenzó a tener miedo a ponerse al volante a los pocos años de obtener el permiso.

La palabra 'amaxofobia' procede del griego fobia (miedo) y amaxo (carro)

“Sólo pensar que tengo que conducir me pongo nervioso”, “Desde el accidente que tuve, me siento incapaz de conducir”, “Siento que pierdo facultades y me siento inseguro”, “Me bloqueo al volante”. ¿Alguna vez has tenido estos pensamientos? Según un estudio de Mapfre la amaxofobia es más frecuente en mujeres (75%) con una edad media de 48 años, pero también muchos hombres la sufren en silencio -a partir de los 60 años y más por motivos relacionados con la limitación de sus capacidades-. Suelen ser personas muy responsables, con un alto nivel de estrés, antecedentes de depresión o ansiedad, fragilidad emocional, baja autoestima, reducido nivel de tolerancia a la frustración, gran nivel de autoexigencia y con alta susceptibilidad al miedo. Muchos reconocen que el miedo a conducir les resguarda de no tener que enfrentarse a un hecho importante, que puede tener repercusiones graves en caso de accidente, y así evitan esa responsabilidad y sus posibles consecuencias.

Estas personas suelen sentirse incomprendidas por los demás, ya que no les resulta fácil explicar la angustia que sienten. Y este temor a enfrentarse a la incomprensión de su problema les lleva a poner excusas o pretextos para justificar su conducta.

Las causas de tener miedo a conducir pueden ser diversas aunque la más frecuente es haber vivido o presenciado un accidente de tráfico. Pero también, haber experimentado un ataque de pánico al volante, un alto nivel de ansiedad en situaciones de las que no se pueda escapar fácilmente, no tener suficiente pericia al volante o incluso no haber conducido al obtener el carné.

Conducir no es una tarea fácil y requiere un alto grado de concentración. Son muchos los estímulos a los que hay que hacer frente al mismo tiempo: coordinar pies y manos para los diferentes mandos, prestar mucha atención sobre lo que pasa a nuestro alrededor a través de los espejos y señales acústicas, estar pendientes de las diferentes señales que existen en la vía, controlar la velocidad que llevamos, aumentar la atención ante situaciones climatológicas desfavorables… A esto hay que sumarle la responsabilidad que nos puede suponer llevar a otros pasajeros o pensar que nuestra vida se pone en peligro.

Pero aún hay más. El aumento de la densidad del tráfico también repercute en el conductor. Retenciones de muchos kilómetros, calles atascadas, arrancar y frenar constantemente en el trayecto diario al trabajo, buscar un sitio para aparcar, obras, semáforos en rojo…. Ante este panorama es fácil estresarse y perder los nervios y el respeto por los demás. Los conductores en buen estado anímico y mental, que sean capaces de mantener la paciencia y los nervios templados, serán capaces de enfrentarse al reto diario de la conducción y disfrutar en su coche.

¿Te da miedo emprender un viaje? ¿Conducir de noche? ¿Con lluvia? ¿Por una autopista? ¿Conducir en solitario? Puedes estar ante un problema de amaxofobia. Pero, ¿qué es lo que lleva al conductor a sentir este miedo? Principalmente el no saber cómo reaccionar ante determinadas situaciones provocándole una gran inseguridad. Pero no te alarmes porque una cosa es sentirse inseguro y otra tener tal miedo que acabas abandonando la conducción.

Todos los conductores en algún momento de su vida han sufrido algún episodio de miedo en la conducción, bien por circular por la noche, en un puente, con atascos o por haber tenido que reaccionar ante un imprevisto. Lo importante es identificar el grado de miedo en cada momento y saberlo abordar de forma exitosa.

El miedo es una respuesta del ser humano para adaptarse ante percepciones de peligro o agresiones, por lo que se convierte en un mecanismo de defensa y supervivencia imprescindible en la vida. Lo que ocurre es que el miedo puede ser de intensidades variadas: moderado, que nos hace reflexionar antes determinadas situaciones, medio, que en ocasiones nos hace estar tensos e inseguros pero no nos impide llevar a cabo nuestras acciones, y el miedo alto que tendría consecuencias negativas, ya que es el que no deja avanzar y desarrollar nuestra vida con normalidad.

Por ejemplo, un conductor novel que acaba de obtener la licencia puede sentirse inseguro porque tiene poca experiencia, todavía no tiene los actos de manejar el coche automatizados, ni siente tener el vehículo bajo control. Los ‘noveles’ que no superan esta fase son fuertes candidatos a sufrir amaxofobia. Pero el miedo a conducir cada vez es más frecuente en conductores experimentados, con muchos kilómetros a sus espaldas, bien porque han vivido un episodio traumático como una colisión o por sufrir estrés continuado o trastornos de ansiedad, entre otros.

Hay que tener en cuenta que más del 90% de los accidentes tienen su origen en un error humano, de ahí la importancia de que el conductor esté bien preparado para enfrentarse a las exigencias del tráfico. Un conductor que se sobrevalora o no se encuentra en las condiciones físicas o psíquicas adecuadas significa un riesgo potencial en la carretera. En el caso de la persona con miedo, ésta puede estar más pendiente de las circunstancias que tienen que ver con él mismo que en lugar de los aspectos relevantes de la conducción, lo que podría dificultar su respuesta de reacción ante una situación de riesgo.

¿Cómo se reacciona ante una situación estresante? Se puede superar de tres modos: atacando, huyendo o quedándose inmóvil. Es por este motivo que las autopistas, autovías y grandes avenidas se convierten en una de las vías que más temor provocan en el conductor con fobia a la conducción porque no puede emprender la huida en caso de sentir angustia. Algo similar ocurre cuando circulan por encima de los 100 km/h o por carreteras sin arcén. La persona que padece amaxofobia prefiere circular por vías en las que se pueda parar en caso de sentir miedo o angustia.

También generan incertidumbre vías desconocidas, los viaductos, puentes, túneles o pendientes pronunciadas, donde el miedo a conducir se combina con otras fobias, como el miedo a volar o permanecer en espacios cerrados.

El miedo a la conducción se puede abordar desde tres ámbitos. El primer paso es mejorar la habilidad al volante, conocer las reacciones del coche y sus consecuencias. El segundo ámbito de actuación sería trabajar con refuerzo positivo y auto mensajes de ayuda y por último, para aquellos casos de incapacidad de conducir, habría que recurrir a una terapia psicológica donde se abordaría el problema desde una perspectiva multidisciplinar.

El mejor tratamiento es enfrentarse progresivamente a las situaciones del tráfico que producen temor hasta superarlo. Así mismo, algunas técnicas de relajación y respiración son de gran ayuda para aliviar los síntomas que produce estos momentos de miedo. En muchas autoescuelas ofrecen terapias personalizadas que combinan la intervención de un psicólogo y un instructor de formación vial.

El tiempo necesario para que la persona vuelva a conducir puede variar mucho en función de cada situación. Podría darse el caso de una persona que haya sufrido un momento puntual de ansiedad súbita producida por una sobrecarga de estrés y en tan sólo tres o cuatro meses estar recuperada para una conducción normal. Pero también puede ocurrir que una persona no haya conducido desde que obtuvo el carné y diez años después tiene miedo a conducir. En este caso necesitaría un tratamiento combinado de terapia psicológica y autoescuela durante un tiempo entre seis meses y un año.

Los cursos de perfeccionamiento de la conducción que imparten algunas empresas son muy útiles y recomendables para superar la amaxofobia. En España hay una amplia oferta de cursos de conducción segura que te darán las claves para mejorar tu técnica de conducción, aprender a reaccionar ante situaciones críticas, aumentar la confianza de forma responsable y tomar conciencia sobre las capacidades de conducción de cada uno.

Desde la Fundación del Comisariado Europeo del Automóvil (CEA) se están realizando cursos en formación segura especializados en el tratamiento del miedo a conducir. En estos cursos un psicólogo explica en qué consiste la enfermedad, cuáles son sus síntomas y diferentes estrategias para afrontar el problema, como técnicas de relajación y focalización de la atención, manejo de pensamientos negativos y catastrofistas, autoinstrucciones positivas, terapia de aceptación y compromiso, abordaje de sentimientos de culpa, pensamientos autocastigadores y cómo afrontar gradualmente la fobia.

Tras estas explicaciones los alumnos reciben un curso práctico en circuito, acompañados de psicólogos y formadores viales. Para que la exposición al miedo a conducir sea gradual primero se utiliza un vehículo adaptado, que permite en una situación controlada iniciar la exposición del sujeto al tráfico y mejorar sus habilidades cómo conductor, en una segunda fase el conductor, acompañado del terapeuta, circula con su propio vehículo enfrentándose al tráfico y sus dificultades. Después el cliente comienza a circular en solitario mientras el terapeuta, en otro automóvil, le va siguiendo. Para finalizar se le diseña un programa centrado en sus desplazamientos cotidianos, adaptado a sus necesidades y se le realiza un seguimiento a los tres, seis y doce meses de finalizar el tratamiento.

Además, la Fundación CEA ha puesto en marcha un curso terapéutico en los que se combina la psicoeducación de la fobia a conducir con prácticas controladas en simuladores DSMG SV-1 dotados de la última tecnología para el aprendizaje de la conducción.

Desde la Escuela de Conducción de Mercedes-Benz también nos dan algunas recomendaciones para superar el estrés, sobre todo el del tráfico. Al conductor que le cuesta desconectar de los problemas cotidianos y que padece trastornos de sueño debe buscar una estrategia antiestrés individual.

Antes de sentarse al volante debe planificar su vida diaria y su tiempo. Es importante que la alimentación sea adecuada, hacer deporte, ejercicios de relajación (Mercedes-Benz recomienda la relajación muscular progresiva según Jacobsen), ejercicios de autocontrol y, fundamental, no conducir después de medicarse o consumir alcohol.

Una vez que estamos al volante, si algo nos produce ansiedad, lo mejor es tomarse un descanso y aprovechar para relajarse. Hay que evitar procesos agresivos que puedan aumentar en exceso y no ponerse nervioso por cosas que no se pueden cambiar.

También es de gran ayuda conducir un coche equipado con sistemas de seguridad, de asistencia a la conducción y que mejoren el confort. Aunque estos sistemas no sustituyen el control del conductor, suponen un apoyo importante y aumentan la confianza de personas temerosas e inseguras ante la conducción. Una buena postura al volante, asientos cómodos, una buena visibilidad, mandos de accionamiento sencillo, bajo nivel de ruidos, un ambiente agradable en el habitáculo y el uso de sistemas de funcionamiento automático permitirán disfrutar de un viaje más seguro.

El estrés en la conducción es más frecuente de lo que podemos pensar. Según un estudio de Attitudes, la iniciativa social de Audi, el 54% de los conductores españoles sufren diferentes niveles de ansiedad cuando se ponen al volante de un vehículo y el 41% evita coger el coche siempre que puede. También destaca que, entre las personas que ceden la conducción a un familiar y tienen ansiedad a conducir, hay un 57% de mujeres que dejan que conduzca el marido, y un 13% de hombres que ceden el volante a su mujer. Para estas personas la conducción peligrosa de los otros conductores es la situación de tráfico que les genera mayor ansiedad. Según este estudio un 19% de los ex-conductores han abandonado la conducción por razones psicológicas como el miedo y la angustia.

La amaxofobia, al igual que el resto de las fobias, se cura. Lo importante es reconocer el miedo a conducir ante familiares y amigos y ponerse en manos de un especialista con el tratamiento adecuado. Pronto la persona afectada volverá a conducir. Y recuerda, no debemos tener miedo a conducir pero sí un respeto constante a la conducción.