¿Qué tipo de sensores de aparcamiento existen? ¿Que ventajas e inconvenientes presentan? Resumimos qué se ofrece actualmente en el mercado y qué supone la instalación de un dispositivo de este tipo en el coche.
Hace unas décadas era difícil imaginar que el mundo del automóvil popularizaría o haría más democráticos los sensores de aparcamiento, una tecnología hasta ese momento reservada a los vehículos de más alta gama. Hoy en día muchos vehículos ya traen de serie sensores de aparcamiento, desde los más simples que alertan al conductor mediante señal acústica, hasta los más complejos, que añaden una alerta visual o se complementan con cámaras de visión trasera, que en los últimas generaciones ya son de 360º y con visión cenital. Finalmente, ya en el top del equipamiento están los sistemas de aparcamiento automático o Park Assist, que permiten que estacionemos despreocupándonos de las distancias, ya que el vehículo ejecuta prácticamente la maniobra por sí solo.
Es posible que tengáis algún coche con algunos años a cuestas o que simplemente, adquiristeis en su momento con un equipamiento muy básico, y que no disponga de sensores de aparcamiento. Para este supuesto, en el mercado del recambio y el accesorio se venden kits con todo lo necesario para instalarlos de forma bastante simple, y que en general, ofrecen un funcionamiento satisfactorio.
Los sensores de aparcamiento son un accesorio que puede facilitar la conducción a personas con poca destreza al aparcar, o que tengan alguna discapacidad que les limite el control preciso de la maniobra o, simplemente, a todos aquellos que busquéis una mayor grado de comodidad en el manejo del vehículo.
También es importante considerar que estos sensores de aparcamiento son sistemas de seguridad que evitan accidentes por atropellos al maniobrar marcha atrás (más habituales de lo que parece) y preservan la carrocería de impactos más o menos grandes en las maniobras. Es, en definitiva, una de las ayudas a la conducción más solicitadas.
Sensores ultrasónicos, los más populares
Como su nombre indica, los sensores de aparcamiento de tipo ultrasónico funcionan mediante ondas de ultrasonidos, que el sensor envía hacia el exterior del vehículo y que al chocar con el obstáculo, rebotan y vuelven de nuevo al sensor, que puede así calcular la distancia.
Los sensores de tipo ultrasónico son los más habituales en el mercado del recambio. Se venden en kits que incluyen entre 4 y 8 sensores (4 sensores para cada paragolpes. Para instalarlos, previamente hay que hacer unos agujeros en el paragolpes con el taladro y una broca de corona, que suele suministrarse con el kit, y que tiene el diámetro preciso para instalar el sensor. Una vez hecho los orificios en el paragolpes, se insertan los sensores, generalmente a presión.
Es importante no colocar los sensores demasiado bajos, porque leerían el asfalto y no el obstáculo. Suelen ofrecerse en varios colores para adaptarse al tono de la carrocería, para que queden lo más disimulados posible.
Estos sensores van conectados mediante cables a una caja de control digital o centralita, que hay que colocar en una parte más o menos central del coche.
La corriente la cogen de la luz de marcha atrás. La instalación no es difícil, pero requiere la conexión de cables, por lo que hay que tener una mínima noción de electricidad. Es importante confirmar que los cables que se suministran en el kit tienen suficiente longitud para poder instalar el sistema según el tamaño de nuestro coche.
También es importante confirmar que los sensores son resistentes al agua y a las inclemencias meteorológicas.
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Precios asequibles
Estos kits básicos suelen costar entre 20 y 30 euros, dependiendo del fabricante y sus características.
En algunos kits se incluye también una pantalla LED que se coloca encima del salpicadero, en posición central o a la altura del retrovisor izquierdo, por ejemplo, y que indica la distancia que queda hasta el obstáculo, variando el color de la luz en función de lo lejos o cerca que estemos del obstáculo. Así, no solo dispondremos de las señales acústicas provenientes de los sensores, sino también de señales ópticas, las de la luz de la pantalla, como refuerzo. O incluso por si queremos sólo utilizar la señal óptica y preferimos desconectar los pitidos, a veces molestos, que emite el sistema.
Los kits más completos incluyen incluso una pantalla digital para poder visualizar lo que ocurre detrás del coche mientras maniobramos. Suelen ir a unos 200 euros de precio.
En estos dos últimos casos, debéis tener en cuenta que hay que pasar un cable desde la centralita hasta el salpicadero, y esto, aunque no es excesivamente difícil, puede llevar bastante tiempo de trabajo.
Sensores de tipo electromagnético
En los sensores de tipo electromagnético no es necesario taladrar el paragolpes para la instalación de los sensores, ya que se basa en la utilización de una antena que se coloca por la parte interna del paragolpes delantero o trasero. Ese sensor de antena está fabricado en aluminio flexible para poder adaptarse a la forma del paragolpes, y se suele fijar con el adhesivo que lleva incorporado.
El sensor emite un campo electromágnético y detecta cualquier alteración que se producen en ese campo electromagnético, para saber así dónde está el obstáculo.
Los sensores electromagnéticos permiten ajustes de sensibilidad y alertan del obstáculo a partir de 70-80 cms. aproximadamente, primero con una secuencia lenta de señales acústicas, que se va acelerando a medida que nos acercamos al obstáculo, y acaba finalmente con un pitido continuo.
El inconveniente es que en situaciones de lluvia el sistema se vuelve automáticamente menos sensible, ya que el agua, al moverse en el paragolpes, puede generar falsas alarmas. En ese supuesto, solo funciona a muy cortas distancias. El PVP de este tipo de sensores electromagnéticos se mueve en torno a los 100 euros.
Podéis encontrar sensores de cualquiera de estas dos modalidades en tiendas online, o bien en tiendas físicas especializadas en accesorios de automóvil. En el primer caso podéis consultar las características y las opiniones de los usuarios que han hecho uso del producto, con sus correspondiente valoración. En el segundo, os podéis beneficiar de un trato más personal y de un consejo más profesional. Y por último, si se tienen dudas en este sentido, un taller también puede ser una buena solución para la instalación del kit de sensores, en el caso de no ser un “manitas” para efectuar una operación de este tipo.