¿Y si un día pudieras tocar con tus propias manos la historia de Lamborghini? Entrar en los mismos talleres donde nacieron leyendas, hablar con quienes las vieron cobrar vida... Suena a sueño, ¿verdad? Pero eso fue exactamente lo que hicimos en nuestra visita al Polo Storico de Lamborghini, el corazón que mantiene viva la memoria de la marca. Una experiencia que no solo documentamos, sino que también vivimos en primera persona para celebrar su décimo aniversario.

La historia de Lamborghini comenzó hace ya más de 60 años, en 1963, y estas seis décadas han dado para mucho. Durante todo este tiempo, la compañía con sede en Sant’Ágata Bolognese, en pleno Valle del Motor italiano, ha dado vida a algunos de los coches más salvajes de la historia; hoy en día, sigue creando nuevas criaturas con las que soñar, eso sí, adaptadas a la era de la electrificación.
Eso no significa, sin embargo, que se haya olvidado de sus raíces ni de la importancia de conservar su legado. Es por eso que, en 2015, nació el Polo Storico, un departamento de coches clásicos dedicado a mantener y mejorar el patrimonio histórico de la marca. Hasta su sede hemos viajado para contarte todos los detalles de este lugar lleno de pasión por los clásicos. Pero, además, nos hemos metido en la piel de uno de sus trabajadores para descubrir lo que supone devolver el esplendor a un Lamborghini histórico.
Polo Storico: una mirada al pasado
Desde hace una década, Polo Storico es responsable de la restauración y certificación de vehículos, contribuyendo activamente a la conservación a largo plazo de estos tesoros sobre ruedas. A día de hoy, ha completado proyectos de gran relevancia y se ha convertido en un referente internacional tanto para coleccionistas como para entusiastas.
En sus dependencias se trabaja con todos aquellos Lamborghini de los que ya se hayan cumplido 20 años desde el fin de su producción y eso incluye, por tanto, a los siguientes modelos:
Lamborghini 350 GT (1964-1966)
Lamborghini 400GT (1966-1968)
Lamborghini Miura (1966-1973)
Lamborghini Islero (1968-1969)
Lamborghini Espada (1968-1978)
Lamborghini Jarama (1970-1976)
Lamborghini Urraco (1972-1979)
Lamborghini Countach (1974-1990)
Lamborghini Silhouette (1976-1979)
Lamborghini LM002 (1986-1993)
Lamborghini Diablo (1990-2003)
Una lista que, como es evidente, no dejará de crecer, ya que la marca italiana ha retirado ya a numerosos modelos, como el Aventador, que también entrarán a formar parte de Polo Storico cuando llegue el momento.
Un archivo de 30.000 recuerdos
Nuestra visita comenzó en un edificio anexo al museo de la marca. Nada más entrar, una gran mesa nos da la bienvenida rodeada de archivadores que, a primera vista, podrían parecer simples ficheros administrativos. Pero dentro descansan los secretos mejor guardados del pasado de Lamborghini: planos, hojas de producción, documentos de homologación, catálogos antiguos, fotos y hasta anotaciones a mano.
Polo Storico nació precisamente con la misión de centralizar y digitalizar estos 30.000 documentos dispersos, y hoy, son la base sobre la que se reconstruye cada clásico. Cada proyecto comienza con una investigación exhaustiva, casi detectivesca, entre papeles y memorias.
Nos muestran dosieres y catálogos de modelos como el 400GT, llenos de etiquetas y anotaciones. Esa información no siempre está clara, por eso se han catalogado desde dibujos técnicos hasta hojas de producción, documentos de homologación, materiales originales, imágenes históricas, documentos administrativos y de ventas, y publicaciones oficiales de la prensa especializada. Todo sirve.
En esta fase entran en juego el Comité de Sabios (Comitato dei Saggi): antiguos trabajadores de la marca que vivieron esa historia en directo. Uno de ellos está en la sala y nos dice que tiene una “sorpresa”. Retiran todos los objetos de la mesa y despliegan, ante nosotros, un plano original a escala 1:1 del coche con el que empezó todo: el Lamborghini 350GT. Una verdadera pieza de museo y una herramienta clave para asegurar que todo el trabajo sea auténtico.
Taller de restauración: donde se reconstruyen los sueños
Segunda parada: el showroom del taller. Nos enfundamos los guantes, calzamos zapatos de seguridad, y ahí está: un Lamborghini Miura SV completamente prácticamente desnudo, esperando pacientemente su nueva vida: Solo su chasis, puro y crudo, en un estado que a simple vista parece impecable.
Nos recibe Giancarlo, uno de los sabios más veteranos, que empezó a trabajar en Lamborghini en 1966, cuando Ferruccio aún caminaba por los pasillos. Con solo escuchar un ruido, reconoce un fallo. Lo dice con una sonrisa modesta. "Mi favorito siempre será el Countach Quattrovalvole", nos dice. "Era magnífico trabajar con él y conducirlo". Se le iluminan los ojos, como si el rugido de aquel motor aún le retumbara en el pecho.
La restauración aquí es una mezcla perfecta de arte, ingeniería y paciencia. Cada tornillo debe ser fiel al original, cada superficie, cada textura, debe evocar exactamente lo que un conductor de los años 70 habría sentido al tocar el volante o pisar el embrague. Lo descubro de la mejor manera posible: me tienden un martillo. Sí, un martillo. Y frente al equipo, con la emoción contenida, cambio una de las ruedas del Miura como se hacía antaño. No se trata solo de fuerza, sino de entender cómo las piezas encajan, cómo se comportan, cómo se respetan.
En ese momento, el tiempo se detiene. Estoy ayudando a devolver la vida a un pedazo de historia, aunque sea solo en un gesto simbólico. Y por unos segundos, me siento parte del equipo.
Certificación: el sello de la verdad
Nuestra última parada nos lleva a otro nivel de detalle: el departamento de certificación. Aquí es donde el tiempo, la historia y la autenticidad se someten al escrutinio final. Hasta la fecha, se han emitido más de 2.000 certificados, cada uno resultado de un meticuloso proceso de verificación en el que nada se da por hecho.
Suscríbete a la newsletter
Si quieres estar al día de nuestras noticias, tienes que tener una cuenta en coches.net.
La pregunta es clara: ¿cada componente del coche es original? Puede parecer sencillo, pero detrás de cada respuesta hay horas de archivo, inspección física y, a veces, descubrimientos incómodos. Como el del Lamborghini 400 GT que revisamos. A simple vista, todo parecía perfecto. Pero al contrastar el número de motor con los documentos de fábrica de 1968, surgió el detalle: no coincidía. Algún día, en algún taller, alguien cambió esa pieza.
¿Y ahora qué? Nada de esconderlo. Aquí, la transparencia es sagrada. El propietario es informado y ese dato -es auténtico, pero no original-, se consigna en el certificado de autenticidad y en el libro que se entrega con toda la historia oficial del vehículo. Porque, aunque el coche siga siendo una joya, merece una historia limpia, honesta y completa. ¿El precio de todo este proceso? Unos 7.000 euros. Pero su verdadero valor es incalculable: el de preservar la verdad mecánica y emocional del mito.
Hasta los neumáticos cuentan
Podrías pensar que los neumáticos son lo de menos. Que basta con poner unos nuevos y seguir adelante. Pero en el universo del Polo Storico, todo tiene que acompañar a la fidelidad histórica.
Y entonces llega el desafío: ¿cómo se consigue un neumático que ya no se fabrica desde hace 60 años? Porque no se trata solo del dibujo o de la medida, sino del comportamiento, del tacto, de la respuesta. La solución está, una vez más, en el archivo. Documentos técnicos, imágenes antiguas, fichas de homologación... Todo se consulta. Y Pirelli, socio histórico desde los orígenes de Lamborghini, es el encargado de realizar este trabajo.
De hecho, gracias a toda esta documentación, lograron algo que parecía imposible: recrear los neumáticos Cinturato CN12 exactos que llevaba un Countach de 1971, uno que había sido destruido en un crash test, y que fueron identificados gracias a un reportaje de prensa sobre el Salón de Ginebra en el que debutó dicho coche.
Cabe destacar que es prácticamente imposible que sean iguales a los originales; los materiales con los que se fabrican han cambiado, también las regulaciones; pero se pueden reproducir con un altísimo grado de similitud.
Experiencia al volante: un viaje al pasado
Por si no hubiéramos sentido ya suficiente adrenalina entre planos, talleres y certificados, el segundo día de nuestro viaje nos tenía preparada una sorpresa inolvidable. Para llevar la experiencia aún más allá y hacernos sentir parte real del legado, Lamborghini nos permitió conducir algunos de sus modelos clásicos por una de las rutas más icónicas de los alrededores de Bolonia: el Passo della Futa, una de las etapas más míticas de la Mille Miglia.
Antes de poner en marcha los motores, realizamos una revisión previa con el mismo rigor que aplicarían los técnicos de Polo Storico. Comprobamos posibles fugas de fluidos, analizamos el estado de los neumáticos, nos aseguramos de que coincidieran con los modelos homologados y verificamos su fecha de fabricación. Fue una forma de prolongar, una vez más, el papel de "trabajador de fábrica", ahora convertido en probador de máquinas del pasado.
Entre los coches disponibles estaban joyas como el Lamborghini LM002, el Jarama, el 400 GT o el Countach 25 Aniversario. Personalmente, tuve la suerte de ponerme al volante de estos dos últimos, y aún me cuesta describir lo que se siente al recorrer una carretera de montaña escuchando el rugido de un V12 carburado, sin asistencias, sin controles… y sin aire acondicionado en pleno mes de junio.
La conducción, como todo lo vivido esos días, fue física, intensa y reveladora. Estos coches no se manejan, se doman. Hay que conocerlos, hacerse su amigo y después, mimarlos. Son algo tóxicos: te seducen, son bellos... pero no fáciles y con mucho carácter. Cada curva te habla del pasado, cada vibración te recuerda que, antes de la electrónica y la asistencia, todo dependía de la conexión pura entre máquina y conductor.
Y tras la ruta, como cualquier prueba seria, hicimos un chequeo completo: sonidos extraños, comportamiento de frenos, dirección o suspensión... Y sorprende ver cómo hasta seis décadas después, con sus cosillas, parecen infatigables. Fue el broche de oro de una experiencia que nos dejó con ganas de más.
Más vivos que nunca
Tras dos días intensos inmersos en el universo de los coches clásicos de Lamborghini, entendimos que el Polo Storico no es un museo ni un taller. Es un puente entre generaciones, donde cada tornillo, cada plano, cada anécdota recuperada ayuda a mantener viva la esencia de Lamborghini.
Cuando nos fuimos, fue como despertar de un sueño, pero con la certeza de que ese sueño sigue rodando por las carreteras de todo el mundo y que no hay nada mejor que avanzar hacia el futuro honrando el pasado.
f
Rebeca me ha encantado tu reportaje y te envidio el haber poder ir a la fábrica de estos mitos. Recuerdo con auténtica nostalgia, allá por por el 1966 o 67, el pasar por un pequeño taller, muy cerca de mi casa en Madrid y, de repente, ver una cosa amarilla que parecía de otra galaxia; se trataba de un Miura. Me quedé un buen rato observándolo por todos los lados y me preguntaba qué hacía ese monstruo en un taller de tan poca monta. Me explicaron que era un v12 con 6 carburadores y que había que afinarlos a oído. ¡Je! como los mecánicos de ahora ... Un cordial saludo desde Cáceres. P.D. El 400 GT es puro señorío.