Ayer día 11 de julio de 2024 se cumplieron 125 años de la fundación de la Fabbrica Italiana di Automobili Torino, la FIAT, la principal empresa italiana durante más de un siglo y actualmente la marca de mayor ventas del grupo multinacional Stellantis con 1,35 millones de coches vendidos en todo el mundo.
Para celebrar el cumpleaños, Stellantis organizó un evento en el Lingotto de Turín, el edificio que albergó la primera gran fábrica de la marca, en aquel momento la más grande de Europa y que hoy es un edificio que aloja, además de un centro comercial y un hotel, la pinacoteca de la familia Agnelli, visitable, y en el tejado, la antigua pista de pruebas de los vehículos recién terminados convertida ahora en un jardín urbano.
Durante el evento se inauguró, además, Casa Fiat, un espacio polivalente donde podrán organizarse eventos y en el que los visitantes que acudan al Lingoto podrán descansar o utilizar el servicio de bar mientras recorren una pequeña exposición sobre la historia de la marca antes o después de pasear por la pista del tejado.
Polémica entre Stellantis y el Gobierno italiano
En el evento, celebrado ayer, se realizó un acto institucional de celebración que incluyó, además de una serie de discursos oficiales, una presentación de futuro de la marca con el anuncio de dos novedades, el Fiat Grande Panda y el pequeño Fiat 500e Giorgio Armani de serie limitada. Además, hubo un desfile de modelos clásicos de Fiat, sobre todo de los de pequeño tamaño, los que mejor definan a la marca.
Para los que asistimos a los diferentes discursos, el acto fue de lo más entretenido, sobre todo, por la tensión latente entre el ministro italiano de Empresa y Made in Italy (su ministerio se llama así) y la cúpula de Stellantis representada por el CEO de la compañía, Carlos Tavares, y por el CEO de Fiat, Olivier François. John Elkan, presidente del Grupo y único de nacionalidad italiana, cerró el acto con un discurso institucional, pero antes, volaron los puñales entre el representante del Gobierno de Meloni y los responsables del grupo Stellantis.
Adolfo Urso, el ministro, fue el primero en tomar la palabra y aludió, al principio a algunas citas de Filippo Tomasso Marinetti, el fundador del futurismo, una corriente artística que se inició en 1909 y que se inspiraba en la pasión por las máquinas y por la velocidad. El futurismo se asocia habitualmente al fascismo de Benito Mussolini, de modo que sorprendieron las referencias a pesar de la conocida ideología de ultraderecha del gobierno Meloni.
Urso se refirió al papel histórico de Fiat como vertebrador de la sociedad italiana, explicó cómo la compañía había tenido siempre una vertiente social y de creadora de empleo antes que de generación de beneficios, en clara alusión al plan de Stellantis de conseguir beneficios de dos dígitos y pidió que la marca asumiera de nuevo el reto de ser el líder del automovilismo italiano.
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Cabe recordar que los desencuentros entre Stellantis y el Gobierno Meloni arrancaron con la amenaza del propio Urso de denunciar a Alfa Romeo por el uso del nombre de Milano en su modelo finalmente llamado Junior al no estar el coche fabricado en Italia, sino en Polonia. Stellantis cambió el nombre del coche y posteriormente se registró un segundo desencuentro cuando las aduanas italianas paralizaron la importación de una partida de Fiat Topolino, el pequeño microcar eléctrico de la marca porque tenían en su interior banderas italianas siendo el cuadriciclo un producto fabricado en Marruecos.
La réplica de Tavares y Olivier François
En su turno de intervención, Carlos Tavares mandó una primera puya al ministro recordándole que el día 1 de julio, en el 125 aniversario de Opel, otra marca del Grupo Stellantis, estuvo presente el canciller alemán Olaf Scholz en una evidente referencia a la ausencia de Giorgia Meloni en el acto de Fiat. Tavares dio una serie de datos sobre la italianidad de Fiat (70% de los Fiat vendidos en Italia son italianos y el 85% de la producción de las fábricas italianas se exporta y, con ella, la italianidad a todo el mundo) y no dejó de recordar al ministro que el Grupo Stellantis ha aportado a Fiat el presupuesto y la tecnología necesarias para afrontar con garantías su desarrollo futuro. Tavares no dijo que sin Stellantis Fiat posiblemente habría dejado de existir, pero se le entendió todo.
La parte más divertida llegó, sin embargo, con Olivier François. El CEO de la marca confirmó que dentro de un año y medio se lanzaría una versión híbrida ligera del actual Fiat 500 eléctrico y que ese nuevo modelo, que sustituirá al ya descatalogado Fiat 500 que se vendía hasta ahora, se fabricará en Turín. Y no solo eso, sino que esa variante del 500 se llamará Fiat 500 Torino devolviendo así la pelota de la polémica del Milano de Alfa Romeo.
En definitiva, que ya veremos hasta donde va esta guerra de guerrillas entre el Gobierno italiano, empeñado en que Stellantis fabrique más en Italia y el grupo, que producirá el Grande Panda en Serbia, el Alfa Romeo Milano, el Jeep Avenger y el Fiat 600 en Polonia y el Lancia Ypsilon en Zaragoza. Es cierto que el 500 híbrido sobre la base del eléctrico se hará en Mirafiori, en Turín, como que también lo es que, tal vez, la producción de esa planta se complete con un SUV de 4,5 metros de la marca china Leapmotor, la última en incorporarse al extenso porfolio de Stellantis.
Pues yo entiendo la postura del gobierno italiano. Si el coche es italiano y le quieres poner una banderita, pues perfecto. ¿Que lo fabricas fuera? Pues ningún problema, pero no le pongas la banderita.