24 Horas de Ascari desde dentro
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24 Horas de Ascari desde dentro

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Autor del texto: Xavier G. Leza

Pocos eventos del motor son tan significativos como unas 24 horas. Como ya pudimos ver en octubre del año pasado con nuestro compañero Néstor Abarca, que participó al volante de un BMW (video de la carrera en este enlace), la experiencia de resistencia bien merece la pena. Este año, de la mano del equipo de JER Motorsport y el patrocinador principal EAMM MotorSport con su Civic, os relatamos la experiencia vivida desde dentro y de cómo un equipo de competición "amateur" trabaja, año tras año, para superarse.

Nos encontrábamos ante el 5º evento de las 24horas que disputamos en Ascari. 4 años desde ese momento en el que decidimos en un grupo de Whatsapp empezar con esta “locura”. Teníamos lo indispensable. Un Civic EG comprando en coches.net para empezar en el mundo de los track days. Un coche completo y con un motor fiable para divertirse en los circuitos de la mano de nuestros compañeros de R-Events, que con sus track days a lo largo y ancho de la península, han servido para ir probando y calibrando del coche.

Siempre es indispensable tener ese punto de locura para este tipo de eventos, pero sobre todo se necesita esa pasión por la gasolina y goma quemada que cualquier “petrolhead” lleva de serie. Las normas son sencillas: Vehículo de gasolina, atmosférico, que cumpla normativas de seguridad FIA en cuanto a arco de seguridad, backet y arneses, cortador de corriente, extintor... Neumáticos con un treadwear que no sea inferior a 200 y que el vehículo sea anterior a 1994 y su motor siga de serie.

Teníamos la base y nos sobraba ilusión y el punto de locura nos hacía dueños de un proyecto que aún, a día de hoy, hace que nuestra pasión por este deporte crezca. En un garaje, un grupo de amigos autodidactas en el mundo de la mecánica, que han aprendido a base de equivocarse y acertar, de leer muchísimo al respecto y de sobre todo invertir muchísimas horas; consiguen crear un vehículo para circuito hecho de sangre, sudor y lágrimas. Tras 4 años desde el primer evento de las 24 horas nos presentábamos como unos “veteranos”. Pero no importa las veces que vayas a Ascari, su entrada consigue que se te ericen los pelos y te invade la majestuosidad de ese circuito. El servicio y la atención del personal de Ascari, hacen de este circuito toda una experiencia tanto dentro como fuera de la pista.

Pasamos las verificaciones del vehículo por parte de la organización y registramos a los pilotos y mecánicos del equipo. Se nos asignó un box y pudimos disfrutar, con los deberes hechos, del atardecer en Ronda desde el puente nuevo y cenar en el Tropicana una de sus riquísimas hamburguesas. Al salir, nos hicieron entrega de unas botellas de cava: “¡Tomad, para celebrarlo mañana cuando acabéis el evento!”. Y es que ese es el espíritu de las 24 horas; acabar.

Dejar el coche en el box y cerrar la puerta es otro de esos momentos que marcan. Es como enjaular al Kraken para liberarlo al día siguiente. Todos los esfuerzos y horas invertidas en el vehículo para dejarlo descansar antes de la gran cita se reflejan mientras baja la persiana; Miras fijamente la creación, eso que para muchos otros es una vulgar máquina, pero que para ti es un ser vivo cargado de muchas de tus ilusiones y tiempo.

Y así, como en la noche de reyes cuando eres un niño, los nervios te vuelven a invadir. Puede ser tu carrera un millón, pero esos nervios y pizca de emoción nunca se desvanecen. Da igual que sean las 7 a.m, ya llevas despierto un rato con los ojos como platos. Sabes que se avecina un gran fin de semana. Y no es para menos cuando el briefing de las 8 a.m se hace en el parking privado del circuito. No puede haber escenario mejor que rodeado de deportivos de ensueño en lo que prácticamente parece un laboratorio de lo pulcro y limpio del lugar.

El briefing es claro y conciso de la mano de David, el director de pista, que repasa con los pilotos la normativa para el evento. Es momento de volver al box para liberar al Kraken, que ahí está, esperando para el gran evento.

La carrera

La calificación empezaba a las 11:30h y definiría la parrilla de salida para los 50 participantes del evento. Una hora para marcar la mejor vuelta y salir en primeras posiciones, la primera toma de contacto con el circuito y con el coche. No pudo salir mejor, pues marcamos la vuelta más rápida en las cronometradas consiguiendo así la pole. El coche tiene un comportamiento noble y esa garra cuando entra el VTEC. El sonido dentro del habitáculo, sin filtros ni aislantes, hace que escuches desde la más pequeña piedra en el asfalto hasta la última revolución del motor antes del corte. Llegamos a otro breve descanso antes de la salida, que servía para mentalizarse y preparar las estrategias de carrera, que en 24 horas cambian constantemente.

50 coches en la parrilla de salida, el safety car como abanderado y el vehículo de rescate cerrando la formación. En el pit lane el resto de pilotos, mecánicos, invitados y fotógrafos con teléfonos y cámaras en mano. Empezaba el evento con ese característico bullicio de las grandes ocasiones y ese olor a 98 octanos. 24 horas por delante para disfrutar del evento que no solo son coches, sino compañerismo, emoción, sufrimiento y pasión por el mismo deporte.

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Durante las primeras horas, en los boxes se respiraba con más tranquilidad y el circuito iba cogiendo ese ritmo que caracteriza este tipo de eventos, como el sonido incesante de vehículos al pasar por la línea de meta y las primeras asistencias para repostar. La tónica fue constante y sin mayores problemas hasta después del primer cambio de piloto; fue entonces cuando tras pocas vueltas debimos entrar en boxes a causa de la rueda delantera derecha desinflada por culpa de un “llantazo”.

Las normas en cuanto a un pit stop son muy claras en este evento y es que una vez se entra en el pit lane, ya bien sea para cambiar una rueda, cambiar de piloto, repostar o hacer cualquier tarea de mantenimiento y/o reparación deberán transcurrir un mínimo de 7 minutos. Al finalizar un stint, el cambio de piloto y repostaje puede hacerse, si todo va con coordinación, en menos de 7 minutos holgadamente. En este caso, el simple hecho de solo cambiar una rueda nos hacía caer posiciones ante el incesante ritmo del resto de equipos y mantenernos en el box esperando que se abriera el pit para nosotros.

La noche iba cayendo y empezaba la estrategia de descanso de pilotos. Aquí es cuando uno puede apreciar la camaradería del resto de participantes. Siempre hay una mano dispuesta a ayudar, aunque seas un “rival” directo. Las caras empiezan a denotar ese cansancio típico de las hazañas, pero para muchos es imposible poder dormir. Cerrar los ojos lleva a tu mente el circuito y curva tras curva trazas en tu cabeza los 5.425 metros de asfalto. No es fácil desconectar con el sonido de los coches pasando a altas horas de la madrugada y tampoco ayuda el hecho de saber que pronto puede llegar tu turno y sentarte a los mandos de tu vehículo. O tener que tirarte al suelo para reparar cualquier avería… No fue el caso.

Un simple cambio de pastillas pasada la media noche fue el único imprevisto con el que contamos en todo el evento, a parte de la maltrecha llanta tras el primer cambio de piloto. Y es entonces, amaneciendo y sentado a los mandos del coche, cuando te das cuenta de la parte emocional que evoca el circuito de Ascari. Habían pasado 16 horas desde que empezó el evento y en una de las rectas, antes de llegar a Sebring, el sol asoma tras la montaña haciendo el momento aún más épico.

Con el cansancio patente, la concentración va decreciendo, pero esos momentos que te entregan las 24 horas se recuerdan para siempre. Puede sonar romántico, pero ver un amanecer en esas circunstancias enamora a cualquiera. Hagamos un breve repaso a todo lo que conlleva estar en ese preciso momento en el circuito de Ascari: un proyecto con muchas horas a sus espaldas, sufrimiento, sueños, momentos de desesperación, de alegría, inversión económica, inversión de tu tiempo, la comprensión de tu familia que cree en tu proyecto y una pizca más de sueños, pero en este caso, rotos. En ese momento, justo en ese preciso momento, el corazón late más fuerte y te das cuenta de que todos esos meses y años, han merecido la pena. Pisas el freno y el embrague, un ligero golpe al acelerador y engranas la cuarta marcha. Repites, y tercera para encarar la chicane Piff-Paff y posteriormente Spa. Así es como acabas de vivir un momento que difícilmente olvidarás en tu vida. Puede que seas un loco, pero los que te entienden prefieren llamarte amante del automovilismo.

Tras un stint largo entras el pit lane exhausto y puedes ver a tus compañeros esperando en el box y a uno de ellos con el mono y listo para el relevo. Las caras muestran el cansancio de las horas, pero una sonrisa demuestra que tus compañeros valoran y agradecen que hayas dado el todo por el todo dentro de la pista. Ya sea un stint de 2 horas o uno mucho más corto, tus compañeros están ahí para apoyarte y felicitarte por ir al límite de la fatiga y la concentración. Ese es el espíritu de los eventos de resistencia y de equipo.

Repostaje y todo listo para el otro stint de la carrera. Acechan nubes, que nos han dado tregua durante todo el fin de semana salvo contadas gotas en la tarde del sábado, pero el cielo de Ascari empieza a romperse justo al paso por la bandera de cuadros. Y casi al unísono se desata la alegría. Uno a uno los equipos pasan por la línea de meta en un evento que nos ha puesto a todos al límite. La lluvia hace acto de presencia cada vez con más fuerza a medida que los coches paran en el pit lane. Poco importa el agua en un estado de alegría como este. Y es que, sin ser primeros, el acabar un evento de este tipo es motivo de satisfacción consolidada.

La euforia se desata, pues además de acabar hemos marcado la vuelta rápida del evento. Y con la botella de cava que nos entregaron los compañeros del Restaurante Tropicana en Ronda, lo celebramos bajo la lluvia. Lluvia que pasó a ser granizo en lo que parecía un espectáculo meteorológico para celebrar la finalización del evento. Y así, a cubierto en el box repasamos hazañas con el resto de equipos, de los que han trabajado contra las adversidades y tras arreglar problemas mecánicos muy serios y han vuelto a pista.

Al final todos teníamos nuestros motivos para estar contentos, y es que no es solo un evento de 24 horas, hay mucho más antes de pasar por la bandera a cuadros. Finalmente, posición 12 y marcando la vuelta rápida del circuito. Agotados, pero ilusionados. Hablando ya de la siguiente edición de las 24 horas. No somos los únicos, todos los equipos lo comentan con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Ha sido otra experiencia de las que cuesta olvidar. Con tu equipo, con el resto de equipos, con tus amigos, con los amantes del motor.

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