¿Qué pasa cuando falla el catalizador de un coche?

El catalizador es uno de los componentes menos recordados, pero más críticos, de un vehículo, encargado de reducir las emisiones contaminantes del motor de combustión. Sin embargo, cuando falla, puede desencadenar una serie de problemas tanto para el rendimiento del coche como para su impacto ambiental. En este artículo, exploramos las razones, consecuencias y soluciones de un catalizador averiado.

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El catalizador forma parte del sistema de escape del automóvil. Su tarea principal es transformar gases nocivos, como el monóxido de carbono (CO) o los hidrocarburos no quemados, en sustancias menos dañinas, como el dióxido de carbono (CO2) y el agua, utilizando metales preciosos como platino, rodio y paladio. En gran medida, es por ello que se trata de un elemento muy costoso.

Para realizar el proceso anterior, esta pieza necesita alcanzar temperaturas de hasta 700 grados centígrados, algo que ocurre tras unos 10 minutos de conducción regular, aunque puede forzarse con el incremento de las revoluciones en el propulsor o con mezclas de combustible y aire alejadas de las proporciones estequiométricas. De esto se encarga la ECU con base en la información que le suministran una serie de sensores.

Un catalizador puede averiarse por múltiples motivos, más allá de los eventuales fallos electrónicos que puedan generar falsas alertas o testigos activados en la cabina o el cuadro de instrumentos. Los más habituales son los citados aquí:

• Falta de mantenimiento: Ignorar revisiones periódicas puede provocar acumulación de residuos (carbonilla) en el motor que terminan obstruyendo el catalizador.

• Consumo irregular de aceite: Un consumo excesivo o insuficiente de aceite puede estropear el monolito cerámico del catalizador, llevando a su posterior deterioro.

• Problemas de mezcla de combustible: Una mezcla incorrecta continuada o fallos en el encendido pueden enviar combustible sin quemar al catalizador, dañándolo.

• Impactos físicos: Un fuerte golpe en los bajos del vehículo puede romper la carcasa, pero también la estructura interna del catalizador, perjudicándolo severamente.

Aunque un catalizador puede dar señales de rotura al conductor o usuario de múltiples maneras, existen cuatro potencialmente indicativas de que algo no funciona bien con relación a este componente. Son las siguientes:

1. Pérdida de potencia y aumento en el consumo de combustible: El propulsor puede volverse menos eficiente debido a la restricción en el flujo de gases en el escape.

2. Olores y emisiones inusuales: Un catalizador estropeado puede emanar efluvios con un olor similar al del azufre y expulsar humo gris oscuro o negro por el escape.

3. Luces de advertencia en el tablero: El sistema de diagnóstico del coche detectará fallos relacionados con las emisiones y encenderá una luz naranja de advertencia.

4. Sobrecalentamiento: Si los gases de escape no fluyen debidamente por el sistema, el catalizador puede alcanzar temperaturas excesivas con consecuencias negativas.

Además de los evidentes fallos mecánicos, un catalizador en mal estado aumenta de forma considerable las emisiones contaminantes del coche. Esto no solo es perjudicial para el medio ambiente, sino que también puede ocasionar problemas legales en países donde las pruebas de emisiones periódicas son obligatorias en la inspección técnica (ITV en España).

En términos económicos, el coste de arreglo o reemplazo oscila entre los 300 y 1.000 euros para convertidores catalíticos convencionales (los que se instalan en automóviles normales y corrientes), dependiendo de la gravedad de la avería. Sin embargo, existen catalizadores más grandes y capaces, especialmente para vehículos más pesados, que cuestan varios miles de euros, más la mano de obra de sustitución.

En algunos casos, es posible reconstruir el catalizador reemplazando el citado monolito interno y limpiando su carcasa por dentro. Sin embargo, este es un procedimiento muy complejo, incluso inseguro y con dudosa fiabilidad, que debería realizarse en talleres altamente especializados. Para vehículos modernos con configuraciones avanzadas, el reemplazo total suele ser la única opción viable.

Para evitar fallos en el catalizador, se recomienda seguir un mantenimiento general regular, revisar cada mes el nivel de aceite y evitar arrancar el motor repetidamente en frío, sobre todo en impulsores de tipo diésel. También es esencial asegurarse de que la mezcla de combustible y aire esté correctamente calibrada, así como proteger los bajos de impactos, especialmente en todoterrenos.