Fiat Mefistofele: un récord de velocidad que desafió al tiempo
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Fiat Mefistofele: un récord de velocidad que desafió al tiempo

Arturo Martín

Arturo Martín

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En la vasta historia del automovilismo, pocos vehículos han logrado trascender las fronteras del tiempo como lo ha hecho el Fiat Mefistofele. Esta creación, fruto de la visión del piloto británico Ernest Eldridge desafió las leyes de la velocidad en su época y convirtió en un referente de la innovación y el ingenio mecánico de la década de 1920. Con un diseño que fusionaba piezas de un coche de carreras Fiat y un motor de aviación, el Mefistofele rompió barreras que parecían inalcanzables para la fecha: mezclar automoción y aeronáutica para simplemente, llegar más rápido que nadie.

En 1924, el Fiat Mefistofele alcanzó un récord de velocidad de 234,98 km/h, un logro que lo catapultó al estatus de leyenda. Su capacidad para superar los límites de su tiempo sigue siendo motivo de admiración, ya que no solo representaba el punto más alto del rendimiento de la ingeniería de la época, sino también de la ganas de un hombre dispuesto a desafiar lo imposible. 100 años de aquel récord, le dedicamos unas palabras en el portal.

Historia del Fiat Mefistole

El Fiat Mefistofele: una combinación de ingenio y velocidad que rompió los límites de su tiempo.
El Fiat Mefistofele: una combinación de ingenio y velocidad que rompió los límites de su tiempo.

La creación del Fiat Mefistofele es un relato que mezcla el ingenio con la obsesión por la velocidad, los mismos ingredientes que muchos de los hiper coches que conocemos de hoy en día. En el centro de esta historia está Ernest Eldridge, un piloto británico cuya vida estuvo marcada por la Primera Guerra Mundial y su pasión por los deportes de motor. Eldridge, como muchos de los “gentlemen drivers” de la época, no contaba con el respaldo de equipos de ingeniería avanzados. Por ello, recurrió a su ingenio, combinando piezas de desguace y elementos de diferentes vehículos para construir un bólido capaz de desafiar cualquier récord.

Inspirado por su experiencia como conductor de ambulancias durante la guerra y por su amor por la aviación, Eldridge decidió fusionar lo mejor de ambos mundos: un automóvil, un motor de avión y varias piezas de un autobús londinense, dando como resultado una mezcla cuanto menos inesperada. En concreto, para su proyecto, se hizo con un Fiat SB4 de 1908 en el cuál integró un motor Fiat A.12, originalmente diseñado para aeronaves de reconocimiento y bombarderos. Con esta combinación, creó un monstruo mecánico que produciría un estruendo tal que le valdría el apodo de “Mefistofele”.

El motor del Fiat Mefistófele

Con 350 CV, el Mefistofele transformó el concepto de potencia de la época.
Con 350 CV, el Mefistofele transformó el concepto de potencia de la época.

El motor del avión Fiat que montó en origen el Fiat Mefistofele es un motor de seis cilindros Fiat A.12, un propulsor colosal con una capacidad de 21,7 litros. Este motor, que normalmente impulsaba aviones como el Fiat R2 y el Caproni Ca.44, fue modificado para encajar en el chasis de un automóvil, un logro de ingeniería notable considerando las limitaciones tecnológicas de la época.

Con 350 CV a tan solo 1.800 revoluciones por minuto, el Mefistofele era una bestia difícil de domar, pero también era increíblemente eficiente para su propósito: romper récords de velocidad. Eldridge también realizó modificaciones adicionales, como la instalación de válvulas de cuatro tiempos y bujías Magneti Marelli, todo ello con el objetivo de maximizar el rendimiento del motor en el terreno terrestre. La integración del motor de aviación en un chasis automovilístico fue una innovación osada y visionaria, que abrió un nuevo camino en la evolución de la ingeniería automotriz.

El desafío del récord de velocidad

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El Fiat Mefistofele desafió a la Delage V12 para alcanzar la gloria en 1924.
El Fiat Mefistofele desafió a la Delage V12 para alcanzar la gloria en 1924.

El 12 de julio de 1924, en la Route Nationale 20, cerca de Arpajon (Francia), Eldridge y su Mefistofele se enfrentaron a René Thomas, un piloto de renombre que contaba con el respaldo de la marca Delage y su coche estrella, el V12 “La Torpille”.

Este duelo, lejos de ser un simple enfrentamiento deportivo, se convirtió en una contienda legendaria que definiría el futuro del automovilismo. En un primer intento, Eldridge alcanzó 230,55 km/h, superando momentáneamente el récord mundial. Sin embargo, el título le fue revocado debido a un tecnicismo: su vehículo no disponía de marcha atrás, un requisito indispensable para la homologación.

Thomas y su Delage no tardaron en aprovechar esta oportunidad, estableciendo su propio récord con 230,63 km/h. La tenacidad de Eldridge no tenía límites. Con la ayuda de un herrero local, logró modificar el Mefistofele para añadirle una marcha atrás, un ajuste aparentemente sencillo que marcaría la diferencia. Apenas una semana después, Eldridge volvió a la misma pista y, esta vez, alcanzó la cifra de 234,98 km/h, un récord que le garantizaría su lugar en los anales de la historia automovilística.

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100 años después...

Una de las joyas del Centro Storico Fiat...
Una de las joyas del Centro Storico Fiat...

Actualmente, el Fiat Mefistofele se exhibe en el Centro Storico Fiat en Turín, donde se conserva como una de las joyas más preciadas de la colección histórica de la marca. En el 125 aniversario de Fiat, el Mefistofele fue el protagonista de una serie de eventos que celebraron su importancia en la historia de la automoción. Una exposición multimedia en el museo, respaldada por Torino Capitale della Cultura d’Impresa 2024 y el Museo Nazionale dell’Automobile di Torino, rindió homenaje a este gigante de la velocidad y a su creador, Ernest Eldridge.

El Mefistofele sigue siendo un símbolo no solo de la ambición desmedida del ser humano por superar sus propios límites, sino también de la capacidad de innovación técnica que caracterizó a la primera mitad del siglo XX. Su leyenda no ha hecho más que crecer con el paso de los años, y hoy es venerado como un pionero en la combinación de potencia, velocidad y diseño.

A modo de conclusión, podemos decir del Fiat Mefistofele que es más que un automóvil. Es una máquina que habla de una época en la que los pioneros del motor como Ernest Eldridge estaban dispuestos a arriesgarlo todo por alcanzar lo inalcanzable. Su récord de velocidad de 234,98 km/h, logrado en 1924, es testimonio de esa búsqueda incansable por empujar los límites de lo posible.

En su motor rugía no solo la potencia de una máquina y el modo de vida de una generación que veía en la velocidad un símbolo de libertad y poder.

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