El Consejo de Ministros Europeos dio finalmente luz verde a que el Europarlamento apruebe la propuesta de que los automóviles deberán reducir un 35% sus emisiones para 2030.
El Consejo de Ministros Europeos ha dado luz verde a que el Europarlamento apruebe un proyecto de ley en favor de una reducción drástica de las emisiones de CO2 para los coches.
Para 2030, los coches nuevos deberían reducir un 35% sus emisiones de CO2 comparadas con las de 2021. Obviamente esta reducción debería llevar apareada una disminución drástica de las emisiones de NOx y partículas.
El Consejo ha rebajado la propuesta inicial que era de obtener una reducción del 40% para 2030, pero ha endurecido lo inicialmente propuesto por los Comisarios que era alcanzar sólo un 30% en 2030.
La reunión maratoniana, más de 13 horas, cerró finalmente este principio de acuerdo, aunque no ha satisfecho a países como Suecia u Holanda, que querían mantener el nivel más elevado. Tampoco a otros como Alemania o algunos países del Este que exigían ‘edulcorar’ la norma, tanto por un tema de política industrial y de empleo como por entender que sus mercados no pueden afrontar el incremento de costes de las tecnologías necesarias para cumplir estos límites sin sufrir un importante deterioro.
El proyecto de los Europarlamentarios es mucho más drástico si tenemos en cuenta que se proponen reducciones similares para los vehículos industriales y, sobre todo, se pide que el 35% de la producción sea exclusivamente de vehículos ‘zero emisiones’ o de emisiones ultrabajas: menos de 50 gr. por kilómetro. Quieren que estos representen ya el 20% de las ventas antes de 2025.
En cualquier caso, se trata de un ambicioso y, a la vez, imprescindible objetivo dados los problemas que existen en las grandes ciudades para mantener la polución atmosférica dentro de los límites tolerados.
Con este fin es probable que, además, se ponga a punto un nuevo ‘ciclo de homologación’ aún más severo que el WLTP y, sobre todo, que la medición en condiciones reales de tráfico (más elevadas que en los test de laboratorio) no se ciñan al NOx sino también al CO2 y a las partículas.
Suscríbete a la newsletter
Si quieres estar al día de nuestras noticias, tienes que tener una cuenta en coches.net.
Este ambicioso objetivo implica una fuerte inversión para el lanzamiento de modelos eléctricos o híbridos enchufables, un cambio drástico que asusta a la industria. Las marcas sostienen que los plazos son casi inasumibles: proyectar un coche nuevo requiere de cuatro a cinco años de trabajo, tres si se utilizan elementos preexistentes. Además, habría que reconvertir fábricas y afrontar el problema de multiplicar, quizás por 100, la producción de baterías. Financieramente requiere un esfuerzo espectacular.
Todo este cambio, además, debería hacerse sin detener la actividad normal. El resultado puede ser crear un gran número de puestos de trabajo, pero a la vez destruir otros. Y el peligro de que ello conlleva el trasvase de producciones de un país a otro.
Esta controversia se complica además con la transformación de la movilidad de cara a un futuro en el que los servicios de coche compartido y el lanzamiento del coche autónomo modificarán sustancialmente la demanda del mercado y la planificación industrial.
Los Europarlamentarios parecen dispuestos a trasladar a los gobiernos exigencias para aminorar o neutralizar el impacto social de las medidas y, así mismo, medidas de apoyo para la renovación de los parques móviles actuales. También es probable que en algunos países haya medidas fiscales para disuadir a los comparadores de adquirir los modelos de mayores emisiones.
Las discusiones, que deberían comenzar hoy mismo en el Parlamento Europeo, prometen ser amplias e interesantes, polémicas incluso en algunos casos.
Pero en esta batalla seguro que vuelve a engañar, perdón, ganar Alemania