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Según Jesús Pozo, director y "alma mater" de este proyecto, que cada año tiene más adeptos, esta edición ha demostrado que "el tuning (en inglés "puesta a punto") ya no es una moda, es una forma de vida, de estar en el mundo, de ascender al cielo, cuyo límite está en lo que te de sí la tarjeta de crédito". Así, desde el pasado viernes hasta hoy domingo, multitud de personas, "de entre 12 y 35 años", se han acercado a este festival dedicado a personalizar el coche, que ya no es sólo un medio de comunicación, sino una casa volante a la que hay que poner las mejores galas. "Porque al tunero lo que le gusta es presumir de coche y de chica", explica uno de los organizadores. Y se habla de tunero, porque, según Pozo, hay muy pocas chicas que se dediquen a esta moda, aunque son imprescindibles, pero de otra manera más de escaparate, porque las azafatas y las modelos han sido tan importante como los coches esta feria. 250 expositores especializados en equipos de música, lunetas, carrocerías, llantas, ruedas, ropa estilo tuning, tatuajes, videos juegos, y toda clase de complementos, aliñados con música y conciertos han formado parte de estos más de 20.000 metros cuadrados del Pabellón de Cristal de la Casa de Campo. Al final de esta jornada, los visitantes han podido comprobar en directo el trabajo de tuneado sobre un Ibiza 2000 inyección de 1993, que estaba casi para siniestro total", que se inicio el viernes. Un trabajo que, según Pozo, lleva más de un mes, pero que se ha hecho en tres días; en el que se han invertido 15.000 euros, y han trabajado 27 personas día y noche. Y el resultado: sin golpes, con asientos en cuero rojo, llantas de 19 pulgadas y un equipo de sonido capaz de alcanzar 168 decibelios. Diamantes en las llantas, altavoces superpotentes, pantallas de plasma en las ventanas, colores intensos, dibujos de fantasía, tubos de escape de escándalo, suspensión al ras del suelo, luces negras, alerones, luces en el interior o decibelios de discoteca son algunas de las intervenciones que se han podido ver en este salón, donde han participado más de 200 coches. "El tunero suele vivir en casa de los padres por eso su coche es como su casa y lo cuida como una joya", explica Jesús Pozo para añadir que es muy difícil encontrar un tunero que viva en la calle Goya de Madrid, "suelen ser de los barrios de Madrid, pero de clase media-alta", añade. -EFE