Para surcar la ciudad
Pensado para los conductores que busquen un coche funcional, económico, que gaste poco y que sea fácil de aparcar, el Citroën C1 supone una inteligente alternativa. En esta ocasión, la versión elegida será la más idónea para quienes miren, ante todo, el bolsillo. Pues no solo es la más barata de la gama sino también la más ahorradora. Su carrocería es de tres puertas, por lo que será más adecuada para personas que viajen habitualmente solas o con un acompañante.
El motor VTi de 68 CV que monta esta unidad ofrece unas buenas cualidades para ciudad, si bien fuera de ella muestra algunas limitaciones. Si el equipamiento no es una de las grandes prioridades, el básico acabado Live de este C1 será una buena opción para, volviendo a lo de antes, reducir la factura al máximo. Por otro lado, el vehículo ofrece un habitáculo bastante bien aprovechado teniendo en cuenta lo pequeño que es el coche. El precio es otra de sus ventajas, puesto que sin opcionales esta unidad cuesta 10.380 euros, que pasan a ser 11.780 euros con los extras incluidos.
El pequeño francés cuenta con dos rivales con los que tiene mucho en común, como es el caso del Peugeot 108 y el Toyota Aygo, con los que comparte plataforma y mecánicas. También compite con modelos como el Seat Mii o el Volkswagen Up!.
Urbano “de bolsillo”
Lo primero que llama la atención al tener delante el C1 son sus contenidas dimensiones, pues tiene una longitud de solo 3,46 metros, una anchura de 1,62 m y una altura de 1,45 m. También resalta por la forma compacta que le otorgan sus cortos voladizos.
Una vez familiarizados con su tamaño le llega el turno a la estética del urbanita de Citroën. Ésta se distingue, sobre todo, por una mirada algo agresiva debido al diseño de los faros, que quedan divididos en dos partes. Un rasgo característico del frontal lo integran las luces LED diurnas a los lados, situadas verticalmente.
También juegan un papel principal en el frontal las dos franjas cromadas que quedan totalmente integradas con el logo de los dos chevrones. Por su parte, la zaga del vehículo, zona en la que el portón acristalado es el protagonista, no es tan llamativa como la delantera. En esta unidad hay que destacar que el color negro de la carrocería es opcional (350 euros).
Bien aprovechado
Al hablar de la habitabilidad del modelo de Citroën hay que tener en cuenta que, ante todo, es un modelo pequeño. No obstante, tiene un interior que incluso puede llegar a sorprender para sus dimensiones. Comenzando por el puesto de conducción, hay que destacar que ofrece una sensación de amplitud bastante generosa en todos los sentidos, incluso en cuanto a espacio para los hombros. Como particularidad, los asientos cuentan con reposacabezas integrados. Para lograr una postura más cómoda al volante se agradecería que contara con regulación en profundidad, y no sólo en altura.
El diseño interior es sencillo y funcional, mientras que la calidad de acabados es correcta, si bien no estaría mal contar con algún plástico blando que incrementara esta sensación. Dado que el modelo francés está homologado para cuatro plazas, en la segunda fila sólo pueden viajar dos personas. Siempre y cuando se trate de ocupantes de talla media, el espacio general es más que correcto. Sin embargo, las personas que superen 1,80 m de altura notarán una altura al techo y un espacio para las rodillas algo justos. En cualquier caso, la anchura disponible es satisfactoria. Los ocupantes de estas plazas deben tener en cuenta que las ventanillas son de tipo compás. Tampoco hay que olvidar que el acceso a estos asientos es algo limitado debido a la carrocería de tres puertas.
Por su parte, el maletero brinda 196 litros, una capacidad correcta para el tamaño del coche que puede crecer hasta los 780 litros si se abaten los respaldos posteriores. La versión probada, con el motor menos potente y con la comentada carrocería de tres puertas, está concebida para ajustar el precio al máximo. Solo está disponible en un acabado, que es el más básico de la gama y se denomina Live. El equipamiento es uno de los puntos débiles de esta variante. Cuenta con seis airbags y control de estabilidad de serie pero incluso elementos como el aire acondicionado y la Radio MP3 equipados en esta unidad forman parte de un paquete opcional (1.050 euros).
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Honesto tricilíndrico
La gama del C1 está compuesta por dos motores de gasolina, un 1.0 VTi de 69 CV y un 1.2 PureTech de 82 CV. En esta ocasión, buscando el máximo ahorro tanto en el precio del coche como en el gasto en combustible, el escogido ha sido el primero de ellos. Se trata de un modesto propulsor de tres cilindros y 998 cm3 que entrega un par máximo de 96 Nm a 4.800 rpm. Obviamente, no se trata de un motor pensado para exprimirlo a fondo desde el punto de vista deportivo, sino más bien para sacar partido de él en su uso por ciudad.
En ese contexto, su respuesta es más que suficiente y, teniendo en cuenta la ligereza del coche (pesa solo 875 kilos), lo mueve con bastante soltura. Eso sí, no podemos esperar unas grandes prestaciones si abandonamos el terreno urbano, pues precisa 14,3 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y su velocidad máxima es de 160 km/h. Su ímpetu a la hora de afrontar repechos a velocidad constante es más bien justo y obliga a jugar con la palanca de cambios y a llevar el motor bastante alto de vueltas.
El vehículo equipa una transmisión manual de cinco velocidades, de tacto suave y con unos desarrollos bastante cortos. Donde más destaca este Citroën en términos mecánicos es por sus cifras en cuestión de eficiencia, puesto que registra unas emisiones de CO2 de tan solo 95 g/km y una media de consumo homologada de 4,1 litros cada 100 km. La cifra obtenida tras la prueba no se alejó demasiado de la oficial, ya que fue unos ambiciosos 5,2 litros.
Dinámica pensada para devorar la ciudad
Nada más comenzar a conducir el C1 por zonas urbanas queda evidente que es un coche nacido para la ciudad, pues cuenta con una impecable maniobrabilidad. Además, gracias a su contenido tamaño es realmente fácil de aparcar, una gran ventaja para conductores cuyos trayectos tienen lugar principalmente por la urbe. En su última renovación, Citroën estrenó eje trasero, con lo que no solo consiguió perder peso sino también mejorar la dinámica.
Cuenta con un tarado de suspensión que pretende buscar un equilibrio entre la estabilidad y la comodidad. Por carreteras de curvas, llevando a cabo una conducción tranquila, demuestra un buen nivel de estabilidad con balanceos de la carrocería poco pronunciados. A la hora de superar baches en el asfalto, la suspensión se muestra algo seca aunque sin ser incómoda.
Siguiendo con el confort, hay que subrayar que el nivel de insonorización interior no es todo lo eficaz que debería, puesto que llegan más decibelios de la cuenta al habitáculo. Por su parte, la dirección tiene un comportamiento correcto para el uso urbano, aunque en conducción fuera de ciudad estaría bien que ofreciera un tacto algo más directo. En cuanto al equipo de frenos, delante son de disco y detrás, de tambor. Pese a no contar con discos en las cuatro ruedas, el sistema detiene el vehículo de forma adecuada incluso en frenadas intensas.
Conclusión
Esta versión del C1 está pensada para los conductores que buscan un coche realmente pequeño y manejable para moverse por ciudad y que no quieren pagar ni un euro más de lo necesario. Sus cualidades de “ratón” urbano le llevan a moverse como pez en el agua tanto por callejones como por grandes avenidas. Por su parte, la gran ventaja del motor VTi de 68 CV es, sin duda, su bajo consumo. El acabado Live de esta unidad no se distingue por su amplio equipamiento, pero a cambio ofrece un precio realmente ambicioso.
Pero como buen VTi consumirá su litro de aceite cada 5.000 kms, ¿no?