El SLS AMG es uno de los superdeportivos del momento. Su espectacular carrocería con puertas en alas de gaviota (homenaje al majestuoso 300 SL de 1954), su tremendo motor AMG de 6,3 litros y 571 o 591 CV en función de si elegimos la variante normal o la GT y un precio por encima de los 220.000 euros le proporcionan una exclusividad a prueba de bombas. Pero ya se sabe; siempre hay quién no se conforma con eso y exige algo más. Para ese tipo de clientes que no pueden soportar que su SLS sea idéntico al de sus compañeros de aparcamiento en el club de golf o en la ciudad deportiva de cualquier club de fútbol de primer nivel, la marca alemana acaba de lanzar la quinta versión de un Black Series (los anteriores fueron el C 63 AMG Coupé, el SL 65 AMG, el CLK 63 AMG y el SLK 55 AMG, todos salvo el C Coupé, de las respectivas generaciones anteriores de los modelos citados) realizada esta vez sobre su buque insignia. El SLS AMG Black Series, inspirado en el Mercedes SLS AMG GT3 de competición, propone un aumento de la potencia del motor, un aligeramiento general (cifrado en 70 kilos) y una mejora del rendimiento aerodinámico para convertirse no sólo en el SLS más rápido hasta la fecha sino en el que mejor admite un uso intensivo en circuito.
Motor aparte, el resto de modificaciones aplicadas al coche provienen, en su mayoría, de la experiencia adquirida con los GT3 de competición. En la suspensión, adaptativa y gestionada electrónicamente, se han montado unos muelles ligeramente más cortos, los frenos son los carbono-cerámicos especialmente desarrollados para AMG por Brembo y las llantas de aluminio forjado son más ligeras que las de serie. Asimismo, el coche monta la caja secuencial de doble embrague de siete relaciones propia del SLS de serie pero con una electrónica optimizada para que cambie de marcha todavía más rápido. En el eje trasero motriz, el diferencial con bloqueo electrónico también ha sido retocado en su programación. Para aligerar el peso al máximo, Mercedes ha montado un nuevo árbol de transmisión de carbono (el de serie es de aluminio), un sistema completo de escape de titanio, asientos y salpicadero en fibra de carbono y una batería de iones de litio de 12 voltios en lugar de la batería tradicional, lo que supone el primer uso de una batería de este tipo en un coche no híbrido. Todos estos cambios -además de los frenos y las llantas, también más ligeros- han permitido rebajar el peso del coche en 70 kilos y dejarlo en 1.537.
A nivel aerodinámico, se han utilizado elementos inspirados en los del SLS GT3 para mejorar el agarre en curva a alta velocidad. Destacan un labio inferior en el spoiler delantero que rebaja la altura al suelo y un extractor trasero de carbono. Si os fijáis en las fotos descubriréis también unos pequeños deflectores tanto en las salidas de aire delanteras (en la parte superior) como en los extremos del parachoques frontal así como un alerón trasero de carbono regulable (con soportes de aluminio). Estos elementos corresponden al pack aerodinámico AMG que se ofrecerá en opción. En el habitáculo, destaca el uso de piel vuelta y de fibra de carbono vista para los principales elementos y un volante con una marca de cuero rojo en el punto de las doce, ideal para saber dónde tenemos las ruedas delanteras en pleno contravolante a 250 por hora. El SLS AMG Black Series se presentará al público en el próximo salón de Los Ángeles y se pondrá a la venta en verano a un precio por confirmar pero que superará con creces el cuarto de millón de euros. Yo que vosotros, lo iría reservando ya.
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Destacamos el Motor con 622 CV
El motor pasa de los 591 CV de la versión GT a 622 (no es, sin embargo, el Mercedes más potente porqué el SL 65 AMG rinde 630. Eso si no nos acordamos del SLS Electric Drive y sus 740 CV de potencia... eléctrica) pero la cifra de par se mantiene estable. Eso significa que la marca ha buscado la potencia máxima a altas revoluciones -ahora el motor llega a girar a 8.000 rpm- despreciando la cifra de par a medio régimen, que cae ligeramente de 650 a 634 Nm. Con este nuevo propulsor, la aceleración mejora en dos décimas (de 3,7 a 3,5 segundos) al combinarse la mayor potencia del nuevo modelo con un peso inferior pero la velocidad máxima (315 km/h). es menor que la homologada por las versiones existentes (317 km/h. en el modelo normal y 323 para el GT). El motivo no es otro que la resistencia que ejercen los diferentes apéndices aerodinámicos que monta el Black Series y que, eso sí, le convierten en el SLS más rápido gracias a su incidencia en la velocidad de paso por curva. Para lograr los caballos extra, además de modificar el régimen de giro máximo (de 7.200 a las citadas 8.000 rpm), AMG ha retocado las válvulas, ha montado una nueva culata y ha utilizado un recubrimiento de pistones similar al empleado en los motores de competición de los GT3. Asimismo se ha modificado la admisión de aire y se ha reprogramado la centralita de gestión del motor.
Q decir me encantaría tener un auto de estas características para poder disfrutar de esta obra de la ingeniería de la automoción