Diversión para el buen tiempo
La desenfadada estética del Mini Cabrio ya da muchas pistas de lo que cabe esperar de él. Y es que, ante todo, se trata de un automóvil dinámicamente divertido y con ese intangible valor añadido que ofrece un descapotable. En su última generación creció ligeramente y recibió leves retoques de diseño que le actualizaron su imagen, a lo que hay que sumar un equipamiento que ha dado un paso al frente. Aunque es un modelo que busca atraer a base de pasión más que de razón, lo cierto es que cuenta en su gama con un motor que contradice ligeramente esa “ecuación”.
Y es que esta versión equipa el motor 1.5 diésel de 116 CV, que equilibra el placer de conducir este capricho con un consumo bastante comedido. Uno de los principales hándicaps del modelo es, sin duda, su precio, que además puede encarecerse considerablemente si nos animamos demasiado con los opcionales. De serie, y sin tener en cuenta el sobrecoste de 1.750 euros que exige el cambio automático de esta unidad, el precio comienza en 27.150 euros, importe que roza los 37.000 euros al incorporar los numerosos extras del modelo probado. Entre los rivales más directos de este Cooper D Cabrio se encuentran, sin duda, el DS 3 Cabrio, y el Volkswagen Beetle Cabrio.
Actualización con algún centímetro extra
Si bien el Mini Cabrio actual se asemeja mucho a su predecesor, lo cierto es que durante el pasado año tanto sus proporciones como su imagen se pusieron al día. Sigue contando con aspecto muy compacto, pero el modelo tiene ahora una longitud de 3,82 metros y una anchura de 1,73 metros, lo que supone un crecimiento de casi 10 cm de largo y de 4,4 cm de ancho si se compara con el anterior Cabrio.
Con ese ligero aumento de dimensiones, la marca británica ha buscado ofrecer un interior más espacioso. En cuanto a estética, el frontal destaca por una parrilla con un considerable marco cromado, solución también empleada alrededor de las ópticas. Hay que señalar que los pilotos traseros han crecido con respecto al modelo antecesor, ofreciendo así un “look” aún más característico del vehículo visto desde la zaga.
Cómo no, su capota de lona con distintos grados de apertura sigue siendo la gran particularidad de un modelo que transpira ocio y aire libre por los cuatro costados. La capota puede abrirse y cerrarse en 18 segundos siempre que se ruede a velocidades inferiores a los 30 km/h. Como es habitual en la familia Mini, las alternativas de personalización son amplísimas, aunque hay que tener en cuenta que éstas pueden hacer crecer la factura final considerablemente. Esta unidad cuenta con el color de carrocería opcional British Racing Green (500 euros) así como las llantas Propeller Spoke (1.300 euros) y las franjas blancas para el capó (129 euros). Pero quizá lo que más llama la atención es la nueva capota con la bandera británica en tono gris (650 euros).
Más espacioso y tecnológico
Al instalarse en el puesto de conducción del Mini Cooper Cabrio se observa una cierta mejora de acabados, introducida en la última actualización del modelo. El aumento de dimensiones exteriores ha derivado en un crecimiento del espacio interior. Conductor y acompañante ganan 1 cm de longitud y 1,7 cm de anchura mientras que los dos posibles pasajeros traseros se benefician algo más. Estos cuentan ahora con 3,6 cm más para las piernas y 1,3 cm más de anchura.
Todo ello se traduce en una generosa sensación de amplitud delante, a la que hay que sumar la excelente sujeción lateral de los exclusivos asientos deportivos opcionales de cuero Chester Malt Brown (2.000 euros). Por su parte, las dos plazas traseras ofrecen un correcto nivel de confort. Las posibilidades para el equipaje también crecen gracias al incremento de la capacidad de maletero, que ha pasado de 125 a 160 litros si se viaja con la capota abierta.
Lo cierto es que sigue siendo un volumen bastante reducido pero se agradecen esos litros adicionales. Cuando el vehículo viaja con la capota cerrada, la cifra aumenta hasta los 215 litros (antes 170), que siguen siendo demasiado justos. No hay que pasar por alto que al maletero se accede mediante una tapa que se abre hacia abajo, que deja una boca de carga más bien pequeña.
El modelo ha avanzado considerablemente en materia de conectividad y sistemas multimedia. Entre las novedades se encuentra el sistema Journey Mate, que utiliza la conexión a Internet del coche para informar sobre diferentes aspectos como, por ejemplo, sobre las condiciones meteorológicas que nos vamos a encontrar durante el trayecto. Las alertas de lluvia con antelación serán de gran ayuda para que un chaparrón no nos coja desprevenidos cuando vamos con la capota abierta.
Mini ha subido un peldaño en seguridad en esta generación del Cabrio, pues cuenta con sistemas como la detección de peatones o la llamada de emergencia. Además, cuenta con los controles de estabilidad y tracción. El vehículo sigue incorporando las barras antivuelco, aunque ahora no quedan a la vista y se activan de forma automática si se va a producir un vuelco.
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Esta versión también equipa de serie faros antiniebla, climatizador, volante de cuero multifunción, control de crucero adaptativo, asistente de aparcamiento trasero y sistema de reconocimiento de señales. Entre las novedades de equipamiento de esta generación incorporadas en la unidad probada se encuentra el opcional Head-Up Display (550 euros), al que se suman otros extras como el navegador (incluido en el paquete Wired, que cuesta 1.950 euros) y los sensores de lluvia y de luces (125 euros), entre otros.
Motor racional
La oferta mecánica del Mini descapotable está compuesta por seis alternativas, dominadas por la gasolina. En este ámbito, la gama integra potencias de 102, 136, 192 y 231 CV, mientras que las alternativas diésel ofrecen 116 y 170 CV. Para esta prueba, el elegido ha sido el motor diésel más eficiente, encargado de mover este Mini Cooper D Cabrio. Se trata de un 1.5 tricilíndrico turbo que entrega un par motor máximo de 270 Nm entre 1.750 y 2.250 rpm.
Aunque en un principio pueda parecer que se trata de un motor demasiado humilde para la filosofía de este modelo, lo cierto es que los 116 CV mueven al Mini Cabrio con bastante soltura. El propulsor ofrece una respuesta satisfactoria a bajas revoluciones y está dotado de una elasticidad más que razonable. Si bien su nivel prestacional no es sobresaliente a nivel general, puede acelerar de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos y alcanza una velocidad máxima de 195 km/h.
En la versión probada, el motor va engranado a una caja de cambios automática de seis velocidades. Esta transmisión se caracteriza por su rapidez a la hora de cambiar de marcha. Su modo secuencial proporciona una libertad relativa, pues acaba decidiendo por sí mismo y cambiando a poco que intentemos forzar las marchas. Una de las mayores ventajas de este conjunto mecánico se encuentra en el ahorro de combustible. Y es que homologa unas emisiones de CO2 de 104 g/km de CO2 y un consumo medio de 3,9 litros cada 100 km. El registro logrado en la prueba fue de 4,8 litros, un valor ambicioso que demuestra el grado de eficiencia de este motor.
Diversión a cielo abierto
Esta versión incorpora de serie un sistema de modos de conducción que cuenta con tres programas distintos. Con el objetivo de conseguir el consumo más bajo, el modo Green se encarga de estirar los desarrollos de la transmisión y de ofrecer una respuesta del motor algo menos enérgica. Justo lo contrario sucede al activar el modo Sport, pues el propulsor saca lo mejor de sí mismo, ganando contundencia dentro de lo que le permiten su cilindrada y su caballaje. Además, en este modo se endurece ligeramente la dirección, de gran precisión, generando una mayor sensación de control a ritmos animados.
El modo por defecto es el denominado Mid, que busca ante todo el equilibrio entre rendimiento y eficiencia. Aunque esta versión no equipe la mecánica más orientada a la deportividad, lo cierto es que el chasis del vehículo brinda un importante nivel de diversión al volante. Su agilidad es una de sus grandes bazas dinámicas, lo que le favorece claramente al enlazar curvas, por ejemplo, en carreteras de montaña. Por este tipo de vías muestra una notable estabilidad y la firmeza de su suspensión le garantiza una importante eficacia en los apoyos.
También proporciona un muy buen comportamiento al rodar por autopista gracias a su aplomo considerable y a su alto grado de confort. El hecho de contar con capota de lona hace que la insonorización no sea igual de intensa que la de un techo convencional, pero este es un aspecto que hay que sacrificar en la mayoría de automóviles descapotables con este tipo de techo. Un sacrificio que, por otra parte, tiene su contrapartida cuando hace buen buen tiempo y puede disfrutarse del sol y de la brisa al volante.
Conclusión
Hay que tener claro que no se trata de una opción de compra concebida en base a la practicidad ni a la versatilidad sino más bien a la pasión que desata un descapotable que, además, permite disfrutar de la conducción y pasárselo bien al volante. Este factor no tiene que ir reñido con un consumo ajustado, como es el caso de la versión probada. Y es que, si bien las prestaciones del Cooper D Cabrio no son extraordinarias, su eficiencia permite contar con un coche dinámicamente divertido pero que no exige grandes desembolsos en repostajes. Su precio sí que es elevado, así como algunos de sus opcionales. Pero como suele suceder, los caprichos hay que pagarlos.
Mucho mejor un mazda mx5 y mas barato.