Así, sí
Pocas eran las pegas que podíamos ponerle al Mitsubishi Outlander. El modelo que hoy podemos comprar, y que salió a la venta en otoño de 2012, mejoraba en casi todo a su predecesor. Más ligero, eficiente y habitable, este SUV de 7 plazas sólo presentaba dos claras debilidades: la escasa insonorización del habitáculo y, a decir verdad, un diseño bastante anodino.
Queda claro de que los responsables de producto de Mitsubishi han escuchado las peticiones de sus clientes, de manera que, con apenas tres años en el mercado, la marca nipona acaba de presentarnos el modelo de 2016. No hablamos por supuesto de
Este rediseño estético y tecnológico corrige las escasas carencias del Outlander.
un automóvil completamente nuevo, pero sí de un profundo rediseño estético y tecnológico que va dirigido, precisamente, a corregir las carencias del Outlander. Y cómo no, para luchar en justa competencia contra sus muchos rivales, entre los que podemos destacar a los Nissan X-Trail, Honda CR-V, Hyundai Grand Santa Fe, Kia Sorento y Jeep Cherokee.
En una jornada de presentación a la prensa celebrada ayer en Barcelona pudimos conocer todas las novedades del Outlander 2016. Y por sorpresa, también las del Outlander PHEV (versión híbrida enchufable) que no esperaba ver aquí, pues será presentado oficialmente la semana que viene en el Salón de Frankfurt. Pude conducir ambos modelos durante un buen puñado de kilómetros; con lo que, sin más, os traslado mis primeras impresiones.
¿Más bonito? Desde luego, más atractivo
Sin duda, el frontal es el punto más delicado a la hora de diseñar un automóvil: es su carta de presentación, su fotografía de portada, su rostro. Y el público europeo, muy exigente en estos asuntos, no se dejó seducir por la faz del Outlander. Así pues, el apartado estético de este facelift no podía limitarse a modificar la estructura interna de los faros y alterar levemente las formas de los paragolpes. El Outlander de 2016 parece un coche nuevo, y esa es una buena noticia.
Mitsubishi ha bautizado como Dynamic Shield a esta nueva identidad visual que lucirán sus modelos SUV de aquí en adelante. Anticipado por el concept car PHEV Concept-S que pudimos ver en el Salón de París 2014, el diseño anguloso de su frontal llega como herencia al Outlander convenientemente suavizado para “encajar” en un coche de serie. El rasgo más característico son sus franjas cromadas de sinuosas formas, que nacen alrededor de las ópticas principales y desembocan bajo los faros antiniebla. La impresión de robustez del nuevo paragolpes se ve acompañada por un aumento de longitud de 4 cm, siendo ésta la única cota que varía respecto del modelo anterior.
En la zaga, los cambios afectan no sólo al paragolpes sino también al portón. Esto ha permitido cambiar la forma de las ópticas, que crecen hacia adentro para crear la sensación de que el Outlander ha ganado en anchura. Como es natural, la vista de perfil apenas ha cambiado salvo por la colocación de unas láminas cromadas en los bajos de las puertas, por el rediseño de los retrovisores y por las nuevas llantas.
El interior conserva toda la funcionalidad y básicamente la misma apariencia del modelo actual, aunque hay novedades interesantes de todos modos. Entre ellas se encuentran unos asientos delanteros rediseñados, una nueva consola central, algunos cambios en el volante, un sistema de navegación actualizado y, no menos importante (ya que también este aspecto recibió ciertas críticas), una mejora general en la calidad de acabados.
Suave y confortable
Como decía, la otra gran carencia del Outlander tenía que ver con la insonorización del habitáculo. Y puede decirse que aquí los ingenieros de Mitshubishi han echado el resto. El modelo precedente ha sido revisado en más de treinta puntos para rebajar los niveles de ruido, vibraciones y aspereza. ¿Cómo? Llevando a cabo acciones tan variadas como mejorar el laminado del parabrisas, sustituir y ampliar los materiales aislantes, actualizar piezas amortiguadoras y reemplazar los paneles interiores de las puertas. La lista de cambios es mucho mayor, afectando incluso a las suspensiones y al diseño de las llantas.
Todos estos cambios tienen incidencia sobre el peso del vehículo, como es lógico. La solución empleada, que al mismo tiempo ha servido para aumentar la rigidez estructural, ha sido elevar la calidad de los aceros de alta resistencia empleados en puntos críticos. De este modo, el incremento de peso respecto del modelo precedente se queda en 35 kg. Un poco de peso a cambio de más confort de marcha y tal vez un poquito más de seguridad.
Las mismas opciones, sólo que mejores
La gama de mecánicas seguirá limitada a dos únicas opciones, la diésel 2.2 de 150 CV y la híbrida enchufable PHEV de 164 CV. Son las mismas que hasta la fecha, pero con matices. El motor diésel se ha adaptado a la norma Euro 6, mantieniendo el mismo consumo (5,8 l/100 km) y elevando en las emisiones en 1g (ahora 154 g CO2/km), algo que es la primera vez que veo en un motor Euro6. A cambio, las emisiones de NOx caen a menos de la mitad (51,9 mg/km frente a los 139 mg/km del actual).
Por su parte, el Outlander PHEV permanece fiel al esquema de un motor de gasolina
La variante híbrida enchufable promete mayor eficiencia y mejor respuesta.
que trabaja con hasta tres eléctricos para ofrecer una potencia conjunta de 164 CV –Joan Dalmau nos explica detalladamente su funcionamiento en la prueba del Outlander PHEV que hoy está a la venta-. El modelo de 2016 promete una mayor eficiencia energética, una mejor respuesta al inicio de la marcha e incluso una leve reducción de las emisiones de CO2 (42 g/km frente a los 44 g/km de hoy).
Además llega como opción para el Outlander diésel el sistema de tracción integral S-AWC, que combina un diferencial delantero activo y con un sistema que reparte de manera automática el par entre las ruedas del lado izquierdo el derecho, actuando además sobre los frenos y la dirección asistida. Estas mejoras servirán a priori para aumentar la precisión del trazado entre curvas y mejorar la tracción y el control sobre superficies resbaladizas.
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Outlander diésel: apuesta segura
Durante la jornada de pruebas no tuvimos ocasión de probar las mejoras en el sistema de tracción total ni tampoco de las capacidades off-road del nuevo Outlander, ya que el recorrido provisto por la organización discurrió íntegramente por carreteras y autopistas. Pero en cualquier caso, pude hacerme una idea general sobre el comportamiento de ambas versiones.
Empezamos en primer lugar con el diésel de 150 CV 4WD; y después de recorrer los primeros kilómetros ya tuve que dar la razón a los señores de Mitsubishi: el nuevo modelo se muestra más silencioso y confortable que antes -y éste me parece, en efecto, tan buen argumento de venta como el de la remodelación exterior-. El sonido del motor llega muy filtrado a la cabina, como también lo hace el ruido de rodadura. Sólo se hace notar un leve silbido aerodinámico en las ventanillas delanteras, tal vez a causa del tamaño de los retrovisores, o tal vez por la formación de turbulencias. Pero la sensación general de estanqueidad me ha parecido de las mejores de este segmento.
No doy mucha importancia al ligero incremento de peso. El coche sigue mostrándose ágil y noble, teniendo en consideración sus dimensiones y tipo de carrocería. Los cambios de dirección son razonablemente rápidos y aunque obviamente no se trata de
El nuevo modelo se muestra más silencioso y confortable que antes.
un devorador de curvas, la verdad es que las supera con bastante dignidad si estamos dispuestos a asumir algún que otro balanceo. Rodando en línea recta, se hace patente que las suspensiones siguen estando calibradas para el uso en carretera, por su relativa firmeza y por su tendencia al rebote cuando el firme está algo rizado.
El motor diésel sigue siendo prácticamente el mismo que monta el modelo actual, con lo que no podemos esperar cambios en su rendimiento. Sus 150 CV de potencia no nos sorprenderán al acelerar, pero su buena cilindrada de 2.2 litros da lugar a una capacidad de recuperación más que aceptable. La caja de cambios manual de 6 relaciones le viene como anillo al dedo, gracias a la suavidad y precisión de su accionamiento, pero también por el buen escalonado de las marchas. Rodando en autopista a 120 km/h con el motor a sólo 2.000 rpm –y como dije antes, con bastante silencio-, casi podríamos decir que estamos sentados en una berlina de categoría.
Outlander PHEV: cuestión de compromiso
Hicimos nuestro viaje de regreso a Barcelona a los mandos del nuevo Outlander PHEV, que como es lógico presenta las mismas novedades de su hermano diésel junto con el nivel de equipamiento más alto de la familia. Así pues, este modelo combina la buena rodadura de su hermano de gasóleo con un ambiente aún más lujoso.
Y con más silencio si cabe, ya que como buen híbrido enchufable es capaz de rodar bastantes kilómetros en modo eléctrico (50 km en este caso). Nada más iniciar la marcha, pude comprobar que la salida desde parado es más rápida y suave que antes; algo especialmente práctico y agradable en el entorno urbano que es donde mejor se desenvuelve un coche eléctrico.
El Outlander PHEV ofrece diferentes modos de conducción, según nos interese priorizar el uso de los motores eléctricos o conservar la batería; pero si cargamos el coche a diario bastará con que confiemos la gestión de los flujos de energía al modo normal. Circulando de este modo, el sistema híbrido tiende a evitar que el motor térmico entre en acción, reservándolo para afrontar subidas y cuando toque acelerar con fuerza. El reaprovechamiento de la energía cinética y de frenada cumple muy bien; tanto que no llegamos a agotar las baterías durante nuestro trayecto de 120 km (aunque tiene algo de truco, ya que la elevación media del recorrido era negativa y pudimos recargar durante los descensos).
Además de la lógica del comportamiento del sistema híbrido, me ha gustado la suavidad con la que el propulsor de gasolina entra en acción y sale de ella. Lástima que, como sucede en este y otros casos, el motor de combustión sube mucho de revoluciones y su sonido afea un poquito el resultado global.
Si el confort de marcha y el ahorro de gasolina son dos buenas ventajas que trae el PHEV, su mayor desventaja está en el peso. Hablamos de 235 kilos de más que el diésel 4x4 automático (1.845 kg contra 1.610 kg), y esa diferencia se nota. El Outlander PHEV nos pide una conducción más tranquila y suave, ya que en los cambios de dirección las inercias se hacen mucho más perceptibles. No es que sea un “barco”, pero sí un automóvil grande y confortable que nos devolverá tanta suavidad como la que nosotros le entreguemos. A partir de aquí, cada cual debe valorar si las virtudes de este coche compensan sus limitaciones.
Finalmente, los precios. La marca no está aún en disposición de facilitarnos la tarifa oficial, aunque no tardará mucho para que podamos compartirla con vosotros (probablemente poco después de la presentación oficial en el Salón de Frankfurt). Sí sabemos que el Outlander diésel saldrá a la venta en el mes de octubre, en versiones de 5 plazas y 7 plazas, con tracción delantera o integral y en dos niveles de acabado (Motion y Kaiteki). Se espera para diciembre la llegada del PHEV, equipado al máximo y con un precio no muy superior al del diésel más costoso.
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Yo tengo el modelo de 2007, es una máquina, 180000 km, cero averías, gasta poco y anda mucho. Quizá guste más la estética de un Q5, pero a cambio de pasar de 30000 a 40000?