En la época de su comercialización, solía decirse, de manera algo despectiva, que el Renault Siete no era más que un Renault 5 alargado y con cuatro puertas. Y, aunque es obvio que el Siete derivaba del Renault 5, debemos tener en cuenta que, salvo el diseño, firmado por el francés Maurice Holleville, todo su desarrollo se realizó en España, en la primera (y única) ocasión en que FASA-Renault creó y produjo un modelo sin parangón en la gama francesa y en exclusiva para el mercado nacional.
Para entender el Renault Siete debemos contextualizar primero el panorama automovilístico español en los últimos años del franquismo. El mercado nacional estaba entonces vetado a las importaciones y sólo podían venderse, sin costosísimos aranceles o prebendas políticas, los coches fabricados en España por Seat, Renault, Citroën, Barreiros (Simca y Dodge) y Authi (Morris, Austin y MG).
Seat dominaba el mercado, lideraba las ventas con su nuevo 127 y acumulaba un elevado porcentaje del parque circulante con los pequeños utilitarios de motor trasero (600, 850 y sus derivados). Su gama incluía también el veterano 124 y el lujoso 132. Citroën, con fábrica en Vigo, ofrecía una completa gama de derivados del 2 CV (Dyane, Méhari, Ami 8) y acababa de lanzar el novedoso GS. Simca mantenía el Simca 1000, de motor y tracción traseros y el más moderno 1200, primer hatchback compacto del mercado nacional y Authi vendía el Mini, el Austin 1100 y el flamante Victoria, aunque la empresa estaba en quiebra técnica y con la producción detenida por un incendio en la fábrica.
Para completar el panorama, FASA-Renault fabricaba en Valladolid una completa gama de éxito creciente que iba camino de lograr algo impensable: superar en ventas a Seat. En 1974, Renault fabricaba los R4 y R6, modelos asequibles y funcionales, pero de estética obsoleta, el R8, un modelo a final de vida, pero que seguía contando con ventas destacables por su precio contenido, el R12, en versiones berlina y break, y el nuevo Renault 5, un coche rompedor, orientado al público joven y rival directo del 127 de Seat.
Un coche con un hueco en el mercado
En definitiva, que, en el mercado de la época, no existía ningún modelo como el Renault Siete. Había berlinas clásicas, más grandes y caras, como el 124, el Austin Victoria o el Renault 12 y coches de su mismo precio, pero técnicamente superados, como el Ami 8, el Simca 1000 o el Renault 6. No existía, por lo tanto, un coche económico, tanto de compra como de mantenimiento, pero que permitiera “presumir” de tener un coche grande, de línea elegante, amplio y atractivo y había en la época muchos clientes que buscaban precisamente eso, pero con un presupuesto ajustado.
El Siete tuvo su origen en un concurso de ideas que Renault impulsó en Francia tras el lanzamiento del Renault 5. Los diseñadores trabajaron diferentes propuestas y entre los bocetos presentados había una berlina de 4 puertas que los responsables franceses desecharon, pero que llamó la atención de los directivos de FASA que intuyeron el éxito que un coche de este tipo tendría en España.
FASA impulsó la traslación del papel a la fábrica del diseño de Maurice Holleville, futuro sustituto de Michel Boué, padre del Renault 5, al frente del departamento de diseño, y se encargó del proceso de industrialización del coche que se fabricaría Valladolid, aunque con un cierto retraso a causa de un incendio en la segunda línea de montaje de la fábrica en el que murieron 10 personas.
Renault reaccionó con rapidez, implementó un tercer turno de producción en la planta número 1 para atender la demanda y en apenas tres semanas, devolvió la operatividad a la planta número 2. De este modo, a principios de diciembre se entregaron las primeras unidades del Siete a los concesionarios.
El chasis del Renault 5... y mucho más
El Renault Siete aprovechaba numerosos elementos del Renault 5. La parte frontal del chasis era la misma, pero la distancia entre ejes se alargó 10 cm para incrementar el espacio entre filas y facilitar la colocación de las puertas traseras. Con ello y con el incremento del voladizo trasero para el maletero, el Renault Siete medía 3,89 metros (38 cm más que el Renault 5 y 4 cm más que el Renault 6).
El coche mantenía la situación longitudinal del motor del R5 con la caja de cambios por delante y heredaba también la dirección de cremallera, la caja de cambios de cuatro marchas (con palanca en el piso) y el embrague, la suspensión independiente en las cuatro ruedas por barras de torsión y el sistema mixto de frenos, con discos en el eje delantero y tambores en el eje posterior.
El motor, sin embargo, era una versión específica de los famosos propulsores Sierra (llamados Cléon en Francia) con una cilindrada de 1.037 c.c. y 50 CV que tenía un cigüeñal de cinco apoyos y un árbol de levas lateral y era capaz de propulsar al Renault Siete a 132 km/h. Este fue el único motor con que contó el Siete ya que, pese a que Renault llegó a homologar una versión TS con el motor de 64 CV del Renault 5 TS, nunca llegó a producción.
Suscríbete a la newsletter
Si quieres estar al día de nuestras noticias, tienes que tener una cuenta en coches.net.
Con un maletero de 400 litros (una de sus grandes virtudes), el coche pesaba 815 kilos y para diferenciarlo del Renault 5, los diseñadores añadieron una serie de filetes cromados en la parrilla y prescindieron de los revolucionarios parachoques envolventes de plástico de los que el Renault 5 fue el pionero en la industria. El Siete, más orientado a un público familiar, montó parachoques metálicos con topes de goma, lo que obligó a resituar las luces de posición y los intermitentes debajo de los faros principales.
FASA-Renault lanzó una única versión del Siete con un equipamiento simple, que se mantuvo en producción cuando se lanzó la más equipada versión TL a finales de 1975. Ésta montaba llantas de 4,5 pulgadas de garganta (por 4 del básico), una relación de cambio diferente y una serie de detalles estéticos: cristales tintados en verde, protecciones laterales en la carrocería, asientos reclinables, retrovisor exterior y limpias y calefacción de dos velocidades.
El rediseño de 1978
El único rediseño del modelo llegó a finales de 1978, cuando pasó de llamarse Siete (en letras) a 7, una vez confirmado que Renault no llamaría así al futuro Renault 9. Las modificaciones fueron numerosas con la eliminación de los cromados de la parrilla y unos nuevos pilotos traseros, de mayor tamaño y con las luces de marcha atrás integradas. También cambiaron el retrovisor exterior, los limpiaparabrisas, que pasaron a ser negros, y los parachoques, con protecciones distintas.
En el interior aparecieron cinturones de seguridad enrollables y un salpicadero más moderno con instrumentación más completa y un volante de cuatro brazos. Además, adoptó un sistema de servofreno Todo ello permitió que el Renault 7 se mantuviera vigente y como una buena alternativa en un mercado en el que habían aparecido o estaban por llegar nuevos modelos pequeños como el Ford Fiesta, el rediseñado Seat 127 con una nueva versión de 5 puertas o el Citroën Visa.
El último Renault 7, el GTL, se lanzó en 1980, dos años antes del cese de producción y sustituyó al TL comercializándose como versión única hasta su descatalogación en 1983. Respecto del 7 TL se reconocía por unos retrovisores de mayor tamaño, pero en el habitáculo estrenó unos asientos más envolventes, con reposacabezas y tapicerías de mayor calidad, nuevas teclas para accionar diferentes funciones y una consola que permitía el montaje de una radio.
La principal novedad del GTL era, sin embargo, el motor. Renault montó una evolución del motor de 4 cilindros Sierra con 1.108 c.c. y 45 CV, el mismo propulsor que montaron las últimas variantes del Renault 4 y el Renault 6. Aunque perdía 5 CV, era más suave y silencioso y, sobre todo, más elástico, lo que mejoraba el rendimiento y rebajaba el consumo.
Entre las cuatro versiones comercializadas sumaron 159.533 unidades de un coche que se vendió sólo en España y que permitió que, en 1979, Renault lanzara el Renault 5 con carrocería de 5 puertas. Esta variante aprovechó la batalla larga y las puertas del 7 y sólo se modificó su parte trasera, recortando el voladizo, eliminando el maletero y manteniendo la estética y el portón del Renault 5 original de 3 puertas.
Todavía tenemos en casa el Renault 7 de mis abuelos, cuidado y casi nuevo como el primer día. Qué maravilla.