El primero de la historia
Si el lujo y el confort se tuvieran que transformar en un SUV, seguro que lo harían en el Bentley Bentayga. Y es que, aunque parecía difícil que una marca como del estilo de Bentley “cayera” en las redes de los SUV, así ha sido. El Bentayga es el primer SUV de la marca y -en el caso de la versión que hoy probamos- el primer modelo diésel en la historia de Bentley. El lujo y la calidad están presentes en cada rincón, pero también la tecnología de última generación.
Y es que este primer SUV de la marca dispone del mismo propulsor que el Audi SQ7, es decir, de un 4.0 litros V8 TDI biturbo de última generación, que desarrolla una potencia de 435 cv y un par máximo de 900 Nm. Pero no todo lo bueno está en el motor. La tecnología sigue con la suspensiones neumáticas y amortiguadores adaptativos, así como sistemas de seguridad de última generación. Habrá quien piense que estando disponible el Bantayga con motor 6.0 W12 TSI y 608 cv difícilmente puede interesar el diesel. Creo que después de leer esta prueba puede cambiar de opinión.
Para gustos...
El Bentayga Diesel -igual que su hermano de gasolina- hace gala de un diseño marcado por el lujo y por un estilo hasta cierto punto atractivo. Frontalmente destaca una gran parrilla de rejilla negra con contorno plateado -marca de la casa- las dos ópticas redondas de luces Led por cada lado y las entradas de aire que dan cabida a las luces antiniebla. Lateralmente toma protagonismo el “nervio” que nace del paso de rueda delantero, los “musculados” pasos de rueda traseros y unas llantas que, en el caso de nuestra unidad, eran de 21”.
En mi opinión la zaga es bastante sencilla pero no por ello menos interesante. Destacan las dos salidas de escape específicas, los pilotos traseros, que de alguna manera simbolizan la B de la marca y el spoiler del techo qué hace un guiño a la deportividad. En conjunto, la imagen del Bentley puede gustar más o menos pero es imponente, no en vano mide 5,14 metros de largo, 1,99 m de ancho y 1,74 m de alto.
Lujo en el interior
El Bentley es lujoso en general no hay ninguna duda pero quizás donde más se nota es en el interior del habitáculo. El confort de las plazas delanteras -y también el de las traseras, con calefacción de serie- es extraordinario. Las delanteras tienen, opcionalmente por 3.808 €, ajuste eléctrico en 22 posiciones, masaje y ventilación. El habitáculo puede tener cuatro, cinco o siete plazas. Nuestra unidad de pruebas disponía de siete plazas, es decir, de tres filas de asientos. Y como el motor no es lo único que el Bentayga comparte con el Q7 -la plataforma también- el mecanismo de plegado eléctrico de los asientos de la tercera fila, los propios asientos y las cotas, son similares a las del alemán.
Igual que ocurre en el Q7, las plazas de la tercera fila son muy justas y la capacidad del maletero varía, lógicamente, según se disponga de siete, cinco o cuatro plazas. En configuración de cinco, el maletero del Bentley ofrece 484 litros. Como era de esperar dispone de apertura y cierre del portón eléctrico y de la ya cada día más habitual apertura de manos libres. Opcionalmente se puede disfrutar de un conjunto de picnic que se compone de tres compartimentos de piel y una plataforma deslizable que sobresale de maletero.
Calidad
La calidad y los detalles están presentes en cada rincón y, si no, mirad lo que incluye -por ejemplo- el paquete Mulliner Driving Specification. Si nos decidimos por este pack a la hora de adquirir el Bentayga, por 13.344 € dispondremos de acolchado de forma de diamantes en asientos y puertas, emblemas Bentley bordados, interior en dos tonos, pedales deportivos en aluminio perforado, revestimiento de techo en cuero, tapicería de cuero en gama extendida de colores, tapones de depósito de combustible y aceite acabado joya y llantas de aleación -285/45 R21- de 7 radios dobles.
En cuanto a ayudas de conducción y seguridad, Bentley ofrece el paquete City Specification que, con un precio de 5.885 €, dispondremos de aparcamiento asistido, función City Safeguard con aviso de peatones, reconocimiento de señales de tráfico, cámara Top View, detector de vehículos en movimiento al circular marcha atrás y retrovisores exteriores con antideslumbramiento automático. Por su parte, el pack Touring Specification -8.410 €-incluye la alerta de colisión frontal con frenado automático, control de crucero adaptativo, Head-Up Display, asistente de mantenimiento de carril, Traffic Assist y visión nocturna.
Opciones caras
El equipo de audio que Bentley ofrece opcionalmente es el Naim for Bentley Premium y cuesta 8.980 €. Sí, un coste elevado, pero la calidad de sonido es espectacular. Disponer de dos tablets Android de 10” en los respaldos de los asientos delanteros cuesta 7.650 € y cortinillas eléctricas en las ventanillas traseras 2.213 € Y así, podríamos estar enumerando opciones durante bastante tiempo. Son muchas las posibilidades de equipamiento que ofrece Bentley.
Los materiales del interior están rematados a mano por especialista que han trabajado y cosido el cuero, el acabado de la madera que hayamos escogido entre las muchísimas opciones que propone la marca está “creada” específicamente, podremos escoger entre los diferentes cueros y colores disponibles y entre detalles como el reloj Mulliner Tourbillon by Breitling del salpicadero. Pero hay detalles menos “personalizados”. El cuadro de instrumentos es muy similar al del Audi y comparte la mayoría de mandos con el alemán y, aunque los gráficos son diferentes y la disposición de los menús también, la pantalla de 8” del navegador y conectividad, situada en la parte superior de la amplia consola central, es también similar a la del Q7. En realidad comparten muchas cosas…
Qué gran motor
Y no me refiero a sus dimensiones. Sin duda, la “adopción” del motor del SQ7 ha sido todo un acierto por parte de Bentley. El fantástico 4.0 V8 TDI de última generación, equipado con dos turbocompresores y un compresor eléctrico que “ayuda” a eliminar casi completamente el “lag” habitual en los propulsores sobrealimentados, dispone de 435 CV entre 3.750 y 5.000 rpm, y un “pedazo de par” de 900 Nm 1.000 y 3.250 rpm. Nada mal.
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El propulsor va asociado a la transmisión ZF de 8 velocidades con tracción a las cuatro ruedas. Sus “números” no son nada despreciables: acelera de 0 a 100 km/h en 4,8” y alcanza una velocidad máxima de 270 km/h -20 km más que el SQ7-. Según la marca, el SUV diesel de lujo más rápido del mundo. Equipa suspensión neumática activa e independiente en ambos trenes, que se puede regular en dureza y altura a través del mando situado en la consola, con ocho modos de conducción -cuatro para asfalto y cuatro para off-road- con ajuste de altura en cuatro posiciones.
El sistema opcional Responsive Off-Road Setting actúa sobre varios parámetros del vehículo -control de tracción, ABS electrónica del cambio y tacto de dirección, en función del terreno por el que estemos rodando, mientras el sistema Bentley Dynamic Ride -también en opción- controla la inclinación de la carrocería, que en los coches con el centro de gravedad elevado y de gran peso como el Bentayga -que supera los 2.500 kg- es notable. La dirección es variable con asistencia eléctrica y para cuando nos atrevamos a sacarlo del asfalto, dispone de control de descenso que se puede configurar a velocidades de entre 2 y 30 km/h.
¿Es diésel?
La sonoridad en el habitáculo es muy buena y realmente parece que no estés conduciendo un diésel. Si a eso le añadimos una calidad de rodadura excelente y un gran aplomo en cualquier circunstancia, no es de extrañar que sea un lujo -nunca tan bien dicho- conducir el Bentayga diésel. En configuración estándar, la suspensión es blanda -no olvidemos que pesa dos toneladas y media- y en zonas viradas pide más firmeza. No hay problema. Seleccionando el modo Sport de la suspensión, junto al trabajo de las estabilizadoras activas -Bentley Dynamic Ride-, el Bentayga es otro coche y permite alegrías en conducción alegre que sorprenderán a más de uno.
En este modo, es muy estable, gira bastante plano -aunque parezca raro decir eso de un coche de su peso y envergadura- y no es lento en los cambios de dirección. Por supuesto, todo ello va ligado una respuesta de motor “bestial” que nos acompaña en todo momento. En cuanto rozamos el acelerador tenemos potencia y si lo hacemos “con ganas” nos quedaremos pegados a sus lujosos y cómodos asientos. Desde 1.000 rpm, tendremos potencia y, como podéis imaginar, la sensación es mayor si tenemos en cuenta que a 5.000 rpm ya se ha acabado todo.
Todo al instante
Como es lógico en un diésel, el rango de utilización es corto pero muy, muy intenso, especialmente si el propulsor dispone de 900 Nm desde 1.000 rpm y va acompañado a una caja de cambios tan efectiva como la ZF de ocho marchas del Bentayga. En zonas rápidas el aplomo y la suavidad de marcha es notable y, desde luego, invita a viajar con él. Los consumos no se fueron más allá de 9,0 litros en conducción suave y aprovechándonos del modo “vela” que propone el cambio.
Sacando partido de sus 435 cv y con ganas de sentir su brutal aceleración, los 11,0-12,0 litros aparecen el en indicador. En todo caso, un buen consumo para un coche de estas características. Frenada efectiva aunque con un tacto de pedal que inicialmente te hace pensar en que nos faltará freno para detenerlo. Sólo un sensación. Pisando con ganas, se detiene sin problemas.
También en off-road
Sí, ya se que puede parecer frívolo decir que un coche de las características del Bentayga -que cuesta 202.508 €- y que con extras se puede acercar a los 300.000 €, lo podemos “meter” en off road y disfrutar, pero es así. En pistas, incluso a buen ritmo, transmite lo mismo que en asfalto, es decir, suavidad, aplomo y efectividad. Apenas hay vibraciones y rebotes secos de la suspensión que, lógicamente funciona en altura y modo off-road. Lo cierto es que me sorprendió su finura de marcha en este terreno, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra unidad montaba llantas de 21”.
No vamos a decir que es un TT puro, desde luego que no, pero en zonas más complicadas, con la suspensión en el modo más elevado y el trabajo de la electrónica, le permiten ser bastante más efectivo de lo que parece. La distancia entre ejes -2.995 mm- le condiciona cuando las cosas se complican, pero una altura libre al suelo de 245 mm, un ángulo ventral de 22 grados y unos ángulos de entrada y salida de 25, le permiten ser práctico en este tipo de terreno. No dispone de reductora pero el control de descenso será un buen aliado para cuando nos atrevamos a explorar zonas más excitantes.
Sí al Bentayga diésel
Al inicio de este texto, decíamos que quizá los que pensaban que el Bentayga de gasolina con motor 6.0 W12 TSI era la elección correcta, cambiarían de opinión tras leer la prueba. Ignoro si así ha sido, pero lo que puedo asegurar es que este primer diésel de Bentley está a gran altura. Dejando al margen la diferencia de potencia, dinámicamente poco -o nada- tiene que envidiar a su hermano de gasolina gracias a su suavidad de rodadura, estabilidad y a un motor omnipresente que ofrece unas prestaciones fantásticas. Confort, lujo, exclusividad. En mi opinión es una gran opción. ¿Caro?, sí. Pero ya se sabe, el lujo y la calidad…
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