Corvette Coupe
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Espectáculo en rojo

Deportivo americano por excelencia, el Corvette guarda entre su afilada imagen unas prestaciones de auténtico infarto que combina con una conducción de lo más embaucadora. Una legendaria alternativa, que hace frente a los más radicales y eficaces deportivos europeos. El espectáculo está servido.

Vestido de rojo pasión (denominado por la marca 70 Torch red), el Corvette mejora con el paso de los años; la experiencia es un grado y los 50 años de historia que este modelo lleva a sus espaldas otro. En su quinta generación, su poderosa estampa llama la atención de todo aquel que se cruce en su camino.

La estética que despliega este auténtico depredador del asfalto es un ejercicio de estilo en esta versión coupé que mantiene las líneas redondeadas, que fluyen desde su puntiagudo frontal hasta su recortada zaga en la que aparecen incrustados dos pares de grupos ópticos de diseño elipsoidal. Destaca su salida de escape de doble circuito por el que expulsa los humos procedentes de la combustión.

Su carrocería de aspecto musculoso se realza con un calzado impactante: monta neumáticos de diferente radio y dimensión entre ambos trenes. Para el tren delantero se utilizan unos 235/47 en llantas 17. Para el trasero las ruedas adquieren mayor anchura, hasta los 275/40, en llanta 18. Ruedas que están incrustadas en unas sugerentes llantas de cinco brazos que dejan entrever sus pinzas de freno de color rojo, con la inscripción Corvette, en relieve.

Dentro del habitáculo del Chevy nos encontramos un ambiente deportivo, con dos plazas delimitadas por el voluminoso túnel de la transmisión. Los asientos eléctricos facilitan el acceso porque se desplazan hacia atrás. Un sistema de memoria eléctrico recupera la configuración del asiento del conductor, el ángulo de los retrovisores exteriores, el control del climatizador e incluso las emisoras favoritas del sistema de audio "Bose" hasta para tres conductores distintos. En esta personalización también se encuentran dentro de los elementos programables, la alarma, la activación de las luces y la del cierre del vehículo cuando éste se ha dejado abierto.

Una vez al volante disfrutamos de una cómoda posición de conducción gracias a los confortables asientos deportivos tapizados en cuero con ajuste lumbar eléctrico, como elemento opcional.

Como dato práctico de cara al verano cabe señalar que el interior del habitáculo esta cubierto por un techo desmontable que permite guardarlo en el maletero dejando este deportivo en una clara versión targa, en la que disfrutar del sol a techo abierto. También conviene señalar que no disponemos de rueda de repuesto, aunque los neumáticos que calza, unos Goodyear F1 EMT, disponen de secciones laterales reforzadas, que permiten seguir rodando hasta 160 kilómetros, con la rueda pinchada.

Fuerza descomunal

La planta mecánica que mueve a este purasangre es un V8 de 5,7 litros, capaz de hacer relinchar los 344 caballos con los que va dotado hasta hacer vibrar el composite y los refuerzos en fibra de vidrio que componen la carrocería. Dicho propulsor en la versión 2001 tuvo mejoras en los conductos de admisión y en la gestión electrónica, además cuenta con un nuevo colector realizado en material sintético para mejorar el flujo de aire. Dichas mejoras limitanr el consumo de combustible y reducen el volumen de ruido.

Nada más girar la llave de contacto su sonido bronco al más puro estilo made in USA hace las delicias de los amantes a la conducción deportiva. Una vez en marcha, casta y poderío en cualquier régimen, aunque conviene señalar que esta potencia se transmite no con agilidad sino con una fuerza descomunal, prueba de ello es el par capaz de desarrollar, nada menos que 483 Nm a 4.200 rpm.

La elasticidad de este propulsor es total, manteniendo una capacidad de recuperación bestial; basta con que pisemos el acelerador a fondo para recobrar su fuerza. La caja de cambios manual de seis velocidades que acompaña a este propulsor cuenta con unos desarrollos muy largos para reducir el combustible. Un consumo que a ritmos legales se mantiene en unos comedidos 10,3 litros, disparándose hasta los 25,6 en conducción deportiva. Podemos mantenerlo en unos más que aceptables 12,8 litros a velocidades de 160 km/h a regímenes situados en las 2.200 y 2.500 vueltas. El consumo medio durante la prueba fue de 14,6 litros circulando por ciudad, autovía y carretera de montaña.

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Cuenta con un tacto preciso, y aunque no es rápido, la excelencia de potencial se hace patente en cualquier circunstancia no uponiéndonos ni el más mínimo inconveniente. Su embrague, también preciso, no es duro en su funcionamiento.

Conducir en ciudad con este Corvette supone fuertes dosis de atención para no rozarlo, pues su enorme longitud y anchura, de 4,56 y 1,86 metros, respectivamente hace que pase justo por sitios estrechos. A ello se suma su amplio radio de giro, obligándonos a realizar más de una maniobra.

Un placer terrenal

Una vez en carretera podemos circular realmente rápido pues el control de estabilidad y tracción evita cualquier intención de abandonar la trayectoria, cortando la alimentación y neutralizando cualquier ademán de vernos adelantados por el tren trasero.

Si desconectamos sólo el control de tracción, éste está calibrado de tal manera que en el momento en que comience a deslizarse por el asfalto el tren trasero, se sitúa en su trayectoria ideal, siempre y cuando no nos pasemos a la hora de abrir gas a la salida de la curva.

El "Chevy" permite grandes dosis de divertimento al volante si sabemos sacar la esencia a este deportivo de elevado potencial y propulsión trasera, pues su comportamiento sobrevirador está prácticamente garantizado, si desconectamos los controles de estabilidad y tracción, pulsando un interruptor situado en la parte central del túnel de la transmisión. Con todo ello no resulta difícil de manejar y sí muy efectivo, pues a pesar de sus derrapadas, que hace que haya que trabajar con la dirección como es normal en este tipo de situaciones, basta con saber contener el gas y cortarlo cuando sea necesario para disfrutar al máximo, pues sus reacciones son progresivas, predecibles y controlables. Pero hace falta contar con cierta pericia al volante y en caso de no tenerla conviene conectar el control de tracción y estabilidad.

Las suspensiones, siendo independientes en ambos trenes, continúan recurriendo como elemento elástico a ballestas transversales realizadas de material compuesto, que acusa las irregularidades del terreno al realizar fuertes cambios de apoyo.

En su equipamiento estándar se encuentra el control de suspensión activa, que permite tres modos de reglaje, que van desde una suspensión cómoda a una deportiva, hasta alcanzar una superdeportiva, aunque las diferencias no son abismales, pues conserva un alto grado de confort. El Corvette es una auténtica joya a la que el paso de los años le ha hecho madurar.

Bienvenido Alcántara Víctor M. Gascón

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