La nueva generación del Citroën Berlingo ha nacido con vocación de turismo más que de vehículo industrial adaptado. Ha mejorado en la calidad de los acabados, en el diseño interior y exterior y en la cantidad y calidad de elementos de confort. Con un motor diésel de 100 CV y el acabado máximo Shine completado con numerosas opciones, sale, tal como está la unidad de pruebas, por 19.538 euros si lo matriculamos como industrial (a través de una empresa o para trabajadores autónomos) o por 23.641 euros matriculado como turismo y, por lo tanto, con IVA.
Las marcas están eliminando los monovolúmenes compactos de sus gamas. Algunas mantienen la oferta, como Citroën con su C4 SpaceTourer (antes llamado Picasso), Opel con el Zafira o Ford con el C-Max pero hay otras que han eliminado su oferta en este segmento (el Mazda5 o el Kia Carens ya no se comercializan) y algunas, caso de Renault con el Scénic, les han dado un aspecto más "crossover" que les ha privado de buena parte de su modularidad (en este enlace, primera prueba con el Renault Scénic en video).
La mayoría de modelos de monovolúmenes actuales no serán sustituidos, de manera que las familias con necesidades de espacio deberán, si no quieren adquirir un SUV, el segmento de moda como coche de familia, recurrir a los derivados de vehículos comerciales, ya sean de gran tamaño (Mercedes Clase V (prueba con video en este enlace), Volkswagen Multivan (prueba con video en este enlace), Citroën SpaceTourer (más información en este enlace...) o de formato más compacto como este Citroën Berlingo de tercera generación que hoy probamos.
El Berlingo es un derivado de comercial o, si lo preferís, un vehículo del que, en paralelo, se han desarrollado una versión para carga y otra para pasajeros. Ambas comparten dimensiones pero es evidente que esta última se ha pensado para un uso familiar no profesional. La idea de Citroën es que este coche, disponible en versiones corta y larga (llamadas Talla M y talla XL para que no haya confusión) ocupe, a la larga, el hueco del C4 SpaceTourer que, posiblemente, no sea sustituido por un nuevo modelo.
¿Es el Berlingo un coche que pueda llevar con dignidad la etiqueta de monovolumen familiar? Pues la verdad es que sí. No tiene el refinamiento, por culpa de su origen industrial, que pueda tener un Picasso (como cuesta no llamarle así) pero la plataforma es la misma que la del Peugeot 3008, por ejemplo, y Citroën ha intentado dar al habitáculo una impresión de turismo alejándolo, en calidades y, sobre todo, en equipamiento, de lo que suele ser un derivado de turismo.
La estética es continuista con respecto al Berlingo anterior, sobre todo de perfil, pero el coche sigue el estilo de los recientes modelos de la marca como el C3 (primera prueba en video de este modelo), C4 Cactus (primera prueba en video de este modelo), C3 Aircross (primera prueba en video de este modelo) y C5 Aircross (primera prueba en video de este modelo)) y, sobre todo, y esto es realmente importante, se diferencia claramente de sus dos hermanos, el Peugeot Rifter (primer contacto y comparación con el Berlingo en este enlace) y el Opel Combo (primer contacto en este enlace).
En el frontal, el Berlingo muestra la división de los faros en varias piezas separadas, un capó alto y un aire divertido y juvenil al que contribuyen las inserciones de color alrededor de los antiniebla, por ejemplo, o los pasos de rueda en negro, propios del paquete exterior XTR añadido al acabado Shine de nuestra unidad de pruebas. Por detrás es también algo continuista, con los pilotos muy verticales en posición bastante elevada.
Este coche mide 4,40 metros de largo por 1,84 de ancho y unos más que notables 1,88 metros de alto. Estas dimensiones generan un coche realmente espacioso en una longitud razonable, propia de un compacto, una anchura que permite sentar a tres personas en asientos individuales en la segunda fila y la posibilidad de montar una tercera fila de asientos en caso de necesidad. La opción de siete plazas existe tanto en esta versión como en la Talla XL que mide 4,75 metros de largo. Para los que necesiten un coche de siete plazas de uso habitual, la versión larga es la elección lógica ya que su tercera fila es más amplia y es corredera, no así la del Talla M. Nuestra unidad de pruebas prescindía de esta tercera fila.
Un cinco plazas real
La segunda fila, en cambio, sí os la podemos mostrar y explicar perfectamente. Está integrada por tres asientos individuales (ojo, sólo en esta versión Shine, que la lleva de serie ya que en el resto de acabados inferiores se sustituye por una banqueta convencional partida en relación 60/40). Estos asientos son fijos (no son desplazables) pero pueden plegarse y, una vez hecho, quedan completamente planos facilitando la carga.
La sensación de espacio detrás es muy importante. El acceso es cómodo gracias al gran tamaño de las puertas correderas (una en cada lado en este apartado y sólo en el lado derecho en las versiones menos equipadas) y una vez dentro, cada ocupante cuenta con un asiento de buenas dimensiones (los tres son iguales) y espacio muy generoso tanto hasta el techo, que queda muy lejos, como para las piernas. Además, hay numerosos "gadgets" para facilitar la vida a bordo, el más destacable la presencia, por fin, de elevalunas eléctricos en las puertas traseras, algo que no tenía la generación anterior.
Las puertas correderas son grandes, lo que equivale a decir que son, además pesadas. Al no disponer de asistencia eléctrica ni en opción, se convierten en uno de los inconvenientes del coche. Abrirlas no supone ningún problema aunque pesan pero cerrarlas ya es otro cantar. Los niños, usuarios habituales de las plazas traseras, tienen problemas para arrastrarlas ya que el tirador queda en una posición retrasada y las puertas deben vencer el punto de anclaje que las mantiene fijas una vez abiertas. Para los niños de entre 12 y 14 años, que ya no usan sistemas de retención infantil pero no tienen todavía la fuerza de un adulto, cerrar las puertas resulta difícil.
Las plazas delanteras son también amplias y cómodas aunque los asientos tienen poca sujeción. El diseño del salpicadero es convencional (decimos estos porque su hermano, el Peugeot Rifter ha adoptado el i-cockpit de Peugeot con volante pequeño y la instrumentación elevada que se consulta por encima del mismo). Tiene una instrumentación convencional, un volante de dimensiones normales y una pantalla central, no integrada y situada en una posición alta. Destaca además por tener muchos huecos para objetos y el cambio en una posición elevada. El diseño se inspira en el del resto de modelos recientes de la marca con formas cuadradas con bordes redondeados y elementos que recuerdan las maletas antiguas.
La pantalla central es la habitual en los modelos de PSA pero con una salvedad. Puesto que sólo es de serie en este acabado Shine y la mayoría de Berlingo no llevarán la pantalla, la marca ha sacado los mandos de la climatización de la misma y los ha colocado justo debajo lo que nos parece una buena idea que deberían copiar el resto de modelos de Citroën, Peugeot y DS que eliminan estos mandos físicos y obligan a pasar por la pantalla para modificar los parámetros del climatizador (temperatura a derecha e izquierda, caudal y salidas en este caso). La instrumentación puede completarse con un head-up display de proyección sobre una lámina de metacrilato.
Otra de las características interesantes de este coche es su gran número de huecos para objetos y de elementos de confort interior. Hay huecos por todas partes, algunos imposibles de encontrar en otros modelos. Un ejemplo son las bandejas sobre los parasoles interiores, perfectas para papeles. Delante del acompañante hay dos guanteras, hay un hueco detrás de la pantalla central y una gran guantera debajo del cambio. Además, los huecos en las puertas son también grandes. Lo que no nos gustó es el espacio entre los asientos dónde sólo hay una bandeja sobre el piso, muy baja y prácticamente inutilizable.
Los pasajeros traseros disfrutan de bandejas tipo avión, bolsas en la parte de atrás de los asientos delanteros, trampillas bajo el piso, con una capacidad notable, para juguetes, por ejemplo y compartimientos en el techo. A lo largo de todo el techo hay un plástico traslúcido bastante ancho que permite dejar objetos encima, justo debajo del cristal del techo. Una serie de piezas de plástico transversales permite compartimentar el espacio para que los objetos no vayan arriba y abajo durante la marcha.
Suscríbete a la newsletter
Si quieres estar al día de nuestras noticias, tienes que tener una cuenta en coches.net.
Por otro lado, en la parte trasera hay un "mueble" de techo también para dejar cosas. Tiene una puerta de acceso desde el maletero al estilo de un maletero de avión grande pero, además, permite el acceso desde la fila trasera a través de dos puertas deslizantes de tipo cortinilla. Otros gadgets interesantes son los del llamado paquete familiar, que incluye un segundo retrovisor interior para ver las plazas traseras (demasiado pequeño y sin espejo de cristal ya que es un adhesivo con acabado de espejo que tiene esa misma función) y las cortinillas parasol para las puertas traseras, muy útiles.
El maletero es enorme. Tiene una capacidad de 775 litros y se accede a él a través de un portón de grandes dimensiones y apertura convencional (hay otras versiones menos equipadas en que se montan dos puertas asimétricas de tipo armario como en las versiones industriales). Además de formas muy regulares y un umbral de carga bajo, el maletero está bien equipado con una bandeja rígida que puede colocarse en su posición habitual o a media altura para compartimentar el espacio. Además, la luneta trasera tiene apertura independiente, lo que facilita dejar los abrigos u otros objetos no muy pesados sin necesidad de abrir el portón entero.
La segunda fila se abate contra el piso y queda completamente plana y, además, podemos abatir también el asiento del acompañante hacia delante generando un espacio de hasta 3,05 metros entre el borde de carga y el salpicadero. Con ello, el Berlingo muestra su polivalencia, su facilidad de carga y su volumen útil, una de sus grandes virtudes.
Versión tope de gama
El equipamiento de serie de esta versión Shine es completo con faros y limpias automáticos, regulador de velocidad con limitador, sistema de reconocimiento de señales, aviso de salida involuntaria de carril, aviso de posibilidad de colisión, antinieblas, freno de mano eléctrico, sensor de aparcamiento trasero, faros diurnos de LED, barras de techo negras y todos los huecos para objetos señalados salvo el techo "modutop". Entre los opcionales destacan una toma de corriente de 220 voltios, el cargador inalámbrico, la cámara de retrovisión con visión de 180 grados, el volante de cuero, el climatizador, el control de ángulo muerto, el acceso y arranque sin llave, el head-up display, ya mencionado, y el navegador.
El precio de la unidad probada, que llevaba buena parte de los elementos mencionados como opción más el paquete XTR es de 19.538,35 euros sin IVA ya que este es un vehículo que las empresas y los particulares que estén dados de alta como autónomos pueden comprar como un vehículo industrial. Una vez aplicado el IVA y matriculado como turismo, nuestro Berlingo de pruebas costaba 23.641 euros, un precio lógico teniendo en cuenta el tamaño y el equipamiento del vehículo.
Esta unidad disponía del menos potente de los dos motores diésel, ambos de 1,6 litros y con potencias de 100 y 130 CV. Después de probarlo durante una semana desaconsejamos esta versión de 100 CV para aquellos que vayan a usar el coche como modelo familiar con frecuencia. La diferencia de precio de 1.750 euros justifica la compra de la versión más potente. El motor de 100 CV se queda corto para los más de 1.400 kilos en vacío de este coche así que, con carga, se notará todavía más.
El problema está en la poca fuerza del motor a bajas revoluciones y en la manera como se acaba su entrega de potencia sobre las 4.000 vueltas. Eso hace que resulte muy poco elástico ya que solo rinde a la altura de lo esperado entre 2.500 y 3.500 rpm, un margen muy estrecho. Sin punch en las recuperaciones, sobre todo en subida, tiene además el lastre de contar con una caja de cinco marchas, con desarrollos bastante largos. Una de las ventajas del motor de 130 CV, potencia al margen, es que va acoplado a una caja de seis marchas, con las intermedias más cortas, de manera que el panorama cambia radicalmente.
En la presentación del coche nos sorprendió el buen rendimiento del 130 CV de manera que, después de probar este de 100, nuestro consejo es irse directamente al más potente. La caja de cambios, con desarrollo largos, consigue un consumo aceptable en autopista (unos 6,5 litros a 120 km/h. estables) pero el hecho de tener que jugar mucho con las marchas en carretera hace que el consumo aumente hasta más cerca de 8 litros, lejos de los 4,3 que tiene homologados en consumo medio.
Perezoso pero estable
En carretera el Berlingo demuestra que su plataforma es de turismo (es la misma que utilizan el Peugeot 308 y los SUV de PSA, del Peugeot 3008 al nuevo C5 Aircross pasando por el Opel Grandland X o el DS7 Crossback). Se trata de un chasis muy polivalente que ofrece un aplomo de marcha muy notable que el Berlingo aprovecha. Pese a tratarse de un coche alto, tiene una buena estabilidad en todo tipo de firmes.
Además, como buen Citroën, es un coche bastante cómodo salvo al superar baches fuertes (ralentizadores, por ejemplo). Entonces, el eje posterior demuestra que está pensado para recibir cargas elevadas en las versiones industriales y se muestra duro, con un rebote notable. Fuera de estas circunstancias y sin llegar a ofrecer el confort de un turismo compacto, el Berlingo es un coche que no balancea en exceso y que absorbe bien las pequeñas irregularidades del piso.
En autopista el único punto negativo es su elevada rumorosidad, consecuencia de derivar de un modelo industrial, menos refinado en este apartado y de tener un habitáculo muy grande, muy propenso a amplificar el ruido generado. El confort y la estabilidad son destacables y el coche permite viajar con una gran sensación de espacio y con una posición de conducción que resulta confortable y dominante, con excelente visibilidad.
En carretera, los límites los ponen el conjunto motor-cambio ya que el chasis se comporta muy bien. La dirección es precisa, los frenos cumplen sin problemas pero el motor, poco elástico como hemos dicho, obliga a cambiar con mucha frecuencia de manera que el confort de conducción no es su fuerte. Además, hay que tener los adelantamientos muy claros ya que el motor recupera con pereza y el coche no tiene una salida rápida. Todo eso, insistimos, se soluciona optando por la versión más potente en diésel que además, gasta un poco menos.
El Berlingo, en definitiva, ha dado un salto hacia delante muy notable en muchos apartados. Es más refinado que su antecesor (sin llegar a ser homologable a un turismo), está mucho mejor acabado, sin tanta sensación de "plástico barato", ofrece mucho espacio, tanto delante como, sobre todo, en su excelente segunda fila con tres asientos individuales, lo que equivale a tres plazas reales) y tiene un maletero en el que cabe absolutamente todo. Bien equipado, con opciones propias de turismos de gama media y a un precio razonable, es un verdadero coche familiar que, tal como está el mercado de los monovolúmenes, cumple perfectamente la función que encomendaríamos a estos últimos.
Muy bueno, pero precio elevado. Me gusta m¿s el Rifter, que es m¿s caro, pero el precio es justificable