Un descapotable para todos (y todas)
La marca francesa ha puesto a la venta en nuestro país la versión con techo de lona del Citroën DS3. El “hermano rico” del Citroën C3 recibe una variante que lo hace más atractivo si cabe, sumando a su cuidado diseño la posibilidad de circular a cielo abierto -un lujo del que podemos disfrutar en nuestro país durante buena parte del año-.
El Citroën DS3 Cabrio me ha hecho revivir sensaciones parecidas a las que tuve durante la prueba del Mini Paceman. Es otro de esos coches que entran por los ojos; otro de esos coches que hacen girar cabezas a su paso. Comparte con el modelo británico ese toque de distinción, elegante y sin embargo muy desenfadado. Atrae miradas y curiosidades por igual, en parte por su relativa exclusividad (es un automóvil algo caro para su tamaño) pero también porque no es un coche para cualquiera. Como sucede con el Mini, quien compra este coche quiere un DS.
Otra similitud entre el Mini Paceman y el Citroën DS3 Cabrio es el segmento de mercado al que ambos pretenden atacar: hombres jóvenes, sin ataduras familiares y con una cuenta bancaria más o menos desahogada. El caso es que conduciendo cada uno de estos automóviles he llegado a hacerme la misma pregunta: ¿realmente este es un coche para hombres? Olvidando posibles maniobras de marketing -y de camino, mis propios prejuicios- es innegable que estamos ante una nueva generación de automóviles, digamos, unisex, que pueden atraer más a hombres o mujeres sólo con ejecutar pequeñas variaciones en su configuración.
DS3 + cabrio = DS3 Cabrio. Así de sencillo.
Pero dejemos atrás estas disquisiciones para centrarnos ahora en las cualidades "tangibles" del DS3 Cabrio. Su mayor punto de interés, cómo no, se encuentra en ese techo retráctil de lona. Como queda patente en estas fotografías, no estamos ante un verdadero descapotable como pueda ser el Mini Cabrio, ya que el DS3 preserva los montantes de los pilares B y C.
Así, con excepción del propio techo de lona, la estructura de la carrocería permanece casi intacta respecto del DS3 convencional; tanto es así, que a menos que observemos el coche desde lo alto o por detrás, cuesta encontrar diferencias estéticas. Es más, sus dimensiones también son idénticas: 3.95 m de largo por 1.72 m de ancho y 1.46 m de alto. El peso total no se ve sacrificado en gran medida por la presencia del techo de lona, que sólo agrega 25 kilogramos al peso de un DS3 equivalente.
La zaga presenta dos características que sin duda llamarán nuestra atención. La primera de ellas lo hace a través de la estética, con unos pilotos traseros (de serie en el acabado Sport, opcionales en el resto) que juegan con espejos y diodos LED para producir un curioso efecto tridimensional que parece extenderlos infinitamente hacia el interior.
Mucho más decepcionante es la otra gran diferencia con el DS3: la puerta de acceso al maletero. Es tan pequeña que la palabra “puerta” casi le queda grande: la boca de carga supera por poco los 25 centímetros de altura, suficientes para hacer pasar un trolley pequeño pero nada que le supere en volumen.
El acabado Sport luce además un generoso difusor trasero, bajo el que asoman unos llamativos escapes con terminaciones de acero pulido.
El poder de la combinatoria
Uno de los atractivos de la línea DS es su capacidad de personalización. El DS3 Cabrio permite combinar siete colores de carrocería con tres colores de techo distintos (si bien el acabado Sport se reserva el techo de lona ‘Graphique’) y hasta seis tapizados distintos de tela o cuero para los asientos.
El DS3 Cabrio está disponible en tres niveles de acabado. Si elegimos el más básico, llamado Design, ya tendremos de serie el volante de cuero regulable en altura y profundidad con mandos para el sistema de audio MP3, ordenador de a bordo, faros antinieblas delanteros, lunas traseras oscurecidas, 6 airbags, control de estabilidad y limitador de velocidad. Con este equipamiento y el motor de gasolina 1.2 VTi de 82 CV (un pequeño tricilíndrico cuyo buen rendimiento ya comprobamos en nuestra prueba del Peugeot 208), podremos adquirir un DS3 Cabrio por 17.130 euros; precio que ya incluye el descuento de 1.200 euros que actualmente ofrece la marca. Se trata, pues, de uno de los descapotables más económicos de nuestro mercado.
Si preferimos un motor diésel, la única opción disponible es el 1.6 HDi de 92 CV (un motor nuy completo que también hemos probado en el Peugeot 208) con cambio automático pilotado y nivel equipamiento Style, que incluye de serie aire acondicionado, llantas de aluminio de 16”, luces diurnas LED, y un curioso perfumador de ambiente. Su precio es de 21.360 euros. Con el mismo acabado, también existe un motor gasolina atmosférico 1.6 VTi de 120 CV, perfectamente apto para el día a día pero con una respuesta algo limitada a menos que lo subamos de vueltas.
Nuestra unidad de pruebas equipa el motor de gasolina más potente, un 1.6 THP turbo de 156 CV con cambio manual de 6 velocidades. Este propulsor sólo está disponible con el nivel de equipamiento Sport, el más completo del catálogo, que incorpora climatizador, llantas de 17” en aluminio oscurecido, sistema de audio de alta fidelidad con toma USB y Bluetooth. Sin equipamiento extra ya nos vamos a los 23.050 euros, al que sumando las opciones elegidas por la marca para nuestro coche de prensa (pintura metalizada, asientos de cuero, navegador, reposabrazos delantero y sistemas automáticos para luces, limpiaparabrisas y retrovisores) asciende hasta los 25.440 euros.
Sin capota; y sin embargo, sin techo
El accionamiento eléctrico del techo es similar al que conocemos del Fiat 500C. Respecto de aquel modelo, encontramos dos ventajas en el DS3 Cabrio: se pliega completamente en sólo 16 segundos (25 s en el utilitario italiano) y además podemos accionarlo incluso aunque circulemos a 120 km/h (60 km/h en el Fiat, un límite de velocidad similar al de otros descapotables). Aunque podemos controlar su apertura con precisión, existen tres posiciones prefijadas: una para descubrir sólo la fila delantera, otra que abre el techo hasta justo por detrás de la fila trasera, y una tercera que pliega todo el techo (luneta posterior incluida) sobre la bandeja del maletero.
La insonorización con el techo cerrado es aceptable. Queda, eso sí, bastante lejos de la que encontramos en el DS3 con techo rígido, algo que notaremos especialmente si vamos sentados en la fila de atrás, aparentemente menos aislada del ruido exterior. Con la capota plegada, y gracias al deflector retráctil situado sobre la luneta delantera, llegan pocas turbulencias al asiento del conductor incluso a alta velocidad -el ruido aerodinámico sí invadirá claramente el habitáculo-.
La fila de asientos trasera sí se verá afectada en todo momento por el flujo de aire, aunque no molesta demasiado mientras se circule a baja velocidad. En autopista, nuestros pasajeros pueden sentirse incómodos, sobre todo si no plegamos el techo por completo. Vistos los inconvenientes, para afrontar largos trayectos a cielo abierto resulta preferible hacerlo sin más de un (o una) acompañante y con el techo replegado al máximo para limitar las turbulencias.
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Ideal para viajar en pareja -y con maletas pequeñas-
El habitáculo del Cabrio es muy similar al del DS3 "estándar". El conductor y su acompañante se ven muy bien tratados en este coche, y disponen de espacio de sobra (incluso vertical, a menos que se acerquen al metro noventa de estatura). Los asientos delanteros, de corte deportivo, se ocupan en realidad de ofrecer confort, más que sujeción lateral. Molesta bastante el reposabrazos opcional, ya que interfiere en todas nuestras maniobras de cambio de marcha; al final es preferible mantenerlo replegado todo el tiempo.
Encontrar una postura de conducción cómoda es tarea fácil, ya que el volante es regulable en altura y profundidad. Aun así, el ajuste longitudinal del asiento es lo bastante escalonado como para no encontrar la distancia perfecta a los pedales. También el volante puede quedar más alejado de lo deseable. La posición de conducción algo elevada facilita mucho la visión de todo lo que suceda ante nosotros.
Aunque este coche está homologado para cinco ocupantes, en la práctica es mejor no pasar de cuatro: las plazas traseras son algo estrechas, y la central apenas utizable por su falta de anchura y mullido. Hay poco espacio para las piernas pero sobre todo para la cabeza, que tocará fácilmente con el revestimiento del techo.
Como decíamos anteriormente, el acceso al maletero se ve penalizado por su minúscula boca de carga. Y es una lástima, porque el espacio disponible no se ha visto tan perjudicado: ofrece 245 litros (sólo 40 menos que el DS3), suficientes cuando menos para el uso diario.
Esconde mucha diversión si queremos encontrarla
El motor turbo 1.6 THP de 156 CV muestra un funcionamiento tan suave que no parece tan potente como lo es en realidad. Destaca más por su medio régimen contundente que por estirada y recuperaciones; pide que lo llevemos entre las 2.000 y 5.000 vueltas para aprovechar su fuerza, levemente mermada por unas relaciones de marcha algo abiertas -ya que disponemos de seis de ellas, ¿por qué no cerrarlas un poco más y dejar la sexta marcha sólo para autopista?-.
Los consumos de este motor no son elevados en relación a la potencia que puede entregarnos: durante nuestra prueba obtuvimos un promedio de 7,1 litros cada 100 kilómetros, combinando trayectos por ciudad, autopista y carreteras secundarias. Para quienes os preocupe su consumo en ciudad, tampoco hablamos de valores demasiado elevados, ya que ronda los 9 litros en un entorno puramente urbano.
Este propulsor, por cierto, nos regala un sonido realmente agradable que podremos disfrutar sobre todo al ralentí y rodando a bajas vueltas. Como contrapartida, su vibración se hace notar bastante cuando gira en la banda de las 2.000 revoluciones por minuto; una lástima, porque la insonorización del motor está por lo demás muy conseguida.
La dirección tiene un tacto muy Citroën. Bastante asistida y suave, cuenta con una desmultiplicación bien ajustada pero tiene la pega de transmitir poca información sobre lo que sucede en el exterior. Esta falta de sensibilidad es aplicable también a la pisada del eje delantero, que nos hace sentir en cierto modo alejados del asfalto. Tanto la caja de cambio como los pedales tienen un comportamiento intachable.
Los ingenieros de Citroën se han encargado de asegurar la rigidez torsional de este utilitario sin techo, y no cabe duda de que han hecho un buen trabajo. Pocas son las vibraciones que percibiremos en los montantes laterales de la carrocería. El conjunto de chasis y suspensiones refleja una calidad elevada. En conducción deportiva muestra un comportamiento muy noble -salvando la mencionada escasez de tacto en la dirección- y podremos controlar sin ningún problema las posibles pérdidas de motricidad.
Esto significa que no sufriremos latigazos ni reacciones inesperadas al desplazar el peso del vehículo enlazando curvas, siempre que no cometamos el error de pisar el freno durante la trazada (lo que puede provocar alguna oscilación lateral, de aquellas que restan confianza al conductor). Las suspensiones son firmes, pero no lo suficiente como para sacrificar la comodidad de nuestros desplazamientos habituales; buena nota para Citroën, también en este apartado.
La visibilidad es correcta en todas las direcciones; a menos, claro está, que decidamos plegar completamente la capota sobre el maletero. En ese caso, tendremos que confiarnos a los retrovisores laterales. Los faros halógenos ofrecen una iluminación más que suficiente en carretera y autopista. Nuestro coche de pruebas equipaba un práctico sistema de iluminación automática, algo perezoso a la hora de encender las luces de cruce incluso en lugares muy oscuros.
Estilo, calidad y encanto en formato unisex
Llegados a este punto, podemos concluir que el Citroën DS3 Cabrio ofrece todo lo que se puede esperar de un coche de estas características. Su elegancia y capacidad de personalización -e incluso adaptación al gusto de cada sexo- junto con el atractivo añadido del techo retráctil, forman equipo con unas cualidades dinámicas interesantes para redondear un muy buen producto.
Por supuesto, no es un coche para todo el mundo, tanto por razones prácticas (familias con hijos creciditos, absténganse) como por un precio algo elevado si queremos disfrutar de una motorización potente como ésta. Para quienes lo anterior no suponga un problema, el Citroën DS3 Cabrio es una alternativa muy seria a los consabidos Mini Cabrio y Fiat 500C. Y qué demonios: este coche tiene argumentos para enamorar a cualquiera.
De diferentes del turbo y la gestion electronica pero el bloque es el mismo #43
#45 te parece poco?, un conocido tiene el de 120 cv y corre la mitad y gasta prácticamente lo mismo.