Un agradable reencuentro
Estos días al volante del Ford C-Max han sido algo así como reencontrarse con un viejo amigo y dejar que nos cuente cómo le va la vida. El monovolumen compacto de Ford parece encontrarse en buena forma después de tres años en el mercado, con una salud de hierro (se le ve por las calles con más asiduidad que a su pariente cercano, el Focus) e incluso más liviano en la báscula, ya que ha prescindido de su antigua gama de motores de gasolina en favor del pequeño y teóricamente frugal EcoBoost tricilíndrico de sólo un litro de cilindrada y 125 CV de potencia.
Aun no siendo novedades ni el Ford C-Max (de hecho, lo probamos en Coches.net hace tiempo en su versión TDCi 140 CV Powershift) ni tampoco este motor, sí es la primera vez que se combinan entre sí. Por tanto, nos corresponde averiguar si esta nueva combinación de factores da lugar a un producto verdaderamente recomendable.
Para quienes aún no conozcáis el Ford C-Max -¿alguien en la sala?- se trata de un monovolumen de cinco plazas y dimensiones contenidas (4,38 m de largo por 1,86 m de ancho y 1,63 m de alto), íntimamente relacionado por estructura con el compacto Focus y el monovolumen de siete plazas Grand C-Max.
Por lo tanto, este modelo de la marca del óvalo entra en competencia con otros interesantes monovolúmenes de tamaño medio como son los Renault Scénic y Scénic XMod (versión “campera” que recientemente hemos probado en Coches.net), el veterano Seat Altea y el nuevo Citroën C4 Picasso; e incluso puede rivalizar con modelos algo más grandes como el Toyota Verso y el casi perfectamente cúbico Volkswagen Touran.
Tan conocido como bien equipado
El Ford C-Max está a la venta en nuestro país en dos niveles de acabado. El más básico, denominado Trend, tiene un precio base de 19.400 euros con el motor 1.0 EcoBoost de 125 CV. Su equipamiento de serie incluye sistema start/stop, luces antiniebla, retrovisores eléctricos calefactables, llantas de acero de 16”, aire acondicionado, equipo de audio Ford con 6 altavoces y mandos en el volante, ordenador de viaje y control de crucero.
El nivel de equipamiento más completo, llamado Titanium (21.920 euros con el 1.0 EcoBoost) luce algunos detalles decorativos en su exterior pero sobre todo mejora su dotación de serie, incorporando entre otros elementos las llantas de aleación de 16”, arranque sin llave, sensor de luces y lluvia, asistente de arranque en pendiente, sensor de presión de neumáticos, cierre de seguridad para niños, climatizador automático, iluminación interior LED, retrovisor interior autocrómico con espejo para vigilancia de niños, reposabrazos central, volante multifunción de cuero y navegador con pantalla de 5”. A la vista de estos datos, parece claro que la diferencia de precio queda bien justificada.
Además, Ford regala con el nivel Titanium dos paquetes de equipamiento: el primero de ellos, (valorado en 1.000 €) incluye faros bi-xenón y llantas de aleación de 17”; el segundo se compone del active park assist, sensores de parking retrovisores exteriores plegables eléctricamente (otros 500 € de ahorro).
Nuestra unidad de pruebas suma al acabado Titanium numerosos elementos opcionales: pintura metalizada “Marrón glow” (675 €), asientos de cuero eléctricos y
Merece la pena invertir en el completo nivel de equipamiento Titanium.
calefactables (1.600 €), asientos traseros modulables (250 €), navegador con cámara de visión trasera y equipo de audio Sony con 9 altavoces (600 €), paquete Tech (parabrisas térmico, asistente de cambio de carril, reconocimiento de señales de tráfico, luces de carretera automáticas, detección de obstáculos y detector de ángulo muerto: 1.200 €), techo panorámico (900 €), paquete Familiar (por 250 € incluye cortinillas parasol, bandejas traseras plegables y toma de corriente 230V) y, por último, la apertura eléctrica del portón trasero (360 €), que nos facilitará las cosas si transportamos objetos voluminosos. Con todo este equipamiento opcional, “nuestro” Ford C-Max Titanium 1.0 EcoBoost 125 CV tiene un precio de tarifa de 27.755 euros.
Un espacio bien aprovechado
El aspecto exterior del C-Max transmite equilibrio, y por mucho que no deje lugar a la duda sobre su condición de monovolumen, resulta hasta cierto punto armonioso de formas. Su parabrisas muy inclinado proporciona fluidez al perfil del coche, favorecido igualmente por la elevación progresiva de su cintura. Estética aparte, encontramos como puntos favorables la amplitud de las superficies acristaladas y más aún el diseño de
Sentados al volante nos encontraremos en una postura de conducción típica de monovolumen.
las puertas traseras, que aun presentando anclajes pivotantes (a diferencia de las puertas correderas de los B-Max y Grand C-Max), conceden un generoso ángulo de apertura y espacio de sobra para acceder al interior del vehículo con toda facilidad.
Puesto que el C-Max es sólo 14 centímetros más corto que el Grand C-Max, no sorprende que su interior sea bastante espacioso, al menos en cuanto a distancia libre para nuestras piernas. Sentados al volante nos encontraremos en una postura de conducción típica de monovolumen: muy recta y con los pedales bastante cerca. Aun sabiendo que es una posición confortable para muchas personas, en mi caso ha resultado incómoda; no he logrado sentirme a gusto. La visibilidad buena en general, excepción hecha de los gruesos montantes del parabrisas y una luneta trasera bastante pequeña.
Por cierto; los huecos de almacenamiento disponibles en la primera fila no son muy abundantes, y queda la sensación de que podría haberse aprovechado algo mejor tanto espacio.
Los automóviles Ford presentan hoy en día unos interiores de muy buena calidad, bien insonorizados y con acabados impecables teniendo en cuenta el rango de precios en el que nos movemos. Los mandos ofrecen en general muy buen tacto, pero… ¡son demasiados! Por mucho que me lo propuse, no logré completar el recuento de los botones situados sobre el salpicadero y el volante; más aún en este -por otra parte completísimo- nivel de acabado Titanium.
También es una lástima encontrar, porque casi hay que encontrarlo, un minúsculo navegador con pantalla de sólo 5 pulgadas y ubicado lejos de nuestra vista. El asunto de los botones y el navegador queda perfectamente explicado en nuestra videoprueba del Ford B-Max, modelo con el que el C-Max comparte estas particularidades. En favor del sistema de navegación diré que por su funcionamiento me ha parecido uno de los mejores que he tenido ocasión de utilizar; sus oportunas indicaciones habladas me han ayudado a no extraviarme más de lo habitual (cosas de un sentido de la orientación tristemente limitado).
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Sentémonos atrás. La segunda fila está compuesta por tres butacas individuales situadas en una posición elevada. La central es más estrecha y menos cómoda que las otras dos -en las que tampoco nos sobrará espacio para los hombros-, pero es lo bastante útil como para llevar de viaje a un niño que no necesite sillita. Quienes necesiten mayor anchura en la segunda fila de asientos, quizás deberían probar a sentarse en el Renault Scénic y el nuevo Citroën C4 Picasso.
Las tres butacas son plegables e incluso, si adquirimos la opción correspondiente, extraíbles. Si sacamos la butaca central, podremos desplazar en diagonal (hacia atrás y adentro) las dos butacas laterales; una configuración muy interesante que nos permitirá ganar espacio y comodidad para nuestros pasajeros, a cambio de perder capacidad de carga.
Si decidimos extraer alguna de las butacas, comprobaremos lo pesadas que son -queda como consuelo pensar que es consecuencia de su robustez- y el esfuerzo requerido para sacarlas de sus anclajes. Pero en según qué situaciones puede merecer la pena hacerlo, ya que el plano de carga queda muy escalonado con los asientos plegados.
El maletero, a propósito, ofrece una capacidad de carga de 471 litros hasta la bandeja, con todos los asientos desplegados. Nada fuera de lo común, aunque si extraemos las tres butacas traseras podremos alcanzar unos generosos 1.867 litros.
¿Y el nuevo motor EcoBoost?
Como decíamos al principio de nuestra prueba, el EcoBoost 1.0 de 125 CV es el único motor de gasolina disponible actualmente para el C-Max. La gama diésel abarca tres variantes: 1.6 TDCi 95 CV y 115 CV, y 2.0 TDCi 140 CV; esta última disponible con cambio manual o con caja automática Powershift -aquí tenéis nuestra prueba del C-Max TDCi 140 CV automático-.
Los 125 CV de potencia máxima de este EcoBoost de tres cilindros se quedan en realidad algo justos para llevar el coche a plena carga, con unas recuperaciones más bien lentas que debemos compensar "jugando" con la caja de seis velocidades. Las buenas cualidades de los motores EcoBoost de 1.0 litros lucen mejor en coches más pequeños como el Fiesta e incluso el Focus compacto. Pero en coches pensados para trasladar mayor carga, como el Focus Sportbreak o el propio C-Max -que añade a lo anterior una aerodinámica menos favorable- el pequeño propulsor se ve obligado a trabajar más duro, lo que evidentemente desemboca en un menor rendimiento y al mismo tiempo un mayor consumo de gasolina.
Durante los días que duró nuestra prueba, y en los que rodamos a ritmo normal por toda clase de vías, fue difícil quedarse en los 8.4 l/100 km que obtuvimos -sí; unos tres litros por encima de la cifra homologada-. Aunque circulando en autopista y aprovechando el "alivio" de la sexta marcha podemos hacer promedios cercanos a los 7,5 litros, en ciudad no es complicado rondar los 10. Al fin y al cabo, se trata de un pequeño motor de gasolina esforzándose por mover, cuando menos, 1.391 kg de masa.
Sobre todo con el coche cargado a tope, se echa de menos la respuesta del 1.6 EcoBoost de 150 CV que Ford retiró del catálogo a principios de este año. Pero el 1.0 compensa de algún modo sus carencias con un consumo más contenido (sobre todo comparado con el antiguo 1.6 Ti-VCT de 125 CV) y una generación de emisiones por debajo de los 100 gr/km de CO2, con lo que nos ahorramos pagar el impuesto de matriculación. Otro factor menos evidente, pero que a la larga se agradece, es la baja sonoridad del EcoBoost de menor cilindrada.
Un automóvil para disfrutarlo, tranquilamente
Sea cual sea el motor elegido, el C-Max nos invita a viajar sin prisas. Aunque su comportamiento dinámico no queda demasiado lejos del de un turismo compacto, tampoco alcanza el rendimiento de un Focus. Las leyes de la física son implacables: los balanceos laterales se hacen perceptibles, y aún más en sentido longitudinal, en frenadas y
Su comportamiento dinámico no queda muy lejos del de un turismo compacto.
aceleraciones. Tampoco es que estos movimientos lleguen a molestar -Ford ha hecho en realidad un buen trabajo sobre el ajuste de suspensiones y frenos-, pero no es un coche para hacer curvas a ritmo rápido.
También el tacto de la dirección es bueno: preciso, directo, con asistencia suficiente pero no excesiva. La suavidad del volante con el vehículo parado alivia en parte el engorro de tener que maniobrar repetidamente al aparcarlo. En carretera, el volante no llega a sentirse tan “eléctrico” como el de otros modelos de la competencia, evitando así aislarnos demasiado del asfalto.
Tanto los pedales como la caja de cambios manual de seis velocidades muestran un comportamiento intachable. Esta última sitúa la palanca de cambios en una ubicación perfecta, siempre al alcance de la mano. Sus recorridos son cortos y bastante precisos.
Por todo lo comentado, donde más a gusto se siente el C-Max es en autopistas y carreteras de buen asfalto. En este tipo de vías, el C-Max nos premiará con un confort de marcha notable, permitiéndonos viajar con nuestros hijos en un entorno cómodo y silencioso. Aunque quizás esto último no dependa sólo del coche.
Hola escribi hace un añi que se me jodido el motor con 40000km y ford no sw huzo cargo, bueno pues un ali despues, ya esta dando fallos de nuevo hasta el punto k un mecanico de ford me ha recomendado quitármelo de en medio que ha salido muy mal motor ecoboost de 125cv en gran c max, estoy super enfadada alguien se une a mi problema?