Nuevo look, gran motor y un precio de amigo
El nuevo Fiesta ha generado cierta controversia por su morro "a lo Aston Martin" pero en general gusta y, en mi opinión, el notable cambio en el frontal le ha dado un toque más fresco que rompe con lo que suele ser un restyling de media vida, donde habitualmente sólo hay pequeños retoques en faros y parachoques. Este nuevo Fiesta se desmarca de la estética del modelo precedente y se reposiciona en su lucha en un segmento muy duro, con mucha competencia y muchas ofertas en vigor.
Lo más destacable del rediseño general de este modelo es, no obstante, la llegada de los nuevos motores Ecoboost de tres cilindros, unánimemente alabados en el Focus. Se trata de unos ligeros y compactos propulsores turboalimentados de apenas un litro de cilindrada que se ofrecen en dos variantes con 100 y 125 CV. El Fiesta ha recibido ambos y la unidad que hemos probado, en tres puertas y acabado Sport, dispone del más potente, lo que le convierte en el Fiesta más deportivo si exceptuamos el ST del que aquí os ofrecimos en su día un contacto y que aquí comparamos con el Seat Ibiza Cupra.
Este motor ya nos gustó mucho cuando lo probamos en coches como el Focus o el B-Max pero si hay un modelo en el que va como anillo al dedo, éste es el Fiesta. Más pequeño y más ligero que el Focus y más dinámico y aerodinámico que el B-Max, el Fiesta saca todo el partido a un motor de primer nivel que rinde mucho y gasta poco siempre y cuando no apuremos al máximo sus posibilidades.
Y es que en el apartado del consumo, el tricilíndrico tiene lo que podríamos llamar un crecimiento exponencial. Si buscamos que gaste poco utilizando siempre marchas largas y acelerando con suavidad, es un motor muy económico que rara vez pasará de cinco litros, incluso en autopista a velocidad legal. Si le ayudamos a que sea sobrio, es un motor que apenas gasta.
Si nos vamos a medios regímenes y buscamos una conducción ligera, utilizando las marchas como se debe para mentener el motor entre 2.000 y 3.500 vueltas, que es cuando da lo mejor de sí, el consumo se comporta pero estaremos ya cerca de los siete litros. Y si le sacamos todo lo que puede dar; cuidado porqué disfrutaremos mucho al volante con las características de elasticidad y recuperación que nos ofrece este propulsor pero veremos como el consumo crece de manera notable. En conducción deportiva, será difícil bajar de diez litros. Es, por tanto, un motor con dos caras, una cara económica si no abusamos de sus posibilidades y otra más guerrera pero que exige gasolina para rendir a tope.
Ya hemos dicho que es un motor elástico y con mucho par a medio régimen, lo que facilita recuperaciones interesantes y un notable agrado de uso porqué siempre hay respuesta al acelerador. Y eso que los desarrollos tiran a largos, tanto para rebajar el consumo en cualquier marcha como, especialmente, para compensar la ausencia de una sexta relación que, en mi opinión, sólo comportaría beneficios. Una sexta que acortara las marchas de la tercera a la quinta daría un agrado superior a medio régimen al acortar los saltos entre marchas y, con una sexta larga, mejoraría el consumo en conducción tranquila en autopista.
Ya que hablamos del cambio, os diré que es de tacto algo gomoso y con los recorridos algo largos pero las marchas entran sin problemas y con rapidez. Y es que en general, este Fiesta se conduce con facilidad, con una buena respuesta al acelerador, una dirección ligera y precisa que, sin embargo, es poco informativa y una frenada potente que puede modularse con facilidad.
El comportamiento dinámico del coche sigue siendo una referencia en el segmento. Y más en esta versión Sport que cuenta con una suspensión deportiva que, sin llegar a ser la del ST, aporta agilidad a un chasis muy bien resuelto. Los que quieran una suspensión que priorice el confort combinada con este motor deberán optar por la carrocería de 5 puertas, en los acabados Titanium y Titanium X aunque hay que reconocer que Ford es de las marcas que apuestan más por la estabilidad que por el confort en todos sus modelos.
No significa ello que el Fiesta Sport sea un coche duro o inconfortable, pero sí es cierto que la suspensión está pensada para una conducción dinámica y que encaja los baches de manera más notoria para los ocupantes. Por el contrario, es un coche que se sujeta perfectamente y que tiene una notable agilidad en carreteras viradas.
El eje delantero es incisivo y el trasero se coloca realmente bien pero al límite subvira -se nota que no monta el sistema de control de par que monta el ST y que elimina el subviraje- aunque siempre de manera muy precedible. La calidad de tracción es muy buena y el control de tracción apenas interviene, incluso en la salida de curvas lentas, lo que habla muy a favor de la buena puesta a punto del eje motriz. La dirección, además, no tiene reacciones parásitas aunque se agradecería algo más de dureza en la asistencia, en especial en conducción deportiva.
Se trata, por tanto, de un coche con un equilibrio dinámico al que podríamos calificar de perfecto en relación a la potencia del motor. Me explico. Se trata de un Fiesta de vocación deportiva pero sin la radicalidad de un ST. Tiene un motor potente que da mucho juego y un chasis que permite ese juego pero sin llegar a hacer de él un coche inconfortable o difícil de usar en el día a día. Es, en definitiva, un buen coche para usar a diario y con el que divertirse de vez en cuando conduciendo ligero en una carretera de curvas. Ni más ni menos.
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Un Fiesta como todos los demás
Por lo que respecta al habitáculo, las cosas no han cambiado en exceso. El Fiesta sigue siendo uno de los polivalentes de diseño más extremado -aunque el Clio y el 208, con sus pantallas tipo tablet y, en el caso del Peugeot, con su instrumentación elevada- han aportado un aire nuevo a la concepción de los habitáculos.
En este Ford destaca la buena sujeción de los asientos, la calidad de construcción, mejorada con respecto a la generación anterior del Fiesta y propia de un coche del segmento superior, y la buena habitabilidad en las plazas delanteras donde, por el diseño del propio salpicadero, se tiene una notable sensación de amplitud.
No sucede lo mismo detrás. Las plazas traseras son aptas para dos personas -de hecho, el tercer reposacabezas es opcional (40 euros) aunque hay tres cinturones- ya que, por anchura, es difícil que quepan tres. El espacio para las piernas es correcto pero el principal problema es de claustrofobia. Digo eso porqué el corte hacia arriba del lateral del coche hace que la superficie acristalada trasera sea pequeña y, por tanto, la visibilidad hacia fuera es limitada.
La visibilidad, por cierto, es uno de los puntos débiles del Fiesta, especialmente hacia atrás, de manera que los sensores de aparcamiento traseros (incluidos en el pack City que cuesta 350 euros e incluye además los retrovisores plegables eléctricamente y la luz "anticharcos" en la base de los retrovisores) o la cámara de retrovisión, que también cuesta 350 euros, son opciones recomendables.
El maletero, con 290 litros de capacidad, es grande para su tamaño exterior pero, como en la mayoría de polivalentes, tiene una boca de carga alta. La banqueta trasera se divide por mitades asimétricas 60/40 y los asientos quedan muy planos por lo que la capacidad de carga aumenta y resulta muy provechable.
Bien equipado y con regalos
El equipamiento de este Fiesta Sport es correcto -tiene todo lo que se acostumbra a pedir a un coche de este tipo- y, además, todavía puede aprovecharse la oferta de lanzamiento por la que Ford regala el Pack Sony Clima que incluye la radio Sony (de serie lleva una más sencilla) con 8 altavoces, Bluetooth, USB, sistema SYNC con control por voz (este sistema permite gestionar la agenda del móvil e incluye un sistema de llamada de emergencia en caso de accidente), pantalla central de 4,2" y climatizador automático. Este Pack tiene un coste de 550 euros que no se cobran ya que, insisto en que Ford lo regala, pero además, al ser gratis, si se opta por el Pack Nav Clima, éste pasa de 1.100 euros a 550.
La diferencia entre ambos paquetes, además del navegador, es que la pantalla crece de 4,2 a 5 pulgadas, es decir, de muy pequeña a simplemente pequeña. Cuando ves los "tablets" de Clio y 208, todavía se ve más pequeña. Y, por supuesto, no es táctil y se maneja mediante un mando giratorio y una serie de botones incluidos en el equipo Sony. Muy intuitivo no es pero uno se acostumbra.
Entre las opciones destacan también el Active City Stop, un sistema de frenado automático a baja velocidad para circular tranquilamente en los atascos urbanos (300 euros), el control de crucero (150), el acceso sin llave (300), el parabrisas calefactable (200), los cristales traseros oscuros (120) y las llantas de aleación de 17" (150). Son, por tanto, precios asequibles para completar el coche al gusto.
Y vamos ahora con el precio porqué el tema tiene miga. Oficialmente, este Fiesta tal como viene de serie con el regalo del Pack Sony Clima y el sistema Mykey que permite presonalizar una de las llaves para un hijo adolescente (impide que se supere una determinada velocidad y un determinado volumen de la radio, evita que se desconecte el ESP, recuerda con más vehemencia la necesidad de abrocharse el cinturón y avisa con antelación de que el coche está agotando el combustible) cuesta 17.860 euros.
Esos 17.860 euros son el precio de tarifa, bastante en línea con lo que ofrece la competencia pero ahora, las ofertas en vigor pueden rebajarlo hasta 14.810 siempre que se financie una parte con la financiera de la marca. A ese precio se le debe descontar el Plan PIVE si se cumplen los requisitos del mismo con lo que uno puede llevarse un Fiesta Sport muy bien equipado por un precio de derribo de apenas 12.810 euros. Siempre, eso sí, que lo elijamos en azul Báltico o rojo Racing, los únicos colores de la paleta sin sobreprecio. En blanco vale 150 euros más y en el resto de metalizados, bien 375, bien 540, que es lo que os pedirán por el azul Candy de nuestra unidad de pruebas.
Aston martin pertenecia a ford.