Alternativa para germanófobos
Hasta ahora, cuando alguien se planteaba comprar un familiar premium del segmento D, tenía que comprar casi obligatoriamente un coche alemán. El "casi" obedece al hecho de que Volvo sigue ofreciendo el V70, aunque con una gama muy corta limitada a un único motor diésel de 163 CV.
Como es lógico, Audi, BMW y Mercedes se reparten el pastel en este segmento que, en muchos países de la Europa central y del Norte y en otros no tan alejados (Italia y Portugal, por ejemplo) supone un porcentaje muy elevado de ventas en relación a las de la berlina. En España, los break apenas suponen entre un 10 y un 20 por ciento de las ventas (el ratio varía en función del modelo y la Comunidad Autónoma) de estos modelos pero hay países donde los familiares se venden más que las berlinas de las que derivan.
En ese contexto y teniendo en cuenta que su rentabilidad futura pasa por convertirse en una marca premium con unas ventas al alza, Jaguar necesitaba un familiar grande en su oferta. Desde principios de este año, la marca vende en nuestro mercado el XF Sportbrake, un coche que rivaliza perfectamente con el Audi A6 Avant, el BMW Serie 5 Touring o los Mercedes Benz Clase E Estate y CLS Shooting Brake.
El XF Sportbrake está disponible sólo con motores diésel, un cuatro cilindros de 2,2 litros y 200 CV, que es el que llevaba nuestra unidad de pruebas y dos V6 de tres litros de 240 y 275 CV. Jaguar, por tanto, no ofrece con la carrocería familiar ni versiones de gasolina, ni variantes con tracción a las cuatro ruedas (en el XF berlina sí existen aunque vinculadas a los motores de gasolina) ni versiones deportivas. Jaguar ha optado por no desdoblar la gama (sus rivales alemanes sí lo hacen) y limitarse a las versiones más demandadas en un segmento fuertemente dieselizado.
El motor 2.2 es un viejo conocido. Jaguar lo hereda de los acuerdos entre Ford y PSA (cuando Jaguar era propiedad de Ford) y, por tanto, es el mismo bloque que usan el Freelander y el Evoque, los Ford Mondeo, S-Max y Galaxy, el Citroën C5 y el Peugeot 508. En este XF rinde 200 CV, una cifra intermedia entre los 190 que ofrece en los Land Rover y los 204 que homologan los franceses.
El motor tiene un tacto agradable. No es un motor deportivo, lógicamente, pero se le nota lleno, con mucho par a bajas vueltas aunque con una cierta pereza a la hora de desplegarlo. Hasta 2.000 vueltas tiene poco fuelle y luego, entre 2.000 y 4.000 entrega lo mejor de sí, sin aspavientos pero con un empuje notable.
El motor va acoplado a una caja de cambios automática de 8 relaciones (la que llevan todos los XF) con unas marchas superiores muy largas. La caja es suave y parece que no esté ya que los cambios en modo automático apenas son perceptibles. En el modo Sport del cambio, el ruido del motor se hace algo más patente y la caja apura algo más las marchas pero sin que ello suponga que tenga un comportamiento deportivo en ningún momento.
Con las levas situadas tras el volante, puede manejarse el cambio en modo secuencial. Una vez más, el cambio hace alarde de una gran suavidad pero no se muestra muy rápido ni al subir ni al bajar marchas y, como todos los secuenciales, no deja apurar las marchas ya que pasa por si solo a la relación superior cuando se acerca al corte de inyección.
El XF es un coche de tracción trasera y tiene el comportamiento propio de este tipo de modelos. Es un poco más ágil de lo que sería si tuviera el eje delantero motriz pero no tiene el dinamismo de un Serie 5 Touring. En Jaguar han conseguido hacer un coche con un rodar suave y confortable que prioriza el bienestar a bordo a la conducción deportiva.
Pese a ello, han logrado que el XF se muestre casi neutro en su paso por curva, con un ligero subviraje al entrar en las curvas provocado en parte por su elevado peso y por la inercia que suele comportar el circular siempre en marchas largas (el cambio mete siempre la relación más larga posible para reducir el consumo). Lo que no existe, al menos sobre suelo seco, es ningún tipo de sobreviraje.
El motor rara vez llega a poner en aprietos al chasis ya que su potencia queda tamizada por el cambio automático y por la acción de la electrónica correctora. Dinámicamente, por tanto, es un coche de autopista, de los que devoran kilómetros y kilómetros en vías rápidas, siempre en un ambiente relajado y proporcionando un nivel de confort muy elevado.
La suspensión es blanda pero sin que ello afee el comportamiento. Tiene un balanceo normal para tratarse de un coche tan grande y que, cargado, puede superar las dos toneladas de peso pero no mareará a los pasajeros ya que la suspensión no tiene una extensión excesiva. La verdad es que la marca ha conseguido un buen equilibrio en este apartado.
Hay que señalar, eso sí, que la dirección es excesivamente asistida y poco informativa. Es, como todo el coche, muy suave pero filtra en exceso lo que sucede en la carretera. Los frenos, por su parte, cumplen de sobra en un coche con el que rara vez nos lanzaremos a bajar un puerto de montaña apurando las posibilidades de su chasis para oir como chirrían los neumáticos.
Un maletero grande y bastante aprovechable
En un familiar, deben destacar tanto el maletero como la habitabilidad trasera. En el primer caso, no se trata de conseguir una capacidad descomunal sino aumentar la practicidad en relación a la berlina de la que el modelo deriva. En el caso del XF, este Sportbrake tiene casi la misma capacidad que la berlina, con 550 litros contados hasta la bandeja cubreequipajes /El XF de cuatro puertas acredita 540. Es una buena cifra, en línea con la de sus rivales directos alemanes.
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Jaguar no ha previsto poder utilizar toda la capacidad de carga hasta el techo ya que no ofrece de serie una red de separación del espacio de carga integrada en el soporte de la bandeja enrollable, algo que sí ofrecen alguno de sus rivales. La marca británica ha diseñado un separador de acero que se ofrece como accesorio y que protege tanto la parte trasera del asiento posterior como el espacio hasta el techo. Se trata, sin embargo, de un accesorio grande, pesado y de instalación complicada, ideal para dejarlo fijo (los que tengan un mastín, por ejemplo, deberán pedirlo en el concesionario).
El maletero es grande, de formas regulares, aprovechable y relativamente alto (algo habitual en todos los breaks de propulsión trasera ya que el eje trasero es más voluminoso que en otros coches parecidos). Dispone de unas palancas para abatir los asientos desde la parte trasera, está enmoquetado (hay pisos de goma en el listado de accesorios) y tiene cierre del portón eléctrico aunque la luneta no es practicable de manera independiente. Y lleva rieles en el piso donde anclar cintas y redes para sujetar el equipaje y tiene un doble fondo bajo el que podemos situar los triángulos y algunos objetos de pequeño tamaño.
Y, puesto que es un coche que se presta a cargarlo a tope, tiene suspensión trasera autonivelante. Este tipo de suspensiones, con muelles neumáticos en lugar de helicoidales, permite variar su dureza y mantener estable la distancia al suelo de la parte trasera del coche por mucho que la carguemos.
Un habitáculo refinado y agradable
En el habitáculo encontramos esa manera tan Jaguar de presentar un coche. El XF es un coche en el que apetece viajar. Y más en el acabado Premium Luxury de nuestra unidad de pruebas, facturada a 60.100 euros sin opciones (más de 10.000 euros más que la versión Classic con idéntico motor).
El salpicadero tiene un diseño muy limpio y sin excesivos botones. El cambio tiene el habitual mando giratorio que llevan todos los Jaguar y Land Rover automáticos y emerge al poner el coche en marcha. El freno de estacionamiento es electrónico y la mayoría de elementos de entretenimiento se controlan mediante la pantalla táctil central. En este acabado, el navegador es de serie.
Los toques de lujo están presentes en todas partes. El acabado es de buen nivel y, en esta versión, destacan el salpicadero forrado en cuero, las inserciones de aluminio y la tapicería de piel. Y, como en el resto de XF, detalles como el hecho de que las toberas de aireación se abran automáticamente cuando ponemos el climatizador en marcha. Son esas pequeñas cosas que todavía desmarcan a un Jaguar de su competencia alemana, siempre tan seria y tan tecnológica pero sin un gramo de glamour. En el XF, el glamour está mucho más presente aunque luego haya cosas como la instrumentación, que tiene un aspecto triste y ofrece poca información.
La habitabilidad es muy buena. Delante hay espacio holgado para los dos ocupantes y detrás, el Sportbrake mejora la altura al techo de la berlina en casi 8 cm eliminando de un plumazo el único inconveniente que tenía el XF en las plazas traseras. Éstas son generosas, con unas plazas exteriores marcadas y cómodas, con mucho espacio para las piernas. La central, como es habitual, es engorrosa; dura, con el respaldo menos acogedor (tiene metido el reposabrazos extraíble) y con el túnel de transmisión en los pies pero las hay peores.
El equipamiento de serie de este Premium Luxury es excepcional. Lleva casi de todo y lo que no lleva está en una lista de opciones y de accesorios larguísima.
Cuenta de serie con airbags frontales, laterales y de techo (no lleva los de rodillas ni los laterales traseros), cámara de retrovisión con sensores de aparcamiento, acceso y arranque sin llave, alarma, control de crucero con limitador de velocidad, equipo de sonido con navegación, conexión USB e iPod y Bluetooth, faros automáticos de xenón, luces de día y traseras de LED, retrovisores eléctricos calefactados, con luces anti-charco, antideslumbrantes y plegables eléctricamente al cerrar el coche, portón trasero eléctrico, climatización bi-zona, asientos eléctricos con memoria tapizados en piel y regulación eléctrica del volante.
Nuestra unidad llevaba además unas llantas opcionales de 18", el pack deportivo interior, la pintura metalizada, la rueda de recambio y el control de ángulo muerto. Con ese equipamiento extra, valorado en 5.600 euros, el precio de nuestra unidad era de 66.700 euros. Cabe recordar que hay una versión Classic que arranca en 50.850 y una intermedia Luxury facturada a 53.700 euros.
Entre la lista de opciones podemos destacar la suspensión activa, el control de crucero adaptativo, los sensores de baja presión para los neumáticos, el techo solar de cristal, los cristales traseros sobretintados, los asientos deportivos, el volante calefactable, un equipo de audio Meridian, los sintonizadores digitales de radio y televisión y las llantas de 19 y 20 pulgadas.
Se trata, en definitiva, de un familiar lujoso de clara vocación viajera (es muy confortable y gasta poco a velocidad estable en autopista) con un habitáculo muy cuidado y acogedor, cuatro plazas amplias y un maletero de 550 litros bien equipado. Para quién busque un coche con estas características y no exija un comportamiento deportivo, este Jaguar es la mejor alternativa a los breaks alemanes premium de su mismo tamaño sobre los que ofrece un precio más ajustado, no de salida pero sí cuando se iguala el equipamiento disponible.
Cuando vamos a comprender que el motor de un Jaguar no es el motor de un Ford Mondeo exactamente, si no que tiene sus diferencias y muchas. Quizá no sepas que los bloques de motor se fabrican casi todos en los mismos lugares pero despues cada marca los personaliza. Jaguar es Jaguar, y Ford es Ford. Abrel el capo de uno y otro y podrás comprobar todas las difrencias, ademas de tarados diferentes, cajas de cambio diferentes, chasis diferentes, etc. Jaguar le da mil vueltas a Ford, en acabados y calidad, de ahi tambien su precio. Pero decir me he comprado un ford mondeo por que es igual que un Jaguar, es rídiculo. MJ