Los SUV son el segmento de moda y el Range Rover Velar es posiblemente el más atractivo de todos los tiempos. Lo que sí está claro es que es uno de los más deseados del momento. Hoy probamos un First Edition con motor diésel D300 cuyo precio tal y como está equipado roza los 130.000 euros.
Inicialmente habíamos pensado en hacer una prueba de offroad extremo, al estilo de lo que Joan Dalmau hizo con el Discovery en Les Comes. Pero al estar equipado con llanta 22” sería una insensatez lanzarnos fuera del asfalto. Pondríamos en riesgo innecesario tanto las llantas como los neumáticos.
Obra de arte
En temas de diseño cada uno tiene sus gustos. Supongo que más de uno y más de dos estaréis de acuerdo conmigo en que el diseñador jefe de Jaguar Land Rover, Jerry McGovern, ha realizado una obra maestra con el Velar. Yo no soy muy de SUV pero este me tiene el corazón robado.
Del acabado de lanzamiento First Edition, sólo disponible durante el primer año de comercialización, merece especial mención la pintura Silver Flux. Es de los colores más elegantes que existen a día de hoy en el mercado y le sienta como un guante al Velar.
Las llantas de 22” con este diseño multi-radial son la guinda del pastel. Eso sí, cada vez que entras y sales de un garaje con bordillos a ambos lados un sudor frio recorre tu espalda. En estos casos lo mejor es recurrir a las cámaras laterales en las que vemos en detalle ambas ruedas delanteras y así lo podemos evitar bordillazos.
La pantalla principal del salpicadero te da la bienvenida nada más dar el contacto. Se inclina hacia ti en una especie de saludo muy British. Ahora bien, para introducir una dirección en el navegador hay que tenerlo un poco por la mano. Intuitivo lo que se dice intuitivo no lo es…
Lo que más me chifla es la segunda pantalla inferior. La que se complementa con dos mandos giratorios cuya parte interior también cuenta con una pequeña pantalla. En función del menú en el que estemos sirven para gestionar una cosa u otra.
En general la calidad a bordo es digna de lo que cuesta. Pocos coches de este precio de otras marcas aportan botones con el mismo tacto y tapizados tan exquisitos. El equipo de audio Meridian Signature formado por 22 altavoces anuncia 1.600 vatios hará las delicias de los melómanos.
Cuando un cliente paga lo que paga por un coche como este, más de 100.000 euros, busca precisamente eso. Sentir algo especial. Disfrutar de un confort, de un diseño y de una calidad intachables.
Los asientos delanteros regulables eléctricamente con tres memorias son climatizados, calefactados y tienen masaje. Además de aportar gran confort sujetan bien la espalda. En la segunda fila hay espacio de sobra para dos adultos pero es algo justo para tres.
Con cinco plazas el maletero anuncia 673 litros, 184 litros más que un Range Sport, un volumen más que suficiente para no tener que restringir el equipaje. El volumen de carga es ancho con 124,9 cm y suficientemente largo con 102,4 cm. La altura a bandeja podría ser mejor puesto que sólo ofrece 48,5 cm, hasta el techo logra 76,5 cm.
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Sin la segunda fila crece hasta 1.731 litros y brinda una longitud máxima de 181,5 cm. El respaldo no queda plano del todo. También se echa en falta unas palancas con las que abatir la segunda fila desde el mismo maletero.
Gran potencia
La gama de motores diésel está formada por un 4 cilindros de 2 litros con 180 CV, otro idéntico pero con 240 CV y un V6 3 litros de 300 CV, este último es precismaente el que estamos probando hoy. La oferta gasolina cuenta con un 2 litros turbo de 250 CV y un V6 con compresor de 380 CV.
Las cinco motorizaciones van asociadas a un sistema de tracción integral y a una caja automática de 8 relaciones, una ZF que de largo es el mejor automático con convertidor de par del momento.
Este D300 es un V6 turbodiésel que brilla por ofrecer 700 Nm a sólo 1.500 rpm. Una mecánica que me recuerda mucho al V8 diésel Range Sport SDV8. Pero para mi gusto le falta un poco más de patada, sólo que tuviese un poco más sería perfecta. Aun así, anuncia una punta de 241 km/h y un 0 a 100 km/h en 6,5 segundos.
El cambio ZF va de maravilla tanto en la posición D como en la S. La primera siempre lleva la marcha más alta, mientras que la segunda apura al máximo las revoluciones. Con las levas disfrutas de un modo manual de verdad. Es de agradecer una función 100% manual, incluso con un SUV como este, si quieres puedes disfrutar en un tramo de secundaria.
La suspensión neumática no ofrece el mismo tacto que la del Range Sport. En modo Comfort no filtra tan bien como este último y en modo Dynamic barquea más. Si tuviese que escoger me gusta más el tacto del Sport.
Los frenos no están a la altura. Dado que monta llanta 22” ya podrían haber recurrido a un equipo de frenos de mayores dimensiones y de mayor potencia. En un uso intensivo terminan por sacar bastante humo.
La dirección es otro de los aspectos que cabría mejorar. En función de la curva con poco giro de volante se inscribe demasiado, mientras que en otros por mucho que giras parece que no entre del todo. Todavía no le he pillado el feeling a esta dirección.
En resumidas cuentas
Encontrarle pegas a este coche es difícil. Tanto la calidad como el diseño del Velar son de 10. Eso sí, 130.000 euros hacen que no esté al alcance de todos que digamos. La gama empieza en los 60.250 euros del acabado básico con motor diésel D180 de 180 CV.
Creo que la prueba carece de utilidad para la mayoría de potenciales clientes de este vehículo ya que el 80 optará por la versión de 4 cilindros que vale menos de la mitad que el probado por lo tanto difilmente se podrán comparar