Mercedes SLS AMG: "El Motor"

Se podría debatir largamente sobre su estilo y su estética. Más de uno, y de dos, discutirían interminablemente sobre si esta "interpretación" del 300 SL de los años 50 "da la talla" respecto al original y, probablemente, cada uno de los contertulios tendría argumentos suficientes para defender su posición frente al otro. Sin embargo, pensamos que ninguna persona cuestionará ni tendrá diferente opinión que otra cuando se hable de su motor. No creemos que nadie "discuta" sobre este tema.

Y es que el SLS AMG es, ante todo, motor. Sus 571 CV y la forma que los entrega son determinantes para atrevernos a denominarlo así. Sí, sabemos que hay otros coches más potentes pero, la sensación que transmite este Mercedes es bestial. Parece que toda la técnica de que dispone, el trabajo realizado en el chasis, o todos los demás argumentos de calidad que rodean al SLS, se queden mudos cuando se oye el espectacular sonido de su propulsor y, sobre todo, cuando se siente cómo se avanza bajo el empuje de su V8 atmosférico.

Agradecemos la colaboración del circuito de Parcmotor de Castellolí (Barcelona) para la elaboración de esta prueba.

Cuando te acercas a él sabiendo que vas a entrar en su interior, que lo vas a poner en marcha y que va a ser tuyo (aunque sea por un tiempo limitado), se te acumulan las sensaciones. Sentados en el asiento tipo baquet ya notas que estás en un espectacular deportivo de alta gama. Los detalles son extraordinarios, los recubrimientos de metal sustituyen a los habituales de plástico y la calidad de acabados es digna de una berlina de lujo. El cuadro de instrumentos está formado por dos grandes esferas de corte deportivo entre las que se ubican unos indicadores luminosos que indican el momento óptimo para cambiar de marcha. No falta la información del consumo, de la autonomía o de la temperatura del aceite de la transmisión. Para los más atrevidos, dispone de un cronómetro de toma de tiempos en circuito. La consola central que separa los asientos es donde encontramos la palanca del cambio automático de siete velocidades y los botones con los que se configura el ESP (On-Sport-Off) y los programas del cambio (Confort, Sport, Sport+, Manual).

También encontramos el botón de puesta en marcha, el que permite desplegar manualmente el alerón trasero y, por último, un botón con las siglas AMG que memoriza los reglajes escogidos en ese momento. El SLS combina elegancia con deportividad de un modo exquisito y hace guiños al 300 SL de los años 50 con detalles como las salidas del sistema de climatización redondas (de metal), con los reguladores del flujo de aire en forma de cruz. Opcionalmente, los clientes que lo deseen pueden disponer de algunos acabados en fibra de carbono, obteniendo un aspecto interior más de competición pero menos elegante.

Buscarle pegas a un coche así es posible pero no es fácil, la verdad. Un "aparato" de casi 600 CV, biplaza y con el estilo que tiene el SLS de Mercedes, pone las cosas difíciles a todo aquél que quiera encontrarle defectos. Como en todo, siempre hay puntos mejorables. Si la belleza del SLS, tanto interior como exterior, es difícilmente discutible, no ocurre lo mismo si de lo que hablamos es de la practicidad de sus puertas con la apertura en forma de "alas de gaviota". Si bien es un atractivo extra, en nuestra opinión, es una solución poco práctica. La entrada y salida del habitáculo resulta algo incómoda por la altura del umbral de las puertas respecto a los asientos. Además una vez instalados en el interior con las puertas abiertas, los tiradores no quedan al alcance de los ocupantes. Para cerrarlas hay que estirar totalmente el brazo y levantar el cuerpo de los asientos. Y para abrirlas, desde fuera, hay que agacharse para encontrar la maneta...

Cuando salgamos del SLS tendremos que estar atentos pues, hasta que no estemos habituados, es fácil "chocar" con la puerta al salir, ya que la altura máxima de ésta no supera el 1.50 cm. Son detalles que tendrían fácil solución pero que, en cualquier caso, no empañan la espectacularidad y la exclusividad del SLS AMG. Como ocurre en la mayoría de coches de este tipo, tendremos que olvidarnos de disponer de un buen espacio en el maletero y, en este caso, controlar lo que colocamos porque la temperatura en ese espacio (por lo cerca que pasan los escapes) es muy elevada.

Además del trabajo realizado en el chasis, (monocasco de aluminio, en pos de un menor peso), mecánicamente el SLS AMG demuestra su poderío con su ocho cilindros en V a 90º atmosférico de 6.208 c.c., colocado por detrás del eje delantero, que proporciona una potencia de 571 CV a 6.800 rpm, con un par máximo de 650 Nm a 4.750 rpm. Unas cifras inapelables que hablan del carácter del SLS y de lo que puede llegar a ofrecer. El resto de componentes están a la altura de las circunstancias al montar unos discos de frenos cerámicos que opcionalmente pueden ser de carbono, suspensión independiente de paralelogramo deformable en ambos trenes y neumáticos específicos de 265/35 R 19 para el eje delantero y 295/30 R 20 para el trasero. Desde que supimos que íbamos a probarlo, tuvimos la tentación de "meterlo" en un circuito pues, pese a no ser su hábitat natural, no me negaréis que da morbo saber cómo se comporta al límite ¿no? Lógicamente, antes quisimos saber cuales eran sus cualidades por carretera y no escatimamos esfuerzos a la hora de recorrer todo tipo de vías abiertas al tráfico. Vaya por delante que donde mejor se encuentra es en carreteras rápidas con buen asfalto. Ahí es demoledor pues, tanto por potencia como por aplomo y estabilidad, se muestra realmente eficaz. Tendremos que estar atentos ya que, sin quererlo y prácticamente sin darte cuenta, por prestaciones, estabilidad, seguridad y sensaciones, es realmente difícil mantenerse dentro de las limitaciones de velocidad que marca la ley. En zonas muy viradas, carreteras de montaña, el SLS sufre algo más debido a una suspensión dura (aunque en nuestra opinión es como tiene que ser en un coche de este tipo), y por su envergadura y peso. Pese a que la dirección es muy precisa y rápida, los 1.620 kg. se notan a la hora de querer ir ligero en ese tipo de terreno. Todo ello lo compensa con una respuesta de motor siempre presente y disponible, que hace que sea un placer conducirlo en cualquier tipo de carretera, pese a que el cambio se muestra algo lento (especialmente reduciendo), incluso en el modo más deportivo.

No pudimos evitarlo. Queríamos ofreceros las sensaciones que transmite este "aparato" en un circuito. Una vez más, la pista de Castellolí (Parc Motor) fue el escenario ideal para poder dar rienda suelta, con seguridad, a nuestras ganas de saber de lo que es capaz de ofrecer el SLS AMG de Mercedes. La primera tarea a realizar con el SLS es escoger correctamente el nivel de acción del ESP. Con éste conectado en On la conducción deportiva es prácticamente nula. A nuestro modo de ver demasiado intrusiva incluso en carretera. La opción Sport, por el contrario, permite acelerar con decisión y notar como la parte trasera desliza a la salida de cada viraje. La potencia se hace notar y el ESP, en esa posición, hace una función correcta de tal modo que nos permite ir muy ligeros con seguridad y eficacia. Aunque si le buscamos los límites, las reacciones que hasta ese momento eran dulces y suaves, empiezan a ser más radicales y contundentes. Pero si lo que queremos son sensaciones fuertes de verdad, sólo tendremos que apretar el botón de desconectar el ESP. ¡Ah amigo! ¡Ahora sí que nos vamos a divertir! Imaginaros: casi 600 CV, una pista aún con alguna zona húmeda y ausencia total de ESP. En esa configuración, el SLS AMG no es apto para novatos. Aunque la entrada de potencia no es exageradamente brusca, hay que dosificar mucho y muy bien para controlar la derrapada continua que proporciona la potencia directa al tren trasero. Pese a todo, es noble y, al final, se deja conducir. Pero no podemos negar que querer ir al límite sin ayudas electrónicas es verdaderamente difícil, aunque también muy apasionante. La experiencia en el circuito de Parc Motor quedó algo condicionada por alguna humedad en la pista que se resistía a marchar. Con todo, paramos el crono en un 1'.56".72 sin ayudas electrónicas y conseguimos un 0-100 Km/h en 4,1 segundos. Una fatiga excesiva de los frenos en pocos giros fue la única nota mejorable.

De vuelta al concesionario, uno parece ir repasando mentalmente todas las sensaciones vividas con el vehículo. Sabes que los vas a dejar y no sabes cuando volverás a tener oportunidad de conducir un coche de ese nivel. Y no piensas en los 217.595 € que cuesta la unidad probada, ni en los más de 20 litros de consumo en conducción deportiva, ni en que para cerrar la puerta tienes que levantar el cuerpo. Piensas en la sensación de potencia que transmite constantemente, en la calidad de sus acabados, es sus líneas y en su exclusividad. Piensas que has conducido un coche potente, eficaz y exclusivo con el que, eso sí, mejor sería vivir en Alemania para poder disfrutarlo.