Mini Roadster: Siente la brisa

La sexta carrocería de la familia Mini ya está en los concesionarios. El MINI Roadster es una variante del Coupé pero con el techo de lona descapotable. También comparten mecánicas, si bien se ha adaptado el software a la nueva carrocería.

El Mini Roadster es el primer descapotable biplaza de la marca y también el primero de su segmento de carácter premium.

En Mini no han querido dar cifras de su estimación de ventas aunque sí han dicho que esperan que el 60% de las ventas se concentre en el Cooper, la versión que da acceso a la gama, seguido del Cooper S, con un 25% del volumen total.

En cualquier caso lo que está claro es que el Roadster aportará su granito de arena al crecimiento de la marca. Marca que en los 11 años que han pasado desde su "reaparición" lleva vendidos 2 millones de vehículos y está presente en 100 mercados.

P.V.P: MINI Roadster Cooper 23.700€ MINI Roadster Cooper S 28.750€ MINI Roadster Cooper SD 28.750€ MINI Roadster John Cooper Works 35.265€

Diseño exterior

En comparación con el Mini Cabrio, el Roadster es 2,1 centímetros más bajo y medio centímetro más largo. Concretamente mide 1,39 metros de alto y 3,73 metros de largo, aunque puede haber algunos milímetros de diferencia según la versión. Su distancia entre ejes es de 2,47 metros. Otra diferencia es que el parabrisas del Roadster tiene 13 grados más de inclinación que el del Cabrio. Y, por supuesto, una diferencia fundamental es que se trata de un biplaza y por tanto su habitáculo es más corto.

La capota es de tela y solo estará disponible en color negro. Pero para la carrocería hay nueve tonos para poder elegir y además se pueden personalizar con las características franjas de la marca. También hay siete modelos de llantas opcionales.

De serie, según la versión, monta llantas de aleación de 15, 16 ó 17 pulgadas.

Habitabilidad

Desde el interior hay un acceso directo al maletero a través de una trampilla situada en el centro. La capacidad del maletero es de 240 litros, un volumen más que aceptable para el tamaño y concepto del vehículo. Además la citada trampilla permite llevar objetos relativamente largos como una tabla de snowboard. Así mismo, el espacio que hay detrás de los asientos se puede aprovechar para dejar la chaqueta, el bolso, etc. Por otro lado, plegar la capota no resta capacidad de carga al maletero.

El sistema de apertura y cierre de la capota es absolutamente manual salvo que se pague un sobreprecio de unos 700 euros para contar con un mecanismo semiautomático. Pero en cualquier caso para desbloquear el cierre es necesario girar una palanca situada en la parte central del marco superior del parabrisas y elevar ligeramente la capota. Ambas cosas pueden hacerse con una sola mano. Pero, en caso de ser manual, completar la maniobra de plegado con una sola mano resulta difícil, aunque no imposible.

Para mitigar los molestos rebufos de aire se ofrece como opción un deflector que se coloca entre los arcos de seguridad. Cuesta 150 euros.

Mecánica

Las cuatro variantes del Roadster son de sobra conocidas en la gama Mini. El motor que constituye el nivel de entrada a la gama es el gasolina de 122 CV que monta la versión Cooper. De serie se ofrece con cambio manual, una combinación que se repite con todas las mecánicas, aunque también está disponible opcionalmente una transmisión automática de seis velocidades por la que hay que pagar 1.588 euros. La única variante que no ofrece cambio automático es la JCW.

Si establecemos la oferta mecánica teniendo en cuenta el escalado de potencia el siguiente en la gama sería el diesel, es decir, el Cooper SD, pues el motor que equipa rinde 143 CV.

A continuación encontramos el Cooper S con el motor de gasolina de 184 CV y en lo más alto de la gama se sitúa el deportivo John Cooper Works con sus 211 CV.

Comportamiento

Tuvimos ocasión de probar el Roadster Cooper y el Cooper S y nuestra conclusión es que no es tanta la diferencia entre uno y otro. Claro que los 184 CV del Cooper S se notan en las salidas desde parado, en las recuperaciones y en que permite una conducción más desahogada que nos libera de estar tan pendientes del cambio para no perder agilidad. Pero con el Cooper también se puede mantener un ritmo más que suficiente compaginando la diversión al volante con el placer de conducir a techo descubierto.

En ambos modelos la suspensión es firme pero sin llegar a molestar. Es más, nos pareció que logra un compromiso más que satisfactorio entre confort y eficacia.

La dirección es precisa, directa y con el grado de dureza adecuado gracias a que la función de asistencia se adapta a la velocidad del coche. Lo que no nos gustó tanto fue el tacto del cambio, algo tosco en el guiado.

Al igual que el Coupé, el Roadster cuenta con un alerón trasero que emerge de forma automática cuando se superan los 80 km/h y se repliega al bajar la velocidad a 60 km/h. Claro que también se puede desplegar manualmente pulsando un botón cuando lo que se pretende es bacilar y no tanto beneficiarse de los 40 kg, como máximo, que ofrece de carga aerodinámica.

Seguridad

Todas las versiones cuentan de serie con el control dinámico de estabilidad (DSC) que, entre otros sistemas, incluye ABS, distribuidor electrónico de la fuerza de frenado (EBD), regulación de frenado en curvas CBC, asistente de frenado y el sistema de ayuda para arrancar en pendiente. También son de serie los dos airbags frontales y los dos de cabeza y tórax.

El control dinámico de la tracción (DTC) y la función de bloqueo electrónico del diferencial (EDLC), solo se ofrecen de serie en el John Cooper Works.

Valoración

Mini es diseño pero también diversión. Y más, si cabe, en el nuevo Roadster. Al volante de este pequeño descapotable se puede disfrutar mucho sin necesidad de elegir la versión más potente de la gama que incluso puede resultar excesiva en la mayoría de las ocasiones. Y eso por no hablar del precio.

Comparado con el Mini Cabrio el Roadster es más exclusivo pero menos práctico pues solo cuenta con dos plazas. Pero a cambio ofrece ese punto más de distinción que tanto gusta a los clientes de la marca.