Mitsubishi Outlander 220 DI-D Motion 4x4: Sobresaliente

Mistubishi ha ido perfeccionando el Outlander con el paso de los años desde su lanzamiento y en esta última versión, que incorpora la nueva mecánica diesel de 177 CV, ha creado un producto redondo. Estamos ante uno de esos coches que no destaca especialmente a la vista, pero que esconde muchísimas virtudes en su interior.

La carrocería, de generosas dimensiones, le permite ofrecer un holgado espacio interior y capacidad de carga. El interior se puede configurar para siete plazas desplegando los asientos de la tercera fila, ocultos bajos el piso del maletero. Además, la segunda fila se puede desplazar y abatir desde el asiento del conductor. Además de soluciones prácticas como el doble portón del maletero, el Outlander ofrece un interior muy bien rematado y equipado (en la versión tope de gama que hemos probado).

Le mecánica que lo anima es innovadora (primer diesel con distribución variable), ofrece un funcionamiento suave y agradable, unas prestaciones destacables y unos consumos razonables. Nuestro Outlander montaba un recomendable sistema de tracción total.

Otra de las virtudes de este modelo es su comportamiento, que combina ese tacto robusto y de "tanque" de los todoterreno puros; con un elevado confort de marcha, precisión y estabilidad.

PVP: MITSUBISHI Outlander 220 DI-D Motion 4x4 35.710€ (33.590 con los 2.600 euros de promoción).

El Outlander ha sufrido una importante actualización el año pasado, pero mantiene la misma estructura básica, que comparte con el Citroën C-Crosser y Peugeot 2007. La mayoría de sus rasgos estéticos son nuevos, pero se conservan los volúmenes, proporciones y líneas maestras de la anterior generación. En general, es un diseño que no arriesga y que suele gustar a la mayoría de la gente.

Entre sus elementos de diseño exterior destaca, en la parte delantera, en frontal con los nuevos rasgos estilísticos de Mitsubishi, los faros antiniebla y el protector de bajos. Al abrir el capó -sin fuelles- la parte mecánica está bien acabada. Las ópticas delanteras son bixenón direccionales; las traseras, funcionan con leds y disponen de iluminación en frenada de emergencia. También sobresalen las llantas de 18 pulgadas y los cromados laterales en los marcos de las ventanas y los estribos.

Con 4,66 metros de longitud y una generosa batalla (2,67 metros), el Outlander está entre los modelos más largos de su segmento. Esto le permite ofrecer un buen espacio interior, en el que puede alojar hasta siete ocupantes en tres filas de asientos; y un maletero de generosas dimensiones. De los asientos hablaremos más adelante, en cuanto al maletero, está repleto de virtudes.

Para empezar, dispone de una doble puerta, cuya hoja inferior actúa como bandeja de entrada y puede soportar hasta 200 kilos de peso. Esta puerta está enrasada con el piso del maletero, completamente plano y que esconde una tercera fila de asientos que no le resta capacidad. El volumen es considerable y de los mejores del segmento: 1.691 litros con la 2ª y 3ª fila asientos abatidos, más de 500 litros con la 3ª fila oculta y 220 con todas las plazas. Además de lo dicho, en el maletero se ubica el altavoz subwoofer del equipo de sonido; eso sí, no aloja una rueda de repuesto de tamaño convencional, encontrándose la de tipo "galleta" en los bajos traseros del coche.

El interior del Outlander presenta un acabado impecable, con materiales de mucha calidad, como el cuero que forra la parte superior del salpicadero, de los paneles de las puertas y los bordes de los asientos. Además, la versión probada -tope de gama- ofrece un equipamiento de serie muy completo (ver ficha), donde sólo echamos en falta el navegador.

Ninguna pega en ergonomía, empezando por una posición de conducción adaptable a todas las tallas gracias a los múltiples reglajes de volante y asientos. Todos los mandos son cómodos e intuitivos, pudiéndose controlar desde el volante el equipo de sonido, el control de velocidad de crucero y el teléfono. Eso sí, como en todos los coches que optan por esta configuración, no nos gusta que el mando de las luces comparta palanca con el de los intermitentes. La instrumentación es muy completa y en la pantalla central se muestran los datos del ordenador de viaje.

Tampoco hay nada criticable en comodidad, por el diseño y mullido de los asientos, el espacio disponible y los elementos relacionados, como los reposabrazos. Ni en practicidad, pues hay múltiples huecos repartidos por todo el habitáculo.

La guinda que redondea un habitáculo sobresaliente es su versatilidad. La segunda fila de asientos puede desplazarse para aumentar el espacio o la capacidad del maletero. Además, el conductor puede plegarla con un mando eléctrico para, por ejemplo, facilitar el acceso a la tercera fila. Las dos plazas de esta última fila son para niños o desplazamientos cortos. Estos asientos se pliegan de un modo sencillo y quedan enrasados con el piso del maletero.

La versión del Outlander que hemos probado monta una nueva mecánica de 2,2 litros que entrega 177 CV y 380 Nm. Además de disfrutar de inyección directa, conducto común, turbo de geometría variable e intercooler, es el primer motor diésel del mundo que incorpora distribución variable, denominada MIVEC por la marca japonesa. Sin lugar a dudas estamos ante uno de los puntos fuertes de este modelo por las sensaciones que ofrece y los números que arroja.

Nos ha gustado el carácter alegre del propulsor, con una rápida subida de vueltas y respuesta al acelerador. También su baja sonoridad y la progresiva entrega de la potencia, que arranca por debajo de las 1.500 revoluciones y llega hasta las 4.500. Es un coche rápido y que se mueve con agilidad, pero no tiene ese empuje molesto en medios típico de muchos motores diésel de esa potencia.

Las cifras de prestaciones son muy buenas: 200 km/h de velocidad máxima y 9,9 segundos de 0 a 100 km/h. Mejores aún son las recuperaciones en marchas largas, ayudadas por unos desarrollos de cambio muy bien ajustados y escalonados. En cuanto a los consumos, el fabricante declara 6,5 litros cada 100 kilómetros de media, una cifra prácticamente imposible de conseguir en la vida real. Circulando a velocidades legales es difícil bajar de los 8 litros. Y si aceleramos con alegría, se superan los 10 litros con facilidad.

El Outlander tiene un tacto de conducción muy conseguido. Por un lado transmite la sensación de robustez, y de rodar elevado y aislado, típicas de un todoterreno "de los de verdad"; por otro, se siente más preciso y estable que un vehículo de este tipo. Respecto a esto último, no llega al comportamiento "tipo turismo" de los mejores todoterreno ligeros del mercado en este apartado, pero se conduce muy bien en todo tipo de carreteras, con pocos movimientos de carrocería y buen tacto de dirección.

Nada que reprochar a los frenos y a las ayudas electrónicas, que funcionan correctamente. Por campo, el Outlander está limitado por sus cotas (ángulos de entrada, salida y ventral) a la hora de superar obstáculos complicados. Eso sí, tiene una excelente capacidad de tracción -teniendo en cuanta los neumáticos de serie, muy asfálticos- gracias a la tracción total conectable con embrague central electromécanico Haldex. Además, hay una posición que bloquea el diferencial central para aumentar la motricidad.

El Outlander monta de serie frenos con ABS, EBD, BAS y asistente de arranque en cuesta; controles de tracción y estabilidad ASTC, sensor de presión de neumáticos y luces bixenón con iluminación en curva. El sano comportamiento del chasis y la progresiva entrega de potencia del motor facilitan el trabajo de las ayudas electrónicas.

Dentro de la seguridad pasiva, lleva de serie 8 airbag y reposacabezas activos. Sólo hay datos de pruebas de choque de EuroNcap del Outlander de 2007.

En cuanto al resto del equipamiento de serie, además de los elementos "tradicionales", destacan el avisador acústico de aparcamiento, el equipo de sonido Rockford Fosgate de 710 W o la entrada y arranque sin llave.

Mistubishi ha ido perfeccionando el Outlander con el paso de los años y en esta última versión ha creado un producto redondo. Quizá su punto más débil -es una cuestión de gustos- sea el diseño de su carrocería, con formas menos elaboradas y más "cuadradas" que las últimas novedades del segmento, a pesar del último restyling.

Como hemos visto a lo largo de esta prueba, este Outlander tiene un interior cómodo, práctico, amplio y bien hecho; un comportamiento sano y un motor que destaca muy por encima de la media. ¿Defectos? Pocos y de pequeña importancia.

El protagonista de nuestra prueba es el tope de la gama y cuesta 35.710 euros (33.590 con el descuento promocional). Es un precio bastante competitivo si lo comparamos con rivales de similar potencia y equipamiento.