Saab 9-5 2.8 T Aero XWD: Lujo XL

El nuevo Saab vuelve a ser un Saab. Quizá es una afirmación un tanto radical, pero es nuestra opinión después de haberlo probado y, sobre todo, de haberlo observado. Cuando General Motors adquirió (entre otras muchas), la marca sueca, la personalidad de estos vehículos se diluyó en manos de diseños más "a la tendencia de mercado" perdiendo, en cierta manera, la personalidad de la que siempre habían hecho gala los nórdicos Saab, gustaran más o gustaran menos. El nuevo 9-5 Aero, con una estética moderna pero con los "rasgos" suecos de siempre, se presenta como una gran alternativa a los modelos alemanes de alta gama. Por prestaciones y confort, el Saab no tiene que temer a ninguno de sus rivales de segmento, es más, de alguna manera ofrece ese plus de personalidad que, en otros muchos casos no existe entre otros modelos europeos. Pese a que comparte chasis con el Opel Insignia, los hombres de Spyker, compañía que se hizo cargo de la marca cuando General Motors iba a cerrarla, le han sabido devolver la personalidad perdida en su etapa americana.

El 9.5 es más espacioso que el modelo precedente y se ha mejorado el espacio para las piernas y la anchura en las dos filas de asientos. Éstos, recogen bien el cuerpo, tienen la dureza adecuada para un buen confort y presentan todo tipo de regulaciones. Si los delanteros se nos antojan impecables, los traseros no se muestran tan efectivos. Pese a que los pasajeros que viajen en las plazas traseras les sobrará espacio, la forma y ubicación de los asientos resulta menos cómoda de lo esperado, especialmente si tenemos en cuenta del espacio de que se dispone. Volviendo a la parte delantera, el cuadro de instrumentos es completo aunque, en nuestra opinión, mejorable en cuanto visibilidad rápida y precisa. El conjunto de velocímetro y cuenta revoluciones queda algo confuso si tenemos que mirarlo fugazmente. Claro que para eso disponemos del sistema Head up display que nos proyecta con claridad la información en el parabrisas. El salpicadero mantiene las líneas simples y recupera detalles de la marca como el botón de puesta en marcha entre los asientos (donde anteriormente se tenía que introducir la llave), o los típicos botones que dirigen la posición de la salida de aire. Pese a que se pueden considerar correctos, ni algunos materiales ni los diseños de algunos de los componentes del salpicadero y puertas parecen poder competir con el nivel que presentan algunos vehículos de la competencia. Pese a todo, debemos considerar al nuevo Saab como un coche lujoso en el que encontraremos todo tipo de detalles y confort. Nos trasladamos de nuevo a la parte trasera (si lo hacemos desde parachoques delantero recorreremos 5 metros), ya que eso es lo que mide el nuevo 9,5 Aero. No se puede negar que es un "gran" coche. Recorrido ese espacio, llegamos al maletero al que no se le puede poner ningún pero. Buen acceso, amplio y con un sistema de fijación de la carga con unos fijadores móviles que resultan muy prácticos.

El propulsor turboalimentado de 2.8 del Saab no defrauda. Los 300 CV de que dispone junto a la tracción integral electrónica y el cambio automático, lo colocan en un plano capaz de plantar cara a sus rivales de segmento. Es obvio que no estamos hablando de un coche deportivo, pero las prestaciones del nuevo Saab no son despreciables como tampoco lo es su comportamiento dinámico. Además llega repleto de equipamiento y de sistemas electrónicos que nos harán más fácil la vida a bordo. Entre otros, dispone de un sistema que, mediante un botón situado junto al cambio, podremos escoger entre tres modos de gestión del motor, suspensión, dirección y cambio, a las que la marca sueca denomina como modo Confort, Inteligente y Sport. Tampoco faltan los sistemas de reconocimiento de señales, el avisador de cambio de carril del carril y unos sensores que detectan dónde hay un espacio suficientemente amplio para aparcar. Sin duda unos sistemas que ayudan a hacer la conducción más confortable y segura aunque, para tenerlos todos, tendremos que abonar unos miles de euros más allá de lo 58.000 € que cuesta con el equipamiento de serie.

Una vez en marcha, circular con el 9.5 es un placer. El tacto general es suave, cómodo y transmite una sensación de aplomo considerable. No debemos olvidar que se trata de un coche de dimensiones considerables y de un peso que roza las dos toneladas, por lo que es importante que este sueco sea capaz de trasmitir esas sensaciones. En vía rápidas, tipo autovía y autopista, el Saab ofrece sus mejores galas gracias al confort general, a un potente motor y a una suspensión decididamente blanda que gustará a aquellos que busquen un extra de confort, sin importarles en exceso la efectividad en una conducción más alegre. Tampoco defrauda en zonas más viradas aunque ahí tendremos que tener en cuenta que no se trata de un coche deportivo. En ese tipo de carreteras nos parece básico conectar el modo Sport, tanto por la suspensión como por la gestión del cambio de marchas. Pese a que no existen grandes diferencias (por ejemplo en la suspensión) entre el modo Inteligente y el Sport, si es suficiente para que en zonas viradas lo hagamos en esa posición ya que, de lo contrario, se muestra excesivamente blando, de tal modo, que puede llegar a incomodar. Realizando una conducción un poco "alegre" y pese a la buena respuesta del motor (que ofrece lo mejor cuando rondamos las 5.600 rpm), el cambio lo penaliza sensiblemente para querer darnos alguna licencia deportiva. Tampoco los frenos ayudan a este tipo de conducción pero, ¡ojo!, no es que no frene, al contrario, el Saab cuenta con una buena frenada, pero sí que el tacto, demasiado esponjoso, hace que inicialmente dé la sensación de poca frenada. Nada más lejos de la realidad, aunque es necesario apretar con determinación para obtener la frenada deseada. Es, únicamente, una cuestión de tacto. Por el contrario, debemos decir que la programación del cambio automático está bien conseguida para obtener el mayor rendimiento del propulsor ya que realiza los cambios justo cuando el motor ofrece el máximo y no lo estira hasta las 6.200 rpm (zona roja) ya que, aunque posible, es poco efectivo llevarlo hasta ese régimen. Si seguimos en zonas reviradas y queremos disfrutar de su potencia y de su tracción total, los límites de un cambio poco "deportivo" y de las dos toneladas de peso, serán determinantes. Con todo, el Saab se desenvuelve bien en esas zonas, y sólo penaliza respecto a algunos competidores, en mostrarse un poco menos ágil en la entrada a los virajes. Después de unos buenos kilómetros por zonas de montaña, llegamos a un trayecto de carretera amplia, con el asfalto en buen estado y amplias curvas. El Saab pareció mirarnos con una cara de decir: "ahora verás, este es mi terreno". Y es que es cierto que es en ese tipo de carreteras en las que más podremos disfrutar del nuevo 9.5 gracias a su buen hacer en virajes rápidos, a un buen aplomo (a pesar del peso y la envergadura) y al confort de viaje que ofrece tanto por amplitud interior, como por comportamiento. Como suele ocurrir con este tipo de coches, potentes y pesados, el consumo es considerable, especialmente si queremos aprovechar sus 300 CV pero, ya se sabe, ¿no?... Lo bueno cuesta dinero.

No cabe duda que el nuevo Saab obtiene, a nuestro entender, una buena nota final. Es un coche lujoso, tremendamente confortable y con un nivel suficiente para enfrentarse a sus rivales. Spyker le ha devuelto su personalidad y ha optimizado al máximo los elementos heredados de General Motors. Es un coche que sabe muy bien cuál es su posición y, además, ofrece un plus de personalidad que puede ser determinantes para aquellos que quieran un vehículo de estas características pero que deseen desmarcarse del estilo de los alemanes.