Aunque se trata de una tecnología muy poco extendida entre los automóviles particulares, el grupo Volkswagen ha apostado decididamente por la utilización del Gas Natural Comprimido (GNC) como energía alternativa combinada con la gasolina. Este es el caso del León 1.4 TGI de 110 CV, que cuenta con dos depósitos, uno para cada combustible, y funciona con gas hasta que se gasta el respectivo depósito y pasa entonces a consumir gasolina. Por ello, no hay que preocuparse por “quedarse tirado” cuando se acaba el gas. El GNC es uno de los combustibles más respetuosos con el medio ambiente y además tiene un bajísimo coste por kilómetro, inferior a otros combustibles alternativos como el GLP (Gas Licuado del Petróleo). Eso sí, en ambos casos no llega a los niveles de un eléctrico.
Eco-tecnológico
Sin tener en cuenta los opcionales que incorpora la unidad probada, perteneciente a la terminación Style, el importe de este León sin tener en cuenta ayudas ni promociones es de 23.530 euros. Ello supone un sobreprecio de unos 3.000 euros con respecto a uno con motor 1.2 TSI de idéntica potencia y mismo acabado. Se trata de una diferencia fácilmente compensable con el ahorro que supone el gas para los conductores que usen el coche casi a diario. El compacto de Seat en versión TGI tiene muy pocos rivales si lo ponemos frente a otros modelos con esta tecnología que combina gas natural comprimido con gasolina. Los principales se encuentran muy cerca de su “propia casa”, como el Skoda Octavia G-Tec, el propio Seat Mii Ecofuel o el Audi Sportback G-Tron.
Difícil de reconocer
No hay manera de diferenciar un León TGI con cualquier otro exteriormente, puesto que las dos principales variaciones se encuentran en el panel de instrumentos y en la boca específica de carga para el gas. En cualquier caso, cabe repasar qué nos ofrece exteriormente esta tercera generación del popular compacto, que ya corre por nuestras calles desde hace algún tiempo. En lo que respecta a sus dimensiones, el León tiene una longitud de 4,26 m, mientras que su anchura es de 1,82 m y su altura, de 1,46 m. Estas proporciones le han llevado a ser cinco centímetros más corto que su predecesor, aunque ello ha venido acompañado de un aumento de la batalla. Esto se ha conseguido mediante el diseño de unos voladizos más cortos.
Es evidente que no goza de la misma personalidad estética que el León de segunda generación, pero a cambio ha dado un salto hacia una apariencia más moderna. El morro del modelo se caracteriza por la parrilla trapezoidal, por la entrada de aire de anchura considerable y por las sofisticadas ópticas opcionales con tecnología LED integral (1.190 euros) que monta la unidad de pruebas. Hay que resaltar que estas últimas proporcionan un alumbrado excelente.
Siguiendo con los extras exteriores que lleva el León que pude probar tenéis que saber que incorpora cristales traseros oscurecidos (200 euros) y el paquete I-Tech (590 euros) que, además de diversos elementos de equipamiento interior que repasaremos después, incluye llantas de aleación Titanium de 16 pulgadas con las que recibe un aspecto más atractivo al observar el vehículo de perfil.
El panel de instrumentos es la clave
No hay variaciones interiores significativas con respecto al un León convencional, por lo que al entrar en el habitáculo se aprecia un interior de diseño más bien sobrio y muy bien acabado, con materiales de buena calidad que se acercan mucho a compañeros de grupo como el Golf. También cabe destacar la amplitud del puesto de conducción y la buena ergonomía general que registra el modelo gracias, en parte, a que la consola central se encuentra levemente orientada hacia el conductor. Un detalle específico de esta variante lo encontramos en el panel de instrumentos, donde se observa el estado de carga tanto del depósito de gas como del de gasolina. Asimismo, se indica en tiempo real cuál de ellos alimenta el motor en cada momento.
El espacio en la segunda fila es bastante generoso, con una considerable amplitud para las rodillas. En estos asientos pueden viajar cómodamente dos adultos, con una buena altura al techo. Y es que la plaza central es más es más justa que las laterales, algo habitual entre los integrantes del segmento compacto. Por su parte, el maletero proporciona 275 litros, es decir, 105 litros menos que el León convencional debido a la presencia del depósito de gas natural comprimido bajo el plano del maletero. Es evidente que esto se convierte en un hándicap al compararlo con una versión cien por cien diésel o gasolina del compacto.
Además del completo equipamiento de serie del León en el acabado Style (el superior de los dos disponibles en esta variante), con elementos como siete airbags, control de estabilidad, control de velocidad de crucero, asistente de arranque en pendiente, climatizador bizona, faros antiniebla con función cornering y volante multifunción, esta unidad cuenta con una importante dotación de opcionales. Entre ellos se encuentran sensores de aparcamiento delanteros y traseros (490 euros), alarma (300), radio digital DAB (200), sistema de navegación con pantalla táctil a color de 5,8 pulgadas, reproductor de MP3, conectividad USB, lector de tarjetas SD y reconocimiento por voz (760), airbag lateral posterior de tórax (340), Safety pack con detector de fatiga (130 euros) y control de crucero adaptativo (380).
Además, dentro del paquete I-Tech del que os hablaba antes se incluye tapicería específica I-Tech, asientos deportivos, volante y pomo de cambio de piel, reposabrazos en consola central de piel, paquete LED interior y Driving Asistance Pack, entre otros elementos. El León TGI también está disponible en la terminación Reference, cuyo precio supone un ahorro de 1.630 euros con respecto a la Style probada.
Una tecnología poco habitual en España
El León TGI se distingue del resto de la gama en que incorpora un motor 1.4 TGI sobrealimentado que puede funcionar tanto con Gas Natural Comprimido (GNC) como con gasolina, con un depósito independiente para cada caso (de 15 kg y 50 litros, respectivamente). Hasta que no se gasta el de gas, no comienza a usarse el de gasolina. Para poder utilizar la tecnología de gas natural comprimido, los ingenieros de la marca española han debido realizar diversas adaptaciones y, cómo no, se han realizado las mismas pruebas de seguridad que en el resto de variantes mecánicas convencionales así como las destinadas a garantizar la fiabilidad con este combustible.
A los que no estéis familiarizados con esta tecnología debéis saber que el Gas Natural Comprimido (GNC) constituye una alternativa energética a los productos derivados del petróleo. Una de sus grandes ventajas es que es capaz de ofrecer una mayor potencia que el diésel o la gasolina con una cantidad inferior de combustible. De hecho, en líneas generales, el coste por kilómetro del GNC es sobre un 30% más bajo que el diésel y cerca de un 60% inferior al de la gasolina dependiendo del mercado. Actualmente, el precio en España ronda los 0,9 euros por kilo.
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No se trata de una tecnología ni mucho menos extendida en nuestro país, puesto que apenas 4.000 vehículos con GNC recorren las carreteras españolas, de los cuales la mayoría son autobuses y camiones. Y es que uno de los principales inconvenientes se encuentra en la baja presencia de surtidores, centralizados principalmente en grandes ciudades. Poco a poco, esta situación debe cambiar y se irán instalando más de forma paulatina.
Gran autonomía con un mínimo consumo
El propulsor 1.4 TGI del León probado tiene 110 CV, la misma potencia que su variante 1.2 TSI cien por cien gasolina. La autonomía total y el menor precio del gas natural comprimido con respecto a la gasolina son dos de sus grandes ventajas. Y es que, teniendo en cuenta la autonomía conjunta del gas natural y de la gasolina es capaz de acercarse a los 1.360 km. De ellos, puede rodar alrededor de 420 km en modo GNC y 940 km en modo de gasolina. Durante la prueba no llegué a agotar el depósito de gas natural, pero sí que puedo decir que con tres cuartas partes de su capacidad logré una autonomía de 280 km y el indicador marcó a menudo medias cercanas a 4,0 kg (unos 3,6 euros) de GNC cada 100 km, lo que se acerca mucho a los datos oficiales homologados por Seat (3,5 kg/100 km). Se trata de unos números espectaculares, puesto que el ahorro económico conseguido con respecto a un funcionamiento totalmente con gasolina es muy notorio. Y no hay que olvidar las emisiones de CO2, pues la media es de sólo 94 g/km en modo GNC.
A nivel de prestaciones, si comparamos este 1.4 TGI con el 1.2 TSI de la misma potencia se aprecia que son motores casi paralelos, aunque esta versión que une gas natural comprimido y gasolina es levemente más lenta. Si bien la diferencia es poco más que testimonial, tenéis que saber que el León TGI acelera de 0 a 100 km/h en 10,9 segundos, lo que supone siete décimas más que el León 1.2 TSI. No obstante, éste último alcanza una velocidad punta mínimamente inferior, de 191 km/h, frente a los 194 km/h de la variante que combina GNC y gasolina.
En cualquier caso, a la hora de la verdad, al ponerse al volante del León 1.4 TGI estas diferencias son prácticamente inapreciables al margen de una sonoridad algo inferior cuando rodamos con gas. Esta mecánica entrega un par motor de 200 Nm entre 1.500 y 3.500 rpm. Se comporta bien a bajas vueltas y su respuesta es más que suficiente para mover al compacto español con soltura. El bloque trabaja conjuntamente con una caja de cambios manual de seis velocidades, distinguida por un buen escalonado de marchas un tacto suave y preciso.
Algunos kilos de más
En términos dinámicos, no hay muchas diferencias entre el León TGI y su equivalente con motor convencional de gasolina. La versión probada se caracteriza por un alto nivel de confort, con un sistema de suspensión de tarado equilibrado que absorbe de forma eficaz las irregularidades en zonas bacheadas. Al igual que el León convencional, no se trata de un vehículo pensado para exprimirlo deportivamente hablando pero ofrece ciertas dosis de sostenible diversión.
No obstante, la principal diferencia entre ambos se halla a la hora de afrontar tramos revirados a cierta velocidad, cuando los 150 kg de peso adicional que supone el sistema específico para gas natural comprimido le llevan a perder un punto de “alegría” si lo comparamos con un León al uso. Aunque sigue manifestando un elevado grado de estabilidad, noté este TGI algo menos ágil que sus hermanos diésel o gasolina.
Cabe señalar que esta terminación Style equipa de serie la función de diferencial autoblocante electrónico XDS. Esta función frena la rueda exterior delantera al tomar curvas a alta velocidad, lo que incide en un mayor agarre a la carretera. Por otra parte, demuestra un gran aplomo al rodar a velocidades de crucero por autopista. Al igual que el León convencional, su arquitectura se basa en la plataforma MQB del grupo Volkswagen.
Conclusión
En definitiva, el León 1.4 TGI tiene como gran ventaja el importante ahorro de combustible con respecto a una versión convencional diésel o gasolina. En ese sentido, las cifras medias y el coste actual del gas natural comprimido caen por su propio peso. El precio del vehículo es algo mayor, pero la diferencia se amortiza rápido, sobre todo si se hacen bastantes kilómetros al año. El principal hándicap se encuentra en que no es fácil encontrar puntos de repostaje de GNC. Hasta la fecha hay menos de cuarenta en toda España y la mayoría se encuentran en grandes ciudades. Por lo demás, se trata de un León en todos los sentidos, con alguna que otra diferencia dinámica debido al peso y de capacidad de maletero a causa de la ubicación del depósito de gas.
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