Smart Electric Drive: Un futuro prometedor

La ausencia de tubo de escape y la decoración especial (con la célula Tridion, llantas y otros detalles en verde) de estas unidades es lo único que diferencia a simple vista este Smart de sus hermanos de gama. Eso sí, debajo de la tapa del depósito no hay un tapón, sino un conector para el cable de recarga, que se guarda en el portón del maletero. La recarga se efectúa en una toma de corriente convencional y una vez hemos conectado el cable, hay que pulsar un botón situado en uno de sus extremos para iniciar el proceso. Si dejáramos el coche recargándose en la calle, el cable tiene un código para que no pueda desconectarse.

El sistema de gestión electrónica de la recarga permite programarla para, por ejemplo, adaptarlo a las tarifas más ventajosas. Según la marca, una carga completa cuesta menos de dos euros. Y también podemos comprobar todo el proceso desde el teléfono móvil. Eso sí, no hay un sistema de carga rápida con enchufe trifásico.

El interior de esta versión es casi idéntico al de cualquier otro Smart. De hecho, la única diferencias se encuentra en la instrumentación que incluye, en las esferas del salpicadero, el estado de carga de la batería y el consumo de electricidad.

En el Electric Drive no ha habido que reducir el habitáculo para incorporar el sistema de baterías. De esta forma, este modelo ofrece un buen espacio para sus dos ocupantes y en ese sentido sólo le falta un poco más de anchura. Aunque el volante sólo es regulable en altura, la posición de conducción es buena. Eso sí, a los conductores más altos les puede molestar la palanca de cambios al desplazarse en cuerpo en las curvas de izquierdas. El maletero, con 220 litros muy aprovechables, tampoco pierde capacidad, aunque el hueco con tapa del portón ahora ahora aloja el cable de recarga.

Este Smart tiene la batería de iones de litio -las más avanzadas en la actualidad- entre los ejes, debajo del piso. El peso e este elemento hace que el Electric Drive supere en 100 kilos la masa de un Smart de gasolina. La batería tiene 16,5 kWh, y se recarga al enchufarla y con la energía cinética de las deceleraciones.

Con esta electricidad se alimenta el motor eléctrico ubicado en la parte trasera como en todos los Smart. Este propulsor entrega 27 CV y 120 Nm, que pueden aumentar gracias a la función "overboost" hasta 41 CV durante dos minutos cuando pisamos a fondo el acelerador. La caja de cambios -que no es tal- sólo tiene una marcha hacia delante. La marcha atrás se realiza por inversión del motor.

Lo primero que todo el mundo valora de un coche eléctrico es su silencio de marcha, aunque en este Smart sí hay un pequeño zumbido cuando rodamos a toda velocidad. La aceleración es muy suave, sin el típico tacto áspero de acelerador de los coches eléctricos. De 0 a 60 km/h consigue las mismas cifras de aceleración que un Smart 45 mhd, pero de ahí hasta los 100 km/h de velocidad máxima le cuesta mucho más. En ciudad es lo suficientemente rápido, incuso ágil por su tamaño y peso ligero. Para salir a carretera o en las grandes circunvalaciones urbanas, se queda un poco justo, aunque 100 km/h es una velocidad suficiente para ir al trabajo para mucha gente.

El aumento de peso apenas se nota y en comportamiento tiene todas las virtudes y defectos de cualquier Smart. A su favor, agilidad en los cambios de dirección y buena frenada, aunque el tacto de esta versión es un poco peor que el de un Smart normal. Eso sí, no tiene la molesta retención al desacelerar que hemos victo en otros coches eléctricos, por lo que seguramente también recargue menos energía que ellos en esa fase. En cuanto a los puntos negativos, demasiado subviraje y desequilibrios entre ejes. Esta versión dispone de dirección asistida, elemento que recomendamos en todos los Smart, cuya dirección poco directa obliga a "manotear" mucho.