El secreto de su éxito: mucho espacio a bajo precio
Resulta poco habitual que el modelo más vendido de una marca de automóviles sea un monovolumen de gran tamaño. Este es el caso de la coreana SsangYong y su veterano Rodius, un automóvil cuya gran capacidad de carga y espacio de sobra para siete adultos se ha combinado con un precio casi imbatible para convertirlo en un habitual de nuestras carreteras.
Dicho todo esto, tampoco es menos cierto que el Rodius que hemos visto durante los últimos ocho años era... feo. Por fortuna, los amigos de SsangYong han trabajado duro para poner remedio a esta y otras carencias. Y el resultado es este enorme monovolumen hemos tenido ocasión de probar: el nuevo Rodius, mucho más aparente y atractivo que el anterior.
Aquellas desconcertantes líneas curvas del viejo Rodius han dado paso a un vehículo más cuadrado y musculoso, con este frontal muy “americano” -si se me permite la expresión-. Y también ha cambiado el detalle estético más discutido, aquel desconcertante
Cuesta encontrar otros turismos que rivalicen con este SsangYong por tamaño y precio.
pilar D que hacía parecer que se hubiese incrustado la trasera de un todoterreno sobre el techo de un cupé. Ahora, el Rodius resulta mucho más proporcionado desde cualquier ángulo.
Cuesta encontrar otros automóviles de turismo que rivalicen con este SsangYong. Los que lo hacen por tamaño exceden ampliamente su precio (como es el caso del Lancia Voyager) y los que lo hacen por precio (como el Tata Aria) no llegan a su nivel ni por dimensiones, ni por calidad ni presentación. Otros como los Volkswagen Sharan, Seat Alhambra y Ford Galaxy son superiores en cuanto a acabados, equipamiento y gama de motores, pero se escapan de precio y ofrecen una habitabilidad más limitada. Como tercera alternativa, podríamos considerar algunos derivados de vehículos comerciales como por ejemplo los Mercedes-Benz Viano de carrocería larga, Ford Tourneo Custom, Fiat Scudo Panorama, Peugeot Expert Tepee e incluso el pequeño Nissan Evalia.
Para toda la familia y para todo uso
Por dimensiones, el Rodius empequeñece a la mayoría de automóviles que vemos por la calle. Sus enormes medidas (5,13 m de largo por 1,92 m de ancho y 1,85 m de alto) en combinación con sus 3 metros justos de distancia entre ejes, convierten a este automóvil en todo un salón rodante.
Su altura libre al suelo de 18,5 cm facilita al Rodius la tarea de circular por sencillas pistas de tierra. Esta es una idea que la marca he querido potenciar no sólo con una nueva estética más cercana a la de un todocamino, sino con argumentos tangibles como los neumáticos de tipo “barro y nieve”. Además, el Rodius con tracción a las cuatro ruedas (del que haremos mención más adelante) dispone de reductora, algo que ayudará a este gigante a la hora de afrontar grandes desniveles.
En realidad no estamos ante un Rodius completamente nuevo, ya que emplea la misma plataforma del modelo precedente y también mantiene la misma modularidad en su interior. Pero además de renovar su aspecto y mejorar algunos acabados, esta revisión incluye un nuevo motor y algunas mejoras en el apartado dinámico.
Elevar su equipamiento no sale muy caro
Existen diferentes combinaciones para configurar el Rodius. Eso sí, todas ellas comparten un único motor turbodiésel de dos litros de cilindrada y 155 CV de potencia. Y también tienen en común que nos costará 460 euros pintar el coche en cualquier color metalizado. El modelo más básico, con tracción trasera y cambio manual de 6 velocidades cuesta 28.280 euros, y su equipamiento de serie incluye luces antiniebla, retrovisores plegables, aire acondicionado y radio-CD con MP3, puerto USB y manos libres Bluetooth.
El Rodius con nivel de acabado Premium sube a 31.400 euros, pero a cambio obtendremos un equipamiento mucho más rico: llantas de aleación de 16”, rieles en el techo, cristales tintados, climatizador automático, volante de cuero con mandos de audio, equipo multimedia con DVD, conexión auxuliar y para el iPod, navegador con pantalla táctil y sistema de ayuda al aparcamiento con cámara trasera.
El vehículo que hoy probamos corresponde al nivel de acabado Limited, el más alto de la gama, que incluye llantas de aleación de 17 pulgadas, techo solar eléctrico y asientos de cuero (calefactables los delanteros, igual que el volante). El precio de partida de esta versión es de 33.400 euros. Estos 2.000 euros extra del acabado Limited sobre el Premium pueden merecer la pena si tenemos niños pequeños: la tapicería de cuero es más fácil de limpiar que la de tela...
Los niveles de acabado Premium y Limited pueden equipar un cambio automático T-Tronic de 5 velocidades y origen Mercedes-Benz. Esta opción tiene un sobrecoste de 2.500 euros. Nuestro compañero Néstor Abarca tuvo ocasión de conducir hace pocas
Existe una versión de tracción integral con reductora y cambio automático.
fechas el Rodius automático en nuestra primera toma de contacto, y a ella os remito para conocer sus impresiones.
Para quienes necesiten circular habitualmente por pistas de tierra, existe una versión de tracción integral con reductora. Incorporar la transmisión 4x4 supone un gasto de 3.000 euros, pero nos brinda la posibilidad de elegir mediante un selector entre tres modos de conducción: 2WD, 4WD y 4WD con reductora.
Sea cual fuere la configuración elegida, SsangYong ha tenido a bien ofrecer un descuento promocional de 3.000 euros para el Rodius con motivo de su lanzamiento, por lo que el precio final se verá reducido en esa cantidad.
Al estilo americano, también por dentro
El acceso al interior del vehículo no es tarea fácil para todos. Su piso elevado puede suponer un problema si queremos ir acompañados de nuestros mayores, a quienes el escalón de entrada pondrá en dificultades a la hora de subir y bajar del coche.
La calidad de acabados del habitáculo está un poco por debajo de la media; aunque sigue siendo preferible a la que encontraremos en marcas de bajo coste, a las que supera en ajustes y atención al detalle. Mientras que la parte superior del salpicadero es de material flexible, el resto de plásticos son duros y de apariencia modesta. El tacto de los mandos no es muy refinado pero sí efectivo, que es lo que cuenta.
Al contemplar el salpicadero llama nuestra atención su volante sobredimensionado, con un diámetro digno de un vehículo comercial; y también una enorme palanca de cambios que recuerda a la de una furgoneta. El cuadro de instrumentos (que además del velocímetro incluye el cuentarrevoluciones, el indicador de temperatura del motor y el nivel del depósito) se sitúa en posición central, algo tan típico en los vehículos familiares como difícilmente explicable. La pantalla del navegador, muy útil por dimensiones, pierde efectividad al quedar situada en una posición baja.
La postura de conducción, aún siendo elevadísima, es más parecida a la de un turismo que a la de un monovolumen. Dado que no tendremos que ir excesivamente erguidos, ni tampoco los pedales quedan demasiado cerca, resulta fácil encontrar una posición cómoda al volante -aun cuando este último no sea regulable en profundidad-.
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Los asientos ofrecen múltiples posibilidades, partiendo de una configuración típicamente americana: 2 + 2 + 3. En ningún caso podremos ocultar los asientos bajo el piso, tal como permite el Lancia Voyager; en compensación, las butacas dan sensación de robustez, nos sujetan suficientemente y son bastante mullidas.
La marca afirma que en el Rodius hay espacio para siete personas adultas. Y están en lo cierto, aunque los pasajeros más afortunados serán los que ocupen las butacas independientes de la fila intermedia. En la banqueta trasera también hay espacio más que suficiente para otras dos personas: quien quede último en el sorteo de asientos y ocupe la plaza central sufrirá una cierta falta de anchura, por mucho que pueda estirar las piernas tanto como desee. Y aunque el asiento no sea duro, tiene una forma demasiado plana y queda más elevado que los dos adyacentes.
Los asientos de las filas segunda y tercera pueden variar su posición gracias a unos raíles que les permiten desplazarse longitudinalmente a lo largo de 17 cm. Aunque todos los asientos son abatibles y plegables -y puede regularse la inclinación del respaldo- la tercera fila es de una sola pieza. Podremos extraer la banqueta trasera (aunque no las butacas centrales) y dejarla en el garaje si queremos aprovechar al máximo la capacidad de carga; pero ya os adelanto que pesa bastante, por lo que mejor será manipularla entre dos personas.
Por cierto; las butacas de la segunda fila son las únicas que incorporan anclajes Isofix. Tampoco hubiese servido de mucho encontrarlas en los asientos traseros, donde no sería nada fácil colocar y manipular una sillita de bebé (ya que para acceder a la tercera fila debemos atravesar agachados el espacio que dejan las butacas centrales).
Curiosamente, el habitáculo no ofrece muchos huecos donde almacenar objetos. No hay cajones bajo las butacas ni bolsillos en sus respaldos -destinados a servir como bandejas- ni tampoco bajo el suelo, sacrificado por los raíles que permiten desplazar los asientos. Sí está bien aprovechado el espacio entre las butacas delanteras, con un doble cofre de generosas dimensiones situado bajo el reposabrazos y otros dos pequeños huecos adyacentes. En el salpicadero, entre la consola central y la palanca de cambios, encontraremos una superficie con piso de goma en la que depositar el teléfono y la cartera, por ejemplo. También hay un espacio en el techo para guardar las gafas de sol, y un tarjetero detrás del mando de los intermitentes por si toca pagar peajes.
El maletero es muy capaz. Ofrece 875 litros con los siete asientos operativos -pero con la fila trasera en su posición más adelantada-, y hasta 1.975 litros en configuración de 4 plazas. Con todos los asientos desplegados dispone más espacio en vertical que en profundidad; toca, por tanto, apilar maletas antes de iniciar el viaje... No hallaremos bandeja rígida ni retráctil para ocultar la carga, lo que se resuelve de alguna manera con el tintado especialmente oscuro de las lunas posteriores.
Si queréis conocer con mayor detalle las posibilidades que nos ofrece la modularidad interior del Rodius, os recomendamos dar una mirada a la galería de fotos y la videoprueba que acompañan a esta prueba escrita.
Tomémoslo con tranquilidad
En el apartado dinámico, lo mejor del Rodius es sin duda su nuevo propulsor, un turbodiésel common rail de 2.0 litros y 155 CV fabricado por SsangYong que sustituye al antiguo 2.7 de origen Mercedes. Respecto de aquel, pierde 10 CV de potencia pero le supera claramente en respuesta a bajo régimen. Este nuevo motor, potente, relativamente silencioso y con pocas vibraciones, le queda como un guante al Rodius.
La caja de cambios manual de 6 velocidades tiene recorridos largos pero tampoco es demasiado imprecisa; sólo en ocasiones nos costará engranar la marcha atrás. Para facilitar las cosas, el tacto y recorrido del pedal de embrague son impecables. El escalonamiento de las marchas es adecuado, con una primera más bien corta para dar buena salida y una sexta lo bastante larga como para desahogar el motor en autopista sin sacrificar las recuperaciones. De hecho, estas últimas son tan buenas que en carretera casi siempre llevaremos engranada la marcha más larga, a menos que el coche esté a plena carga.
El consumo de gasóleo, aún siendo alto, no se dispara en demasía. A lo largo de nuestra prueba hemos promediado 10 litros “redondos”, que no son tantos si consideramos que el peso de este mastodonte ronda las dos toneladas y la eficiencia aerodinámica no encabeza la lista de prioridades de sus diseñadores.
Y es que la verdadera prioridad del Rodius es facilitarnos una conducción tranquila y relajada. Al fin y al cabo, es el coche en el que llevaremos a toda la familia, y no es cuestión por tanto de emplearlo como si de un deportivo se tratase. A menos, claro está, que pretendamos interrumpir abruptamente la digestión de nuestras criaturas.
Aunque el esquema de suspensiones es adecuado para un vehículo como éste (doble horquilla para cada rueda delantera, con un eje posterior multibrazo de nueva factura) su tarado muy blando permite un notable balanceo de la carrocería. La dirección, lenta y pesada, tampoco invita a enlazar curvas a gran velocidad; mientras que la frenada, aún cumpliendo muy dignamente, tampoco está hecha para apurar distancias. Resumiendo: en cuanto dejemos atrás nuestra calma, él Rodius también lo hará.
La visibilidad es en general muy buena gracias a las amplias superficies acristaladas. El único problema afecta al retrovisor interior, ya que los reposacabezas -y por tanto, también los ocupantes- de la fila trasera entorpecen la visión de lo que sucede tras el vehículo. Se agradece, por otra parte, el tintado del extremo superior del parabrisas, que cumple la función de filtro solar.
Y hablando del sol, con él tiene que ver un molesto fallo de diseño. En las horas centrales del día, cuando la luz solar incide sobre el salpicadero, su reflejo hace prácticamente imposible que veamos la pantalla del navegador y el panel de instrumentos. Suerte que el ordenador de a bordo situado tras el volante incorpora un oportuno velocímetro perfectamente legible.
Un último detalle incómodo es la inclusión de un freno de estacionamiento “de pedal” en vez del habitual “freno de mano”. Este mecanismo resulta particularmente molesto cuando tenemos que aparcar en pendiente o iniciar la marcha en rampa; más aún cuando el Rodius no ofrece asistencia de arranque en subida, ni siquiera como opción.
Grande, capaz y económico. Y ahora, también atractivo.
El SsangYong Rodius presenta tres claros argumentos de venta. El primero es ofrecer siete plazas para personas adultas, algo que podremos encontrar en otros automóviles de la competencia. Su segundo argumento, una gran capacidad de carga, también encuentra réplica por parte de otros rivales. Aun así, y sólo valorando estos dos factores, ya podemos considerar al nuevo Rodius como un candidato a tener en cuenta.
Pero si disponemos de un presupuesto limitado, y el precio es un factor determinante, es ahí donde este monovolumen coreano saca a relucir su tercera y mejor virtud. A día de hoy, no es tarea sencillaencontrar tanto espacio por un coste tan bajo, con la comodidad y modularidad que ofrece un buen automóvil de turismo. Y por si fuese poco, el Rodius ya no es un coche difícil de ver.
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