Tras la estela del GTI
Volkswagen recurre a la denominación GTD para diferenciar al Golf diesel más potente de la gama, es decir, el que equipa el motor 2.0 TDI de 170 CV. Son muchos los que insisten en compararlo con el GTI aunque particularmente pienso que en lo que más se aproxima, al margen del precio, es en la imagen y en el enfoque comercial, por mucho que comparta chasis deportivo. Corre sí, y mucho, pero no transmite las mismas sensaciones que el icono de la marca, claro que en consumo gana por goleada.
Si no fuera por el emblema y porque los ribetes que recorren la parrilla son cromados en lugar de rojos, los frontales del GTD y del GTI serían como dos gotas de agua. Vistos de perfil se distinguen por las llantas de aleación: mismo tamaño pero distinto diseño. Mientras que si nos fijamos en la zaga, al margen las letras que lo identifican, pronto advertiremos que el GTD agrupa las dos salidas de escape en el lado izquierdo. Su parecido, obviamente, no es casual, se debe a que el GTD es el deportivo de la oferta diesel, y aunque sea de forma discreta, a la marca le interesa hacerlo notar.
Las similitudes también se reflejan en el interior. Todo es igual o casi, configuración, asientos, salpicadero, volante, pedalier...las únicas diferencias las encontramos en los pespuntes de la tapicería y del cuero que recubre el volante y la palanca de cambios, que abandonan el rojo del GTI por el gris. En los reposacabezas de los asientos delanteros tampoco aparece inscrito el anagrama y el cuentarevoluciones del cuadro de mandos marca la zona roja entre las 5.000 las 6.000 vueltas que es donde encuentra su límite. En cuanto al espacio disponible es el mismo que en cualquier otro Golf, en su interior pueden viajar cuatro adultos con comodidad. Por supuesto que admite un quinto ocupante pero el asiento central trasero ya se sabe que es más duro, menos ergonómico y, en el caso del Golf, se ve bastante penalizado por la protuberante consola central. El maletero con 350 litros de capacidad está en línea con los vehículos de su categoría.
El objetivo del motor 2.0 TDI de 170 CV que equipa el Golf GTD no es solo el de ofrecer altas prestaciones, sino hacerlo con un consumo contenido. Y es en este último punto donde los ingenieros de Volkswagen han cargado las tintas. Según los datos del fabricante, con el cambio DSG de seis velocidades, la media resultante de un uso combinado está en 5,6 litros a los 100 kilómetros, aunque habría que contenerse bastante para llegar a ella. De modo que es mucho más real que se sitúe ligeramente por encima de los 6 l/100 km, lo cual sigue siendo poco para un coche con la respuesta del GTD. Tarda 8,1 segundos en acelerar de 0 a 100 km/h (el GTI lo hace en 6,9 segundos) y logra una velocidad máxima de 220 km/h. Hay que acercarse a las 2.000 vueltas para sentir su "patada", enérgica pero menos contundente que la del GTI, aunque eso sí, la estira hasta más allá de las 4.000 rpm.
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El Golf GTD monta un chasis deportivo rebajado 15 mm respecto al convencional. No dispone de tracción a las cuatro ruedas, ni tampoco del bloqueo de diferencial electrónico (XDS) que sí equipa el GTI, pero muestra un aplomo y una estabilidad que hace que no se eche en falta. Las suspensiones cumplen eficazmente su cometido sin comprometer el confort de los ocupantes, algo que, sin embargo, puede verse ligeramente alterado por el ruido que llega al habitáculo, mezcla de rodadura y de motor. Si bien, podría considerarse que el sonido proveniente del motor forma parte del "marketing" ya que es algo estudiado por la marca para, según dicen, "subrayar acústicamente su potencia". Opcionalmente el GTD también puede equipar el sistema de amortiguación electrónico DCC que permite elegir entre tres programas predeterminados: Normal, Deportivo y Confort. Otra cosa es que compense pagar los casi 900 euros que vale, máxime teniendo en cuenta que con la suspensión normal ya va fenomenal. El cambio DSG de seis velocidades incorpora levas en el volante de modo que si optamos por el modo manual podremos seleccionar la marcha con la palanca o con dichas levas, en cualquier caso, no resulta tan fino como en la mecánica de gasolina. Y en cuanto a los frenos parece que les falta mordiente.
Su excelente estabilidad y fiel guiado ya son motivos de confianza y seguridad pero eso no implica que renuncie a las ayudas electrónicas típicas, como son el control de estabilidad y tracción, o a otros elementos destinados a la seguridad pasiva, por ejemplo, siete airbags incluido uno de rodilla para el conductor. También se encuentra entre su equipamiento de serie los faros bi-xenón autoadaptativos, el sensor de lluvia y el control de crucero.
No alcanza el grado de deportividad que transmite el GTI, pero su dinamismo, su agilidad y su respuesta mecánica son suficientes para descargar adrenalina si eso es lo que se busca. Con la ventaja, de que la "broma" no supondrá un golpe para el bolsillo. El golpe ya se lo habrá llevado en el momento de la compra porque lo que se dice barato el Golf GTD no es: desde 28.190 euros. Claro que las cuestiones de precio a veces pueden resultar muy relativas porque ¿cómo se valora la satisfacción?.
Bien hablado