Bajo la protección del Índalo
Tras nuestras anteriores rutas por Segovia “De Villacastin a Cuellar” y Zaragoza “De Santa María de Huerta a Nuévalos”, hoy viajamos más al sur, a la provincia de Almería, y más concretamente a la comarca de los Vélez, para realizar una ruta “circular” que nos descubrirá algunos interesantes hallazgos arqueológicos amén de unas tranquilas pistas donde disfrutar de un día de campo con nuestro SUV.
Si venís del Norte o del Oeste de España, al llegar a Granada debéis coger la A-92, para, al llegar a Guadix, seguir por la A-92 N y, tras poco más de 110 Km. llegar a Vélez Rubio, lugar donde terminará nuestra ruta de hoy y que de momento pasamos de largo enfilando dirección a Vélez Blanco. Desde el Levante peninsular, hay que bajar por la AP7 y A7 hasta la A 91 y luego coger la mencionada A91. Antes de llegar a Vélez Blanco nos desviaremos a la izquierda hacia La Cueva de los Letreros, verdadero punto inicial de nuestra ruta.
Son muchos los motivos para comenzar aquí, y quizás el más extraño de todos, es el lamentable estado de conservación en que se encuentra esta cueva, situada al abrigo del Maimón Grande, un macizo de 1.694 metros muy apreciada por los montañeros de la zona.
Lamentablemente, la erosión provocada por los elementos al tratarse de una oquedad a cielo abierto y el vandalismo de algunos descerebrados, que han llegado a grafitear e incluso a piquetear algunas de las pinturas rupestres que en ella se encuentran, han provocado su actual estado, sin embargo, o como ya he dicho, quizás por esto mismo, hay que visitarla en prevención de que algún día pudiera desaparecer.
Otro motivo, el principal, es que fue en esta cueva, donde el almeriense Manuel de Góngora y Martínez descubrió en 1868 (11 años antes de que se descubrieran las Cuevas de Altamira), un completo panel de dibujos en el que se encuentran tanto figuras del arte levantino realizadas entre el Epipaleolítico y el Neolítico, como representaciones del arte esquemático, realizadas a partir del Neolítico y durante la edad del cobre.
Es también, en la Cueva de los Letreros, donde fue encontrado El Índalo, representación de un Dios prehistórico sujetando un arco iris ofreciendo protección frente a posibles diluvios. Se dice que desde entonces, en Almería llueve menos y es el lugar con más luz de toda la península.
El Índalo recibe su nombre en honor a San Indalecio y significa “mensajero de los dioses”. Hoy, podemos encontrar este símbolo pintado en numerosas casas de la población almeriense de Mojácar ya que se piensa que protege de las tormentas, el rayo, el “mal de ojo” e infinitos males.
La cueva fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1924, antes que el Castillo de Vélez Blanco o la Alcazaba de Almería, lo que nos da la medida de su importancia y significado. Posteriormente, en 1998, fue incluido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Finalmente, fue declarada Bien de Interés Cultural el 20 de julio de 2004.
Un último motivo para comenzar nuestra ruta desde este punto, son las espectaculares vistas que nos vamos encontrando según subimos las escaleras que nos llevan hasta la entrada de la cueva, entre ellas la de Vélez Blanco, donde nos dirigiremos a continuación.
Vélez Blanco pertenece a la red Patrimonia, una iniciativa de turismo sostenible que trata de poner en valor el patrimonio turístico de la zonas rurales. Este proyecto está integrado por 23 municipios de 6 provincias andaluzas declarados conjuntos históricos-artísticos o bien que destacan por ser representativos de la arquitectura popular de Andalucía.
Vélez Blanco
Situado a 1.070 metros de altitud, este municipio cuenta con una población de poco más de 2.000 habitantes y además de la ya citada Cueva de los Letreros, la Iglesia de Santiago o el Convento de San Luís, cuenta con un impresionante castillo, del siglo XVI, que mandó construir don Pedro Fajardo y Chacón, primer marqués de los Vélez y que será nuestra siguiente parada.
Con la unificación de los reinos de las Españas, las tierras de costa, teórica nueva frontera con la morisma, pasaron a depender directamente de la Corona. Por ello don Pedro Fajardo sufrió lo que hoy llamaríamos un traslado forzoso a tierras almerienses, tras lo que erigió su magnífico castillo-palacio en el que organizaría una pequeña corte para su uso y disfrute privado.
Construido entre 1506 y 1515 a caballo entre el mundo gótico y el renacentista, su aspecto exterior es el de una imponente fortaleza militar que tiene adaptadas sus defensas a las nuevas armas de artillería. Presenta una planta hexagonal, construida sobre la roca viva con fuertes baluarte poligonales en las esquinas, que evitan los ángulos ciegos en el campo de tiro.
Saldremos de Vélez Blanco dirección norte hacia Topares y, en el cruce de la carretera que, a la izquierda nos llevaría a María, nosotros giraremos a la derecha, cogiendo pista para comenzar nuestro recorrido por el interior del Parque Natural “Sierra María Los Vélez”.
Por una cómoda pista de zahorra compactada, nos iremos introduciendo en el parque, pasando de zonas de vegetación baja y campos arados, a un bosque de pinos y, cogiendo altura a la vez que circunvalamos el Monte Gabar, algunas estupendas vistas de los valles, en medio de una absoluta tranquilidad.
El Navegador de nuestro Mini Cooper SD Countryman, el compañero con el que estamos realizando nuestra ruta, nos muestra como vamos circunvalando el parque, que va poniendo a nuestra disposición un gran número de cobertizos, casas y cortijos en diferentes estados de uso u abandono.
Ruta de comida campestre
La pista que anteriormente se había estrechado, se vuelve a ampliar y nos va llevando hasta la Cueva Ambrosio, a la que se accede por una pista mala, de grava suelta, que hace entrar en funcionamiento el sistema de tracción del Mini que sigue avanzando sin problemas hasta el final de la pista desde empieza la bajada para acceder al interior de la cueva.
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El Monumento Natural Cueva de Ambrosio es un abrigo de 39 metros de amplitud, 18 de altura y 17 de profundidad máxima. Se trata de uno de los yacimientos paleolíticos más importantes del sureste ibérico, conocido desde principios del siglo XX y ampliamente investigado como yacimiento arqueológico durante numerosas campañas, aunque no ha sido hasta los años 90 cuando se ha descubierto su arte parietal.
En los últimos años se han descubierto importantes grabados y pinturas rupestres paleolíticos. En 1992 se produjo un hallazgo de singular importancia, al encontrarse numerosas manifestaciones artísticas, tanto grabados como pintadas, agrupadas en tres diferentes paneles.
Volvemos sobre nuestros pasos para recuperar la pista que traíamos anteriormente y nos damos cuenta que llevamos más de hora y media de ruta y, ni hemos pasado cerca, ni vamos a pasar por zona “civilizada”, lo que convierte esta ruta en una magnifica opción para realizarla con el material de camping preparado, llevándonos comida, bebida y todo lo necesario para poder parar tranquilamente donde más nos guste y dar buena cuenta de nuestras viandas.
Tras visitar Cueva Ambrosio, nos dirigimos hacia el Embalse de Valdeinfierno, no sin antes cruzarnos con diferentes rebaños de ovejas y cabras y ver, en la distancia, las canteras de mármol blanco de Macael, de especial importancia en la comarca por su repercusión en la economía y por ofrecer un paisaje único por su impresionante geología.
Finalmente, llegamos al Embalse de Valdeinfierno, que encontramos totalmente seco con apenas un charco de agua en contacto con la presa. Esta obra hidráulica está situada en el estrecho desfiladero que el río Luchena excava entre las sierras del Gigante y la Culebrina, a 700 metros de altitud.
Iniciado en 1785, el pantano quedó inaugurado el 15 de agosto de 1788, si bien su construcción no finalizaría hasta 1806. Con una cuenca de recepción de 454 km2, tenía capacidad para 20 millones de metros cúbicos, aunque pronto quedó colmatada por los sedimentos.
En 1850 era ya inservible, de ahí que entre 1891 y 1897 la presa se recreció 15 metros. El 31 de diciembre de 2005 quedó finalizada la redacción por el Ministerio de Medio Ambiente del anteproyecto para la construcción de una nueva presa en Valdeinfierno, aguas arriba de la actual, con la idea de que la presa actual dejase de prestar su función y se conserve para ser visitada como monumento hidráulico, al igual que la de Puentes. Sin embargo, al ser la zona una amalgama de yacimientos arqueológicos, algunos tan importantes como el del “Abrigo del Mojao”, esta nueva construcción se detuvo.
Deshacemos nuestros pasos y de regreso, pasamos junto a la entrada de una de las canteras de mármol blanco, donde fotografiamos nuestro Mini junto a los enormes bloques de mármol que tanto nombre le han dado a toda la comarca.
Tras cruzarnos con un par de cabras montesas, seguimos bordeando la Sierra del Gigante por su cara norte hasta llegar a visualizar de nuevo, en la lejanía, la imagen de Vélez Blanco, que volvemos a fotografiar con la luz del atardecer.
Ya en carretera, nos dirigimos al último punto de nuestra ruta de hoy, Vélez Rubio, parando en la distancia para tomar unas panorámicas de la población en las que destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, del siglo XVIII y máximo exponente del barroco religioso almeriense y que fue declarada Monumento nacional en 1982.
Además de ser cuna de culturas de la edad del bronce y del cobre, aprovechando que pasaba la calzada que unía Cártago con Cástulo, los romanos se asentaron allí, si bien el periodo de mayor esplendor económico se alcanzaría a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Casas, mansiones, edificios… Vélez Rubio ofrece al viajero un lugar donde pasear y quedarse a dormir, ya que dispone de una variada oferta de apartamentos, hoteles, casas rurales y cortijos, todo ello aderezado con una gran oferta gastronómica que varía según las épocas del año.
A los productos autóctonos como el cereal, la carne de caza, las verduras, legumbres y materias primas como la harina, se le unen platos típicos de Navidad como el arroz con pavo. Las tortas de bacalao es un exquisito plato que se degusta casi exclusivamente en época de Carnaval, al igual que el potaje de garbanzos con bacalao de Cuaresma.
En esta ocasión, nosotros teníamos que seguir camino, sin embargo, no desaprovechamos la ocasión para, tras aparcar en la misma Plaza del Ayuntamiento y fotografiar la portada de la Iglesia de la Encarnación, tomarnos un refrigerio sentados en una de sus terrazas para concluir, que este era un fantástico lugar para volver a realizar alguna ruta con comienzo, paso o final en sus cuidadas calles.
La ruta de hoy nos había llevado cuatro horas de duración (visitas aparte), y se había mostrado especialmente indicada para el Mini Countryman que nos había acompañado, un coche con una altura al suelo limitada para ser un SUV y con unos recorridos muy cortos de suspensión, que no le hacen apropiado para rutas muy complicadas, pero que gracias a su sistema de tracción, nos podrá sacar de algún apuro cuando el barro haga acto de presencia en alguna de las fáciles pistas por las que circulamos, además de tener un comportamiento en carreteras de curvas excepcional. Una opción, para los amantes de la naturaleza, mucho más adecuada que las versiones de solo dos ruedas motrices.
Andalucía no es solo sol y playa, y hoy, con esta ruta que hemos realizado con el Índalo como guía, nos lo ha vuelto a demostrar.
Bonita ruta