Por el Cañón del Río Lobos
El Parque Natural del Cañón del Río Lobos es un espacio natural protegido de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Aproximadamente un tercio de su superficie se ubica en la provincia de Burgos y dos tercios en la de Soria.
El río Lobos es el eje del cañón del mismo nombre y causante de la erosión que le ha dado forma. Discurre principalmente por la provincia de Soria, aunque nace en la de Burgos. Se sitúa en la separación de la Cordillera Ibérica con la alta meseta del Duero.
Morfológicamente se trata de un profundo tajo que ha dejado a la vista enormes paredones de varias decenas de metros de elevación. Este tajo es fruto de una doble erosión: la debida al desgaste del propio río y la debida a la disolución de la roca por el agua. El hundimiento del lecho se ha producido al ceder las grutas que previamente había excavado el agua. Este hundimiento ha dejado las zonas cóncavas, también llamadas lermas, que se pueden ver, teñidas por los óxidos, en las paredes del cañón.
Se puede acceder al cañón por varios caminos, aunque los accesos principales se realizan desde tres puntos diferentes:
Por la parte oeste, aguas arriba, se accede desde Hontoria del Pinar, Burgos, población a la que se llega por la carretera N-234.
El segundo acceso se encuentra a 12 Km. del anterior, aproximadamente a mitad de recorrido, faltando 9km para la salida de Ucero, y es el llamado Puente de los Siete Ojos, que está en la carretera provincial SO-960, que une San Leonardo de Yagüe con Santa María de las Hoyas.
Al final del cañón se halla la entrada de Ucero, que es la más usada y donde se encuentra el Centro de Interpretación del espacio natural. Éste se ubica en un antiguo molino reconvertido en piscifactoría. Sobre Ucero, en la carretera SO-920, se encuentra el mirador de La Galiana, que permite observar el parque desde el borde de los acantilados.
La zona más recorrida y conocida del parque natural del río Lobos es sin duda la del Colmenar de los Frailes, al pie de la cual se encuentra la Ermita Templaria de San Bartolomé. Esta área se encuentra a 3,5 Km. de la entrada de Ucero, en la explanada que se extiende frente a la Cueva Grande, enorme gruta que permanece siempre abierta y accesible, en la que se celebra la romería cada 24 de agosto y donde terminamos nuestra ruta de hoy.
Puesto que la temática de la ruta de hoy era el Cañon del Río Lobos, para comenzar la ruta elegimos la población de Espejón, por estar situada en la provincia de Soria, provincia a la que “le apuntaremos” la ruta y ser un emplazamiento perfecto para llevarnos a cruzar a la provincia de Burgos donde realizaríamos un tercio de nuestro recorrido, de manera similar a como se reparte el espacio natural del parque.
Espejón es un municipio situado en la parte noroccidental de la provincia de Soria, que pertenece a la comarca soriana de Tierras del Burgo, la zona en la que actualmente se ubica Espejón podría haber albergado núcleos poblados desde hace más de 6000 años, según describe J. M. Celorrio Romano, basándose en la obtención de hachas de piedra del periodo Neolítico y las condiciones del medio: corrientes fluviales, bosques, cuevas naturales, mamíferos para la caza y varios puntos elevados del terreno en la zona.
En torno a los siglos II a.C. y el siglo V, la ocupación romana es evidente en la zona. Hay restos de una atalaya en la cima conocida como El Castillo, que habría servido como vigía o defensa de la ciudad de Clunia.
La localidad es conocida en el sector minero por su célebre cantera de mármol, que ya estuvo explotada en época romana y que hasta hace unos años era fuente importante de la economía de Espejón. Su mármol, amarillento y beige, ha sido empleado en el Palacio Real y el Monasterio de El Escorial de Madrid, en la capilla del Virrey Palafox de la catedral de El Burgo de Osma o en el Palacio de la Granja de Segovia.
Además de los restos del castillo que ya hemos comentado, Espejón posee como monumentos destacados la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción y la Ermita de Nuestra Señora de Brezales, por la que pasaremos tras abandonar la población entre alguna de sus grandes extensiones de pino, roble y encina.
Así, con temperaturas bajo cero, pisando nieve y entre bosques salimos de la provincia de Soria para entrar en la de Burgos dirección a Navas del Pinar.
Los numerosos charcos que nos encontramos por el camino son bloques de hielo, que se parten en mil pedazos bajo las ruedas de la Isuzu D-Max que, como en otras ocasiones en que prevemos que las pistas puedan estar complicadas, hemos utilizado para realizar esta ruta por su conocida dureza y capacidad off road.
La ruta en sí, una vez terminada, podemos afirmar que es apta para cualquier SUV de serie, eso sí, evitando los meses invernales en los que la nieve podría llegar a ponernos en demasiados apuros, siendo más recomendable en esta época para vehículos TT de serie, en los que la mayor altura respecto a un SUV puede marcar la diferencia en algunos pasos.
Tras hacer algunas fotos de Navas del Pinar antes de llegar, tras introducirnos en su casco nos dirigimos hacia su actual iglesia parroquial, que se terminó de construir en el siglo XVII, (puede que hacia 1660), con obras complementarias en el siglo XVIII. Su arco gótico de coro, anejo a la pared oriental de la torre, es del XV. El archivo parroquial conserva anotaciones a partir de 1620; el primer libro de fallecidos que se conserva data de 1714, y el de los nacimientos de 1728.
De nuevo, por estrechas pistas salimos de Navas del Pinar dirección este, hacia El Pico de Navas (1351msnm), a poca distancia de Hontoria del Pinar.
La primera mención documental de la localidad es de 1008 y la segunda de 1044. En 1075, Hontoria era cabeza de un alfoz que se extendía desde Rabanera del Pinar hasta el Mojón Pardo. En 1848, Pedro Egaña fundó la primera fábrica de resinas, que precedió a las de Valladolid y Albacete.
Hontoria invita a pasear sus calles y monumentos, pero sin duda, las mejores imágenes se obtienen tras salir de la población por la pista que nos llevará hasta el parque natural. Poco después de salir del pueblo, la empinada cuesta nos ofrecerá diferentes puntos en los que captar, desde la distancia, la belleza de su Puente Romano o Puente Campanario sobre el río Lobos, de tres arcos. Este puente tiene la singularidad de que dos de sus arcos descansan sobre una gran roca desprendida de la montaña.
También veremos la Iglesia parroquial, de planta románica, con transformaciones barrocas dedicada a la Asunción de Nuestra Señora. En ella destaca su retablo Mayor, del siglo XVII; así como la Ermita de San Juan, de estilo románico, con sus pinturas encaladas.
El Rollo, con capitel romano corintio invertido; las “Cueva Negra” y “Cueva Blanca”, accesibles para expertos espeleólogos, con galerías o complejos cársticos repletas de estalactitas y estalagmitas o La Fuentona, fuente romana, en las márgenes del Río Lobos, son otros de los atractivos de Hontoria, que cuenta con un patrimonio industrial constituido por la antigua fábrica de destilación de resinas, los molinos harineros y los lavaderos de caolín de Navas del Pinar.
Tras terminar la ascensión de la pista, diferentes carteles y postes nos indican que entramos en el Parque Natural del Río Lobos, desde alguno de sus miradores se pueden obtener bellas imágenes. La pista es muy sencilla, apta para cualquier turismo, pero al menos no es asfalto y la sensación de estar en contacto con la naturaleza es mayor.
Tras acceder a una solitaria carretera llegamos a Muñecas, en la que paramos a fotografiar su Iglesia parroquial católica, con restos de románico en su portada.
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Más adelante llegaremos a la población de Santervás del Burgo, cuyo nombre “Santervás”, significa "San Gervasio" y fue un primitivo asentamiento celtíbero de la tribu arévaca.
Tras la romanización de la comarca con la fundación sobre las primitivas ruinas de nuevas ciudades romanas como Clunia, Uxama y Termantia, surgen también villas agropecuarias.
La abundancia de restos en el yacimiento de Los Villares y en otros varios lugares de Santervás, indica sin duda la fuerte explotación que se realizaba de la zona en la época altoimperial.
Por pistas calizas y tras superar alguna que otra resbaladiza subida, apareceremos en Rejas de Ucero, una pequeña localidad de apenas 20 habitantes que depende del ayuntamiento de Nafría de Ucero.
Junto a la carretera que cruza el pueblo, procedente de Nafría de Ucero, podemos ver su Iglesia de San Mamés, con una sencilla portada románica.
También se conserva la cornisa del muro meridional, muy similar a la que podemos hallar en la Iglesia Parroquial de Berzosa. En su interior se conserva una pila bautismal también de época románica.
A la entrada de Nafría de Ucero, pasando por el lavadero, comienza un sendero hacia la Fuente del Martecil o Martegil, como aparece en algún mapa. La fuente es muy especial, de piedra, formando ésta una pequeña bóveda de cañón, donde se remansa el agua, bajo techo pero a nivel del terreno circundante.
Finalmente, la pista nos llevará hasta la última población de nuestra ruta de hoy: Ucero.
El señorío de Ucero perteneció en el siglo XIII a Juan García de Ucero, esposo de María de Meneses, a la muerte de aquel, su esposa lo heredó y se lo entregó a la hija ilegítima que tuvo con el rey Sancho IV de Castilla, Violante Sánchez de Castilla.
En un documento emitido el día 13 de noviembre de 1325 en Aviñón, el papa Juan XXII encomendó al arzobispo de Toledo, Juan de Aragón, que siguiera la causa o pleito que mantenían Violante Sánchez y el obispo de Osma, Juan Pérez de Ascarón, por la posesión del señorío de Ucero, que pertenecía legalmente a ella por la herencia de su madre y había sido ocupado y retenido ilegalmente por dicho obispo, según ella, desde que aquel lo compró el día 23 de mayo de 1302 por 300.000 maravedíes, junto con otras propiedades, a los albaceas de Juan García de Villamayor, según consta en la escritura de venta publicada en el tomo II de las Memorias de Fernando IV de Castilla.
Pero a pesar de lo anterior, Violante continuó considerándose propietaria del señorío y en 1327 lo donó, junto con el resto de sus posesiones, a la Orden de Santiago, a pesar de que el señorío de Ucero perteneció desde 1302 definitivamente a los obispos de Osma.
Debe su notoriedad esta localidad al castillo medieval a cuya sombra se asienta, y hoy, sobre todo, al hecho de ser la puerta natural de acceso al Parque Natural del Cañón del Río Lobos.
Situado sobre un promontorio rocoso en la orilla del río Ucero, cerca de su nacimiento, el castillo domina el amplio espacio de los valles de los ríos Lobos y Chico.
Una particularidad interesante del castillo es la similitud que guarda con el castillo de “Villa Rey” de Miranda del Castañar, debido a la construcción de los dos castillos en el S.XII.
Por último, nos acercaremos al acceso al parque natural donde daremos por concluida nuestra ruta de hoy y nos dirigiremos a comer, para lo que elegiremos acercarnos a la cercana población del Burgo de Osma.
El título de ciudad monumental y gastronómica que ostenta El Burgo de Osma da idea de su riqueza culinaria, no sólo por su exquisitez sino también por su variedad.
Las huertas de la vega del río Ucero suministran productos para una saludable ensalada. Pero, sobre todo, son famosas sus legumbres, especialmente las alubias de El Burgo y el cardo.
Los ríos Ucero y Abión han sido también fuente de riqueza culinaria, fundamentalmente debido a sus valoradas truchas, cada vez más escasas, y a los cangrejos. Entre los hongos, mención aparte merecen los propios de la temporada otoñal, como los níscalos de los pinares y, sobre todo, las deliciosas setas de cardo de los liegos.
El cordero de la zona es sumamente apreciado, sobre todo cuando está preparado a la parrilla, sobre las ascuas de sarmientos, asado en horno de leña o en caldereta. Un plato completo es el suculento cocido castellano, con la sopa, garbanzos, chorizo, carne de cordero, oreja y pata de cerdo, tocino rancio, bola, etc.
Es imposible realizar un recorrido por la riqueza gastronómica de El Burgo sin mencionar las laureadas jornadas rito-gastronómicas de la matanza del virrey, declaradas de interés turístico, que se celebran todos los fines de semana desde mediados de enero a mediados de abril.
En la repostería, muy típicos son los sobadillos hojaldrados, las tortas dormidas de anís y los famosos harinados...
Broche de oro para una fría jornada de invierno que, eso si, nos ha permitido contemplar la exuberante belleza del Parque Natural del Cañón del Río Lobos transitando por solitarias pistas y visitando pequeños y casi olvidados pueblos.
Es un paisaje impresionante yo ice entero el cañón con la familia todos encantados ..familia rejas.