España off road en Isuzu D-Max: Por la provincia de Cádiz

Comenzamos con esta ruta una serie de artículos que nos llevarán, a lomos del nuevo Isuzu D-Max, por algunos de los lugares más bellos de España, buscando su historia, sus atractivos turísticos y su gastronomía, uniéndolos, siempre que podamos, por tranquilas y solitarias pistas que nos harán aún más placenteras las visitas.

Por su topografía, geología y clima, los suelos de Andalucía son muy heterogéneos, y la mayoría de ellos excelentes para la agricultura. En ellos, el viñedo ocupa una extensión aproximada de 40.000 hectáreas y se cultiva en todas las provincias.

No sería posible hacer un recorrido por todos los vinos de Andalucía en un solo artículo, ni siquiera por los de una sola provincia, pero tratándose de Cádiz, es obligatorio conocer algunos de sus Finos, Manzanillas, Brandys y, sorprendentemente, riquísimos tintos.

El sistema de criaderas y soleras (también conocido como madre y criaderas), es el método de envejecimiento del vino, ron y brandy más tradicional de los que se emplean en Andalucía y empieza a desarrollarse en el siglo XVIII.

En él, las levaduras forman una capa llamada velo de flor, que recubre el vino de forma natural, protegiéndolo de la oxidación. Éste velo cambia las características organolépticas de estos vinos y es como se producen los Finos y Manzanillas, siendo el promedio mínimo de crianza de tres años, en unos barriles denominados "botas", de roble americano y de 250 a 600 litros de capacidad.

Aquellos vinos que presenten una especial palidez y finura, normalmente procedentes de las fracciones de mosto obtenidas sin presión o con presiones muy ligeras, se destinarán a su posterior crianza como finos o manzanillas, marcándose los depósitos con una raya vertical inclinada (un "palo").

Aquellos otros lotes de vino que presenten una mayor estructura se destinarán desde un primer momento a la obtención de vinos olorosos, marcándose los depósitos correspondientes con un círculo.

Por otra parte, la crianza oxidativa es un método de envejecimiento basado en la oxidación del vino. En este sistema, se enriquece el grado alcohólico del vino hasta 17º para matar la levadura, esto permite el intercambio de sustancias entre el aire, el vino y la madera. El vino adquiere mayor cuerpo y unos atributos organolépticos únicos que recuerdan al tostado y la vainilla. Es la crianza típica de los Olorosos, Pedro Ximénez o Condado Viejo.

La tierra albariza, la variedad de uva Palomino, la crianza bajo flor (levaduras del género Saccharomyces), y el sistema de crianza de criaderas y soleras dan como resultado estos esplendidos vinos.

La denominación de origen Jerez-Xérès-Sherry es el consejo regulador más antiguo de España, instaurado durante la II República Española. Regula los vinos de Jerez, manzanilla de Sanlúcar, vinagre de Jerez y brandy de Jerez. La zona de producción de la uva está compuesta por Jerez, Sanlúcar, El Puerto, Trebujena, Chiclana, Puerto Real, Rota, Chipiona y Lebrija, mientras que la zona de crianza del vino se limita a Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María.

En 1964 se modificó el reglamento de dicha denominación, creándose la denominación de origen Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, reconociéndose oficialmente el carácter especial de la manzanilla dentro de los demás jereces y quedando ambas denominaciones amparadas por un mismo Consejo Regulador.

Actualmente la manzanilla tiene 15 grados de alcohol y es el más ligero de todos los vinos del Marco de Jerez, ideal para acompañar el aperitivo.

Vino muy pálido, de aroma punzante característico, ligero al paladar, seco y poco ácido, es junto al fino, el caldo consumido por excelencia en las ferias andaluzas.

Empezamos nuestro recorrido por el corazón de la Manzanilla, el Puerto de Santa María, y más concretamente por Puerto Sherry. Sede del primer mundial de vela y paso obligado entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, este coqueto y relajante lugar situado en la Bahía de Cádiz, será una magnífica elección para degustar algún caldo típico de la zona antes de recorrer las calles del Puerto de Santa María.

Según la leyenda, la ciudad fue fundada por Menesteo, rey ateniense que participó en la guerra de Troya. Cuando terminó la guerra y volvía a casa, le habían asaltado su trono y tuvo que emigrar. Navegando sin ningún destino fue a parar justo a la desembocadura del río Guadalete y fundó la ciudad, Puerto de Menesteo. Este hecho histórico tuvo lugar en el 1184 o 1183 a.C, ya que la guerra de Troya tuvo lugar entre los años 1194 y 1184 a.C, hace aproximadamente unos 3.200 años...

El Puerto de Santa María es conocido como La Ciudad de los Cien Palacios, aunque el paso del tiempo y la dejadez han provocado que muchos de estos elegantes edificios hayan quedado prácticamente en la ruina. A pesar de ello, el repertorio de monumentos históricos que pueblan la ciudad dejan constancia de las civilizaciones que la han habitado, creando un conjunto monumental muy atractivo.

De entre ellos destaca el Castillo de San Marcos, construido a partir de una antigua mezquita islámica transformada en iglesia fortificada en tiempos de Alfonso X El Sabio, hacia el año 1264; el palacio de Araníbar, del siglo XVII, que conserva un extraordinario artesonado de origen mudéjar y formas geométricas; el Monasterio de la Victoria, de estilo gótico y fundado por Juan de la Cerda a principios del siglo XVI...

Si la hora acompaña, no deberemos dejar de tomar algo en Toro Tapas, ubicado en una antigua bodega de Osborne, en la C/ Los Moros, este local de 400 metros cuadrados está dedicado al enoturismo y además de los vinos de la firma, podremos degustar los ibéricos de Sánchez Romero Carvajal, forma perfecta de desayunar, tomar el aperitivo, comer de tapeo, merendar... si, es fácil que la hora acompañe.

Pero basta ya de vinos (por el momento), y vámonos a hacer algunas pistas, las que nos han de llevar hasta Sanlúcar de Barrameda. Tras salir por carretera en dirección a Jerez, enseguida giramos a la izquierda hacia la Laguna Salada, una de las tres lagunas del complejo endorreico de El Puerto de Santa María.

Fueron suficientes unos cientos de metros para encontrarnos los primeros barrizales y profundos charcos que nos acompañarían a lo largo de toda la jornada. Las recientes lluvias, además de verdes campos, dejaron las pistas muy, muy divertidas y nos permitieron probar y comprobar el funcionamiento de la nueva D-Max en todo lo relacionado con su capacidad de tracción.

Tras la presentación en Italia el pasado diciembre, esta era la primera vez que la cogía, y en aquella ocasión, en el circuito off road lo hice con una automática, mientras que el modelo que nos acompañó en esta ruta era el de cambio manual.

En ningún momento de la ruta tuvimos que meter la reductora, y no creo que sean muchas las veces que tengamos que hacerlo, gracias a un cambio de seis relaciones diseñado específicamente para este modelo que dispone de una primera ultracorta (en la práctica, normalmente se arranca en segunda), diseñada para poder arrancar cuesta arriba con la tonelada larga de carga que puede transportar y los 3000 Kg. que es capaz de arrastrar.

A pesar de su pequeño motor de solo 1.9 litros de cilindrada, la gestión de la electrónica y el ya citado cambio de marchas consiguen que dispongamos de par motor desde poco más de 1000 rpm, siendo franca la entrega de potencia en cuanto superamos las 1500 rpm.

El poder circular a pocas vueltas por tener la tranquilidad de que siempre vamos a disponer de par, permite atacar los obstáculos despacio, lo que evita roturas, o sencillamente, no tener que entrar con exceso de gas, cuando el terreno es fangoso, por temor a que el coche "se nos muera", lo que nos ahorra el derrapar en exceso, algo que casi siempre se termina convirtiendo en que el coche se hunde y se atasca.

La alta sensibilidad del sistema de tracción y de estabilidad, logran en cualquier caso detener estos derrapes, lo que nos permitió comprobar en diversas ocasiones su buena capacidad de avance aún circulando en tracción trasera. Lo mejor de todo, es que si las cosas se ponen serias de verdad y lo necesitamos, tanto el control de tracción como el de estabilidad se pueden desconectar, tomando totalmente el control de la situación sin depender de la electrónica.

En esas estábamos, disfrutando de charcos y barrizales entre viñas y verdes campos, cuando llegamos a Sanlúcar de Barrameda, asentada en la margen izquierda del estuario del río Guadalquivir, frente al Parque nacional y natural de Doñana.

A sus playas nos dirigimos tanto para tener unas vistas del parque natural, en la otra margen, como para fotografiar la D-Max junto al monumento "Legua Cero", en conmemoración de la primera circunnavegación mundial.

El 20 de septiembre de 1519 una flotilla de cinco navíos partía del puerto de Sanlúcar con rumbo a Canarias. Bajo el Mando de Hernando de Magallanes iniciaba la primera etapa de un viaje en que por primera vez se realizaría la circunnavegación del globo, demostrando de manera práctica la esfericidad de la Tierra.

Y es que Sanlúcar es, en buena parte, sus playas, la de Bajo de Guía, donde se encuentra el citado monumento o la antigua fábrica de hielo, hoy museo; la playa de La Bonanza, la Playa de La Jara, o la playa de la Calzada o de las Piletas, donde se realizan cada verano las carreras de caballos, por lo que también se la conoce como el Hipódromo de Sanlúcar.

Las carreras de caballos de Sanlúcar es una competición que comenzó a realizarse en 1845, por lo que se trata de las carreras de estilo inglés más antiguas de cuantas se celebran en España. Están declaradas Fiesta de Interés Turístico Andaluz, Nacional e Internacional y forman parte del circuito hípico español.

Sanlúcar dejó en 1579 de ser villa al recibir el título de ciudad, y casi 400 años después, en 1973 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. A pesar de ello y de que la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1986 establece como competencia municipal la obligatoriedad de redactar un Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico-Artístico, ninguno de los gobiernos municipales posteriores a dicha ley ha redactado, a fecha de hoy dicho plan; incumpliéndose sistemáticamente la ley vigente y mermando entretanto, su riquísimo patrimonio arquitectónico.

Entre este, cabe nombrar, como simple ejemplos el Palacio de los Duques de Medina Sidonia, el Castillo de Santiago, el Convento de los Capuchinos, la Iglesia de Ntra. Sra. de la O, el Mercado de Abastos...

Que el conductor no pueda beber, no quiere decir que el copiloto no pueda hacerlo, y más, si como es el caso, hay que hacerlo por cuestiones profesionales, por lo que mientras Javier Vega, propietario de Adventure Factory y hoy conductor de la D-Max, me seguía haciendo un exhaustivo recorrido por la variada gama de cervezas sin alcohol (no imaginé que había tantas), yo, para acompañar las tortillitas de camarones que habíamos pedido, me dediqué a degustar una de las manzanillas con mejor relación calidad-precio del mercado y a la cual soy aficionado desde hace varias décadas, hablo de La Guita, si te gustan los vinos finos, has de probarla.

Tras las fotos y el "obligado" aperitivo, salimos de Sanlúcar deshaciendo camino, para pronto, girar a la izquierda en dirección a Trebujena, si bien antes de llegar, tomaríamos pistas a la derecha en dirección a Mesas de Asta y Jerez.

En este tramo de camino nos encontramos las pistas inundadas en varias ocasiones, las pistas y los campos, lo que nos obligó a ir buscando alternativas, si bien esto no fue ninguna molestia al circular todo el tiempo entre una vegetación que hacía difícil creer que nos encontrábamos en el corazón de la provincia de Cádiz.

Poco a poco y tras ayudar a un turismo que se había medio salido de la pista y estaba empanzado, llegamos a Jerez justo a la hora en que hay que llegar a cualquier sitio: a la de la comida.

Más que por sus platos, la gastronomía jerezana se caracteriza por la cultura de las tapas. Chicharrones, cola de toro, riñones al Jerez, alcauciles (alcachofas), al Jerez o el ajo caliente, plato típico del campo andaluz. Como casi en toda su cocina, es un plato de los llamados baratos, de coste reducido al que, eso sí, se le acostumbra añadir, para enriquecerlo, otros productos entre los que se encuentran los pimientos asados, huevos duros cortados, jamón cortado a taquitos, etc.

Con este plato en la mesa y una ración de jamón, me acordé de una frase que en ocasiones repito "Probablemente no hay vino más versátil con productos salados que un fino", y un Tío Pepe de González Byass se ocupó, como en tantas anteriores ocasiones, de darme la razón.

Con la ruta prácticamente terminada y mientras realizábamos el habitual recorrido por la ciudad, nos dimos de bruces (que mala suerte), con la bodega de Sánchez Romate, donde casualmente se realiza uno de los mejores brandys de nuestro país: el Cardenal Mendoza.

No soy aficionado a las bebidas de alta graduación (los vinos y las cervezas colman totalmente mis gustos gastronómicos en este aspecto), pero cuando en la copa hay "algo bueno", se huele, se siente... y se disfruta.

La locución "de la Frontera" que luce Jerez en su nombre alude a la Frontera de Granada, territorio fronterizo situado entre el antiguo reino nazarí de Granada y la Corona de Castilla.

Gran parte del centro histórico de la ciudad es Bien de Interés Cultural con la denominación de Conjunto Histórico Artístico y es que la relación de monumentos religiosos, palacios y casas señoriales, museos, monumentos de toda índole y bodegas visitables es tal, que daría por si solo para un artículo más que completo.

El gótico, el barroco, el mudéjar, entre otros estilos arquitectónicos se van abriendo paso ante nuestra mirada según paseamos por la ciudad.

Pero a nosotros, y aunque en Jerez podemos dar por concluida nuestra ruta, nos queda una última visita, el Cortijo de Jara, un claro ejemplo de cómo recuperar el campo para la riqueza local, de cómo crear donde parecía que todo estaba ya inventado y de cómo, en una tierra de vinos, se puede hacer un vino diferente, de calidad y con futuro.

Englobado en una de las 16 indicaciones geográficas andaluzas con derecho a la mención tradicional de "Vino de la Tierra", en los vinos Cortijo de Jara, "Vinos de la Tierra de Cádiz", predominan unos tintos, con un curioso y acertado coupage de Tempranillo, Merlot y Sirah que consiguen unos vinos muy equilibrados y especialmente sorprendentes por su magnífica relación calidad-precio.

Parecía complicado pero lo habíamos hecho, en un solo día habíamos visitado alguna de las más importantes ciudades de Cádiz, disfrutando de su arquitectura, de sus playas, de sus pistas, de sus campos. Habíamos realizado un agradabilísimo paseo por su gastronomía y por la principal seña de identidad de esta, sus vinos, y habíamos disfrutado de algunas de las capacidades off road que ofrece la nueva Isuzu D-Max, con la que a lo largo de los próximos meses os iremos enseñando, como hoy, algunos de esos sitios "imprescindibles" de nuestro increíble país. Poco más se puede pedir.