La ciudad se le queda corta
El más pequeño de la familia Skoda se caracteriza por un tamaño contenido de poco más de 3,5 metros, uno de los puntos clave que lo convierte en un verdadero ratón de ciudad. Pero esta no es la única de sus ventajas, puesto que dispone de un chasis que le permite salir de zonas urbanas con grandes garantías y de un habitáculo de cinco puertas (también disponible con tres) muy bien aprovechado dadas las dimensiones del vehículo. Para acentuar su atractivo e intentar seducir a los conductores que busquen una variante estéticamente más atrevida, la marca checa alberga en su gama este Citigo Monte Carlo.
Si bien no cuenta con elementos dinámicos o mecánicos que le otorguen un aporte de deportividad, sí cuenta con un exterior e interior específicos con los que obtiene un valor añadido, un toque visual “rácing” y una mayor sensación de calidad. A ello cabe añadir el motor 1.0 MPI de 75 CV al que va asociado a una caja de cambios de 5 velocidades, que se comporta de forma muy equilibrada y, sobre todo, eficiente. Su precio es otro de sus atractivos puesto que, incluyendo la numerosa dotación de opcionales de esta unidad, es de 12.575 euros (descontando ya los 3.040 euros de descuentos promocionales y el plan PIVE de su importe de 15.615 euros). Entre sus principales rivales, además de sus “parientes cercanos” Seat Mii y Volkswagen Up!, se encuentran otros modelos como el Renault Twingo, el Kia Picanto o el Toyota Aygo.
Aspecto travieso
Esta versión del pequeño urbanita de Skoda cuenta con diversos elementos que la hacen reconocible desde la distancia. El valor diferencial que ofrece su personalización estética se aprecia en zonas como en la parrilla, cuyo marco superior es de color negro brillante. Este mismo color se ha utilizado también para los espejos retrovisores, las llantas de 15 pulgadas modelo Auriga y las decoraciones inspiradas en la bandera a cuadros de competición que se encuentran tanto en los laterales del vehículo como en el portón trasero.
Como decoración, también cabe destacar el logotipo identificativo Monte Carlo que se encuentra en la parte inferior de las ventanillas traseras. Para subrayar el carácter propio de este Citigo, tanto estas ventanillas como la luna trasera están oscurecidas. En la zaga también hay que fijarse en otros dos elementos específicos que acentúan su personalidad deportiva. Uno es el alerón superior, de considerable tamaño dadas las dimensiones del vehículo, y otro, el difusor inferior específico. En ambos casos, Skoda vuelve a confiar en el color negro.
Mediante todos estos elementos característicos, la marca checa logra dotar al modelo de un mayor atractivo que busca cautivar a conductores que no se conformen con su “look” convencional. En cualquier caso, dejando a un lado estas novedades, el Citigo destaca igualmente por su imagen funcional, con unas proporciones compactas obtenidas por sus líneas cuadriformes y por sus mínimos voladizos.
Bien aprovechado
Así como en el exterior del vehículo, el habitáculo también cuenta con numerosos elementos de personalización que resaltan la cierta apariencia rácing del Citigo Monte Carlo. Lo primero llama la atención son los asientos delanteros deportivos de una pieza, con el reposacabezas integrado y con una tapicería que combina los colores negro y rojo con unas líneas blancas que los recorren de arriba a abajo.
También cabe señalar el volante específico, que está forrado en piel y cuenta con costuras rojas y con la zona inferior ligeramente achatada. Ésta última no es una solución demasiado práctica cuando llega el momento de girarlo a cierta velocidad. En la zona inferior de la consola se observan elementos decorativos en rojo mientras que la franja que recorre el centro del salpicadero es de color negro brillante. Todos estos elementos, junto con el pomo del cambio y del freno de mano en cuero, logran generar una mayor sensación de calidad general en el interior del vehículo.
Con las novedades estéticas, el interior gana en atractivo con respecto a una versión convencional, si bien se trata de un habitáculo pensado en términos prácticos con mandos intuitivos pero con un diseño sencillo. En cuestión de espacio, el puesto de conducción es bastante amplio y cómodo. Se agradecería que el volante pudiera ajustarse en profundidad. En la segunda fila pueden viajar dos ocupantes (máximo homologado) con una correcta amplitud para las rodillas, aunque la altura al techo es algo justa para personas de más de 1,80 m. Por su parte, su capacidad de maletero sorprende positivamente, pues ofrece un volumen de 251 litros ampliables hasta 959 litros si se abaten los respaldos traseros.
Entre el equipamiento de serie del vehículo (más bien limitado) se incluyen airbags frontales y laterales, control de estabilidad ESC con asistente de arranque en pendientes, radio CD MP3 Funky con dos altavoces, aire acondicionado y control de presión de neumáticos. Esta unidad equipa numerosos opcionales como techo panorámico (700 euros), Citi Safe System (110 euros), asientos delanteros calefactables (185 euros), espejos retrovisores eléctricos y calefactables (160 euros), faros antiniebla (185 euros), ayuda de aparcamiento trasero (245 euros), navegador Move & Fun (405 euros) y ordenador de a bordo (50 euros), un opcional que hoy en día considero que debería venir de serie.
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Equilibrio mecánico
El corazón de este pequeño urbanita es un motor atmosférico tricilíndrico de gasolina de 1.0 litros de cubicaje con una potencia de 75 CV y un par motor máximo de 95 Nm a 3.000 rpm. Aunque, teniendo en cuenta estos datos, podría parecer que son demasiado humildes, la verdad es que no le faltan “ganas” y el propulsor mueve con gran soltura al vehículo gracias, en parte, a su ligereza. Y es que se trata de un coche de tan solo 829 kilos de peso. La respuesta del motor en general es buena y, por ciudad, su comportamiento es realmente ágil.
Las cualidades de esta mecánica llevan al Citigo a ampliar sus posibilidades más allá de carreteras urbanas e interurbanas. Puede rodar a velocidades de autopistas sin ningún problema, eso sí, siempre y cuando no se trate de tramos ascendentes prolongados. En ese caso será preciso jugar con la palanca de cambios de la caja manual de cinco velocidades y bajar a cuarta cuando la situación lo requiera. Si bien, por su cilindrada y potencia, no brinda unas prestaciones espectaculares (necesita 13,2 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y su velocidad máxima es de 171 km/h), se comporta mejor que buena parte de sus rivales de segmento con motores equivalentes.
En lo que respecta al consumo, el Citigo Monte-Carlo ofrece unos resultados satisfactorios. El consumo oficial que ofrece Skoda es de 4,6 litros cada 100 km, que fueron 5,8 litros tras la prueba. Conduciendo a ritmo tranquilo por ciudad, la media suele rondar los 6,5 litros, valor que se acerca más a los 6 litros al rodar por autopista. Las vibraciones que suelen ser perceptibles en otros motores tricilíndricos quedan bastante disimuladas en este caso, lo que se convierte en un punto a favor para el pequeño checo.
Ágil y confortable
Al igual que sucede con el motor, el chasis del Citigo ofrece unas posibilidades dinámicas que superan la circulación por ciudad. Hay que tener claro, no obstante, que éste es su hábitat favorito. Por sus contenidas dimensiones y su excelente maniobrabilidad, el Citigo se mueve como pez en el agua por la “telaraña” de calles de cualquier gran ciudad. Pero fuera de este terreno, el utilitario de Skoda demuestra igualmente unas buenas cualidades.
Cabe remarcar su considerable aplomo por carreteras interurbanas y autopistas lo que, unido a una calidad de rodadura y a un confort de marcha más que razonables, genera la sensación de estar conduciendo un coche de mayor tamaño. Los ingenieros del fabricante checo han realizado un buen trabajo en materia de suspensiones, ya que copian de forma bastante eficaz los pequeños baches del asfalto.
Pese a que, a priori, y aunque su apellido Monte Carlo pudiera confundirnos, no se trata de un vehículo pensado para exprimirlo en carreteras de curvas, aunque proporciona un nivel de estabilidad más que apreciable. Balancea poco en este tipo de vías y apoya bastante bien siempre y cuando no nos salga la vena racing al volante. En caso de que la zona revirada sea una ascensión a un puerto de montaña, hay que tener en cuenta que los límites del motor obligarán a tener a menudo la mano derecha en la palanca de cambios para reducir marchas.
Conclusión
Para los conductores que consideraban que el Citigo contaba con una apariencia demasiado sobria, esta variante Monte Carlo le añade “chispa” tanto por fuera como por dentro a un vehículo ideal para moverse por ciudad pero cuyas posibilidades van más allá de zonas urbanas. A pesar de sus pequeñas proporciones, cuenta con un habitáculo bien aprovechado, con un maletero que llega a sorprender. Su eficiente y voluntariosa mecánica 1.0 MPI de 75 CV así como su equilibrada dinámica completan este interesante utilitario.
A ver si le meten pronto el 1.0 TSI de 110 cv y en un acabado menos pijo para mantener el precio. Por cierto, que le pongan la quinta plaza, como llevan el Panda y el i10.