La empresa alemana Vay ha estado probando los últimos meses en Berlín un conjunto de coches eléctricos sin conductor controlados por control remoto. Justo lo que acabas de leer, coches controlados por control remoto circulando entre el tráfico de una de las principales ciudades europeas.
Estos coches son “conducidos” a distancia de una forma similar a la que se operan los drones militares en combate. Mediante las cámaras que incorporan y con una conexión por Internet son “manipulados” desde un centro de control situado en una ubicación remota.
El motivo del experimento es llevar un punto más allá la solución de movilidad que conocemos como car sharing o coche compartido. El planteamiento de este modelo de negocio es llevar el coche desde la sede de la compañía hasta el usuario que lo necesita de forma remota a través de este operador a distancia.
Una vez el cliente recoge el coche lo conduce hasta su destino y allí lo deja. Una vez el cliente abandona el vehículo, este pasa a volver a ser controlado por el operador remoto, ya sea para aparcarlo o bien para conducirlo hasta la ubicación de un nuevo cliente.
Según informa Automotive News este servicio de entrega de coches tipo pago por uso podría costar una fracción del precio que actualmente cobra Uber por un servicio de taxi. Además, Vay planea desenvolupar más adelante una fase más avanzada en la que sus vehículos siempre sean controlados por sus operadores de forma remota, de modo que el cliente simplemente se suba en el coche para ser trasladado de A a B.
En una entrevista reciente Thomas von der Ohe, CEO de Vay declaró que lanzarán este servicio en 2022 y no dentro de 5 años. También quiso poner acento en que su servicio aporta muchos beneficios con respecto a la oferta ya existente.
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Vay ha entrenado a los “teleconductores” para operar sus coches desde estaciones remotas equipadas con un volante, pedales y pantallas de gran formato que les permiten disfrutar de una visión de 360 grados para tener así bien controlado incluso los puntos ciegos.
El principal escollo que debe superar esta startup alemana es el de convencer a las autoridades locales para conseguir las correspondientes licencias. Así como conseguir una inversión suficiente para llevar el proyecto adelante.
Una de las grandes bazas de esta modalidad de negocio es que tanto el hardware como el software que se tiene que instalar en un coche para que pueda ser controlado remotamente es mucho más barato que el requerido para llevar a cabo una conducción 100% autónoma.
Según Vay para que un coche pueda desarrollar una conducción plenamente autónoma se necesitaría una inversión 100.000 euros. Mientras que su “kit” que les permite transformar un coche convencional en un coche teledirigido tiene un coste de unos pocos miles de euros. Además, su kit de transformación se puede instalar en cualquier modelo del mercado.