VW Sedric: El futuro será así, nos guste o no

De todos los vehículos vistos en el pasado Salón de Ginebra, el que más me ha impresionado ha sido el Sedric Concept del Grupo Volkswagen.

Es cierto que sus líneas no son emocionantes, no encarnan ni deportividad ni dinamismo, que son cualidades que aún hoy resultan mayoritarias en la comunicación de marketing de las marcas, pero he sentido la misma emoción que cuando leí a Gordon Murray -mi ingeniero favorito, ex gurú de la F1 y hoy reconvertido en diseñador de la movilidad del futuro- explicar, tras un Salón de Tokio en el que se mostraron números concept car ultradeportivos y de diseño espectacular, que el mejor coche del Salón era el minúsculo Mitsubishi i, todavía no convertido en automóvil eléctrico. Cuando vi el titular casi me dio un síncope, casi tacho a Murray de apóstata; pero cuando leí sus reflexiones, caí rendido a sus pies.

Y esto es lo que me ha vuelto a ocurrir con el Sedric. Sus líneas, de cubo, adquirían de repente un sentido: la forma al servicio de la función. Porque el Sedric es autónomo y eléctrico. No es un coche para despertar pasiones por su línea ni emociones por sus prestaciones o su comportamiento dinámico. Es un coche para trasladarte, sólo o con amigos o familia, de un punto a otro y aprovechar el tiempo entre tanto.

Es el nuevo planteamiento para la movilidad de aquí a diez o quince años, aunque en un lustro posiblemente se comercialicen los primeros modelos de coches a bordo de los cuales tendremos la sensación de estar como en casa: mientras te trasladas puedes charlar, trabajar, escuchar música, ver la tele, ver los videos de coches.net, dormitar si estás cansado e incluso tomar una copa sin miedo a los test inesperados de alcoholemia. Y por supuesto, mantenerte permanentemente conectado.

Todo esto justifica un habitáculo pensado como un salón, para facilitar la comunicación entre los ocupantes y ofrecer el máximo confort. El único trabajo: dar instrucciones de nuestro destino ya sea a través de la voz ya sea mediante una app del Smartphone. Es más, previamente podremos haber dado la orden al vehículo para que salga del garaje y nos recoja, y para que el interior tenga la temperatura ideal cuando nos recoja.

El habitáculo presenta dos cómodos butacones más otros dos asientos de conveniencia. Es como ir en un taxi o, mejor, en una limusina, pero con mayor confort. Por eso entrar y salir del vehículo adquiere especial significación -las amplísimas puertas deslizantes no son un capricho- y también es un coche alto, para dar mayor sensación de salón o facilitar el cambio de butaca en marcha. La superficie acristalada es total para poder gozar del paisaje si se desea.

Ya en años anteriores se diseñaron coches en esta dirección, aunque no fueran autónomos. El Nissan Cube, por ejemplo, fue uno de ellos, pero hubo otros que no pasaron de concept-car, en parte porque era difícil compaginar su interior con las legislaciones de seguridad vigentes. Coches para ‘vivir’, que querían atraer a un público joven que comenzaba a preferir la conectividad a cualquier otra cualidad en un automóvil.

El Sedric posee las características necesarias para ser un coche particular de 2025 pero también para los servicios de movilidad, es decir, uso ‘just in time’ de un coche compartido, que parece que será el futuro de la automoción. Por eso creo que, teniendo en cuenta lo que avanza, es la propuesta más interesante de las vistas en Ginebra.