Dacia ha presentado la segunda generación del Duster, su SUV superventas. Nos hemos puesto al volante de este modelo, que mantiene sus cualidades de sencillez y robustez aunque con un aspecto diferente, un interior renovado a fondo y los mismos motores que hasta la fecha. Estará disponible tanto con tracción delantera como con tracción 4x4 y llegará al mercado español en enero.
Como ya apuntamos en nuestra primeras impresiones en el Salón de Frankfurt (análisis estático en video en este enlace), el nuevo Duster recibe una importante transformación de la estética exterior pero sin perder el ADN que tanto éxito ha tenido desde el momento de su lanzamiento en el año 2010. Sigue siendo un coche de cintura alta, buena altura al suelo y con unos marcados pasos de rueda; sin embargo, para esta versión 2018 se han modificado las líneas con la intención de reforzar la sensación de robustez de la carrocería.
En el frontal se han buscado unas líneas más horizontales, para realzar la sensación de anchura. Los paragolpes ganan en inclinación y consiguen eliminar, junto con el nuevo capó, la percepción de "coche cuadrado". En este sentido, el capó adopta unos nervios más marcados, ahora longitudinales, que aumentan la sensación de volumen de los pasos de rueda, al tiempo que le dan una apariencia más fluida. En cambio, los faros son más cuadrados y montan luces diurnas con tres finas líneas de ledes que le dan una innegable personalidad.
Otro elemento fundamental en la nueva imagen del Duster es la adopción del voluminoso protector plástico de color aluminio en el frontal -al más puro estilo de las defensas de los clásicos todoterreno- y que se hereda, en parte, de los anteriores modelos Duster que se comercializaban en los mercados de América Latina con el logo de Renault.
En cuanto al lateral, destaca el nuevo embellecedor negro vertical en la aleta frontal que da continuidad a la talonera del mismo color. Las barras de techo son ahora más finas, tanto en su perfil de aluminio como en los extremos de plástico negro. Finalmente, aunque menos apreciable, las ventanillas traseras son algo más estrechas.
Por último, la zaga también incorpora los generosos protectores de color aluminio, así como un paragolpes más alto y envolvente. Las ópticas abandonan la verticalidad para proponer un conjunto bastante cuadrado y con una separación de luces al más puro estilo de mira telescópica. El portón ya no es tan cuadrado y, además de abrazar estas ópticas, ahora se completa con un nuevo alerón trasero.
El secreto está en su interior
Ya hemos visto que el exterior se moderniza con pequeños, aunque notables cambios, pero será cuando entremos en el habitáculo cuando veamos el auténtico trabajo de la marca por mejorar la calidad del modelo. El salpicadero es completamente nuevo y ha cambiado radicalmente la distribución de todos sus elementos para mejorar la funcionalidad. Por ejemplo, las salidas de ventilación se han desplazado a la parte alta, lo que ha permitido colocar los mandos del sistema de climatización y la pantalla central en una posición más elevada. Con ello se facilita su control y su manejo en comparación con la generación precedente.
La palanca del cambio es más baja y permite que el recorrido del accionado sea más corto, mientras que el volante olvida la simplicidad de antaño para ofrecer ahora un aro de cuatro radios con elementos cromados y más mandos multifuncionales. Pero sobre todo, este volante incorpora, además de la regulación de altura, la de profundidad, que no estaba disponible en la anterior generación. El cuadro de mandos pasa de los tres elementos analógicos a dos más grandes, completados por una pequeña pantalla TFT central con toda la información adicional.
Más confortable, igual de generoso
Por último, aunque no menos importante, se han rediseñado por completo los asientos delanteros. Se ha aumentado la longitud de la banqueta -algo siempre criticado del Duster-, al tiempo que la forma del respaldo se ha vuelto más envolvente y el mullido más firme, con el fin de recoger con mayor eficacia y confort el cuerpo de los ocupantes.
Las plazas traseras, salvo por el mullido y unos revisados reposacabezas integrables, se mantienen prácticamente inalteradas, con una banqueta completa y buen espacio para la cabeza y para las piernas, a pesar de que los asientos delanteros más grandes han restado unos centímetros útiles.
El maletero se mantiene idéntico, con 445 litros de volumen teórico para las versiones de tracción delantera y 411 litros para las 4x4, con una superficie muy diáfana y posibilidad de ampliarla al abatir los respaldos de la segunda fila. Estos respaldos siguen teniendo un abatido integral para los acabados básicos y asimétricos (60/40) para los superiores.
Lo que sí ha mejorado son los huecos y guanteras repartidos por todo el habitáculo, como los que se hallan en la segunda fila o el cajón escondido bajo el asiento del acompañante delantero, que, según Dacia, suman un total de 27 litros extra de capacidad.
En cuanto a calidad, es cierto que seguimos estando ante un coche que ajusta al máximo la relación entre precio, equipamiento y calidad, pero no se puede negar una mejora en este aspecto, especialmente en cuanto a la calidad de los plásticos que ofrece. Son de material algo menos duro y brillante que antaño y con un dibujo grabado más suave y de tacto más sedoso. Las tapicerías de los asientos también parecen de mayor calidad, lo mismo que la moqueta encontramos en la zona de los pies y en el maletero, con un tacto menos basto.
Silencio, se rueda
Otro aspecto en el que la marca ha trabajado muy positivamente es en materia de insonorización, otro de los puntos débiles de los modelos precedentes. Según Dacia se ha conseguido una mejora del 20% con la adopción de nuevos materiales y aislantes entre los plafones de la carrocería, así como la utilización de cristales más gruesos para ventanillas y parabrisas. Lo cierto es que durante la toma de contacto apreciamos una notable mejora en este aspecto, tanto en las motorizaciones gasolina como en las diésel, mecánicas que además parecían mucho mejor aisladas en relación a las vibraciones.
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La dirección, antes con asistencia hidráulica, pasa a ser ahora con asistencia variable eléctrica, y en general eso parece darle un plus dinámico extra. En carretera ahora se muestra mucho más preciso en la dirección, sin que por ello difumine las sensaciones de lo que ocurre entre el asfalto y el volante.
Además de la carrocería, parece que la suspensión está mucho más aislada e incluso se aprecia un mayor equilibrio de suspensiones, sobre todo en el tarado del tren trasero, que ahora parece mostrarse mucho más elástico y equilibrado que en anteriores modelos, y eso es tan evidente en carretera como en pistas, donde penalizaba más en este sentido.
Sin cambios en la planta motriz
En cuanto a los motores, la gama no tiene cambios y sigue recurriendo a los conocidos motores diésel 1.5 dCi de 90 y 110 CV y los de gasolina 1.6 de 114 CV y 1.2 TCe de 125 CV, además de un quinto propulsor de gas GLP basado en el 1.6 de 114 CV.
Todos estos motores van asociados a cajas manuales de seis marchas para los dos diésel y para el propulsor de gasolina más potente, mientras que el 1.6 se tiene que conformar con un cambio de cinco marchas. Por último, existe la posibilidad de combinar como opción una caja automática de seis marchas y doble embrague para el dCi 110 CV, que ofrece un rendimiento realmente suave y eficaz para aquellos que buscan una conducción confortable.
En general, la oferta se centra en versiones de tracción delantera, pero el Duster 2018 seguirá brindando la ocasión de elegir una transmisión 4x4 asociada a los dos motores más potentes de gasolina y diésel de 125 y 110 CV, respectivamente.
Este esquema continúa siendo de tracción delantera con el 4x4 conectable automáticamente o con bloqueo de diferencial central, con un funcionamiento más que satisfactorio. Aun así, otra de las novedades del Duster es la aportación de un nuevo control de descensos electrónico que permite afrontar bajadas muy pronunciadas a velocidades de entre 5 y 20 km/h. También puede montar de serie u opcionalmente, según el acabado, ya que va ligado al navegador, un menú especial en la pantalla principal donde nos muestra algunos datos de la conducción off-road, como la inclinación del vehículo o una brújula digital.
Un tipo bien dotado
En general se trata de un buen SUV, con unas cualidades off-road muy interesantes, no en vano cuenta con una altura libre al suelo de 21 cm, que es mucho más que la mayoría de SUV del mercado, así como con unos ángulos característicos que pocos todoterrenos puros y duros pueden igualar. La ligereza más el buen hacer de las suspensiones elásticas, la transmisión 4x4 con bloqueo y una primera relación muy corta, le permiten seguir siendo, sin riesgo a parecer exagerados, una referencia dentro de los todocaminos de uso mixto, aunque por supuesto sin llegar a ser un todoterreno clásico.
La marca aún no ha desvelado los precios definitivos, aunque sí nos anuncia que de salida estará por debajo de los 11.000 euros y que se ofertará en cuatro nuevos acabados: Access, Essential, Comfort y Prestige.
El primero contará con una dotación mínima, pues está pensado para un uso meramente profesional, al igual que el Essential, con una dotación muy básica, que incluye el equipo de música y algunos detalles estéticos. Pero como en la actual gama, el grueso de ventas se centrará en los acabados superiores:Comfort y la nueva terminación Prestige. Por ejemplo, al Comfort, además de los seis airbags de serie (ahora monta los de cortina para las dos filas de asientos), el control de velocidad de crucero con limitador, el de estabilidad, de tracción y ayuda al arranque en pendiente, se le suma de serie el aire acondicionado manual, los elevalunas eléctricos de un solo toque, el asiento del conductor regulable en altura o el volante en cuero y elementos cromados en el habitáculo.
El Prestige, como tope de gama, añade un nuevo detector de ángulos muertos, lunas tintadas, llantas de aleación de 17 pulgadas, climatizador automático, cámara de marcha atrás, elevalunas eléctricos traseros y el sistema de navegación con pantalla táctil a color de 7 pulgadas, con tomas USB y Jack, mandos al volante y conectividad Bluetooth.
En todas las versiones se mantendrán como elementos opcionales la pintura metalizada, la tapicería de cuero y unas cámaras multivisión, que permiten controlar el frontal, la trasera y los laterales del coche.
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