Capricho genuino
Si la marca Mini va seguida de los apellidos John Cooper Works, por un lado, y Cabrio, por otro, es evidente que no estamos ante un vehículo cualquiera. El resultado es el Mini descapotable más potente de la historia, con un motor 2.0 de gasolina de 231 CV. A este conjunto le acompañan además las magníficas cualidades dinámicas que le aportan su eficaz chasis y la rapidez de cambio obtenida por la transmisión opcional deportiva de esta unidad. Placer de conducción y, sobre todo, diversión al volante, son algunas de las sensaciones que transmite esta caprichosa versión.
Y como todo capricho, en que las emociones juegan un papel muy importante, exige un desembolso que no es precisamente bajo. Con un precio de salida de 36.650 euros, el importe final sumando el cambio automático y los múltiples extras del Mini JCW Cabrio probado asciende a 45.160 euros. Teniendo en cuenta sus particularidades, su escaparate de competidores directos es bastante reducido, y entre ellos se encuentran modelos como el Abarth 124 Spider, el Volkswagen Beetle Cabrio R-Line y el DS 3 Cabrio Performance Line.
Carácter desenfadado
No hay duda de que la estética es uno de los puntos fuertes de un modelo diseñado para atraer miradas a su paso. A elementos como los marcos cromados de los faros redondos y a la forma hexagonal de la parrilla, que comparte con el Mini Cabrio convencional, hay que destacar las particularidades que le aportan una personalidad más deportiva y vistosa. El interior de la calandra con diseño de tipo panal de abeja y la franja transversal de color rojo que la cruza son sólo algunas de ellas.
Sin dejar el frontal del coche, aún llama más la atención el gran tamaño de las entradas de aire inferiores, bajo la parrilla, que ya deja entrever que se trata de la versión más prestacional de la gama descapotable. Hay que destacar también que los espacios destinados a los faros antiniebla en el Mini Cabrio convencional se emplean en esta versión para otras dos entradas de aire más. Éstas se encargan de refrigerar un segundo radiador adicional.
En el frontal incorpora detalles pensados en base a la aerodinámica del vehículo, como los deflectores de la zona inferior del faldón. La misma finalidad posee el diseño del faldón posterior, donde además se encuentra integrada la doble salida de escape deportivo. Diversos emblemas de John Cooper Works como los de los laterales o el de la tapa del maletero se encargan de remarcar aún más desde el exterior que estamos ante esta deportiva versión del modelo británico.
Como es habitual en la familia Mini, las posibilidades de personalización estética exterior son muy extensas. En este sentido, la combinación de las carcasas de los retrovisores en color Chili Red en contraste con el blanco opcional Pepper White (500 euros) de la carrocería es exclusiva de esta versión JCW. También hay que señalar las llantas bitono de 18 pulgadas JCW Cup Spoke (650 euros), las franjas negras con bordes rojos para el capó (125 euros) y una de las principales novedades de caracterización de esta generación, como es la capota Mini Yours, con la bandera británica Union Jack en gris (650 euros).
Interior racing con vistas al sol
La sensación de deportividad que desprende el exterior del vehículo se traslada también al habitáculo, que ofrece además una atmósfera de calidad gracias a sus excelentes acabados. Los asientos deportivos específicos con reposacabezas integrados de esta versión (con tapicería de cuero Carbon Black, por 1.700 euros) no solo ofrecen una magnífica sujeción lateral sino que refuerzan ese toque racing que transpira el modelo por todos sus rincones.
Contribuyen a ello el pedalier de acero pulido y las costuras rojas del volante, la palanca de cambios y los asientos. El color rojo también es protagonista en esta unidad gracias a la línea interior de diseño opcional Glowing Red (100 euros), combinada con la decoración Style Fibre Alloy (250 euros) de tipo metalizada con franjas verticales. Por su parte, las dos plazas traseras ofrecen una buena altura al techo con la capota cerrada pero el espacio para las rodillas es escaso. Será mejor destinar estos asientos a usos puntuales en caso de adultos o bien para niños y descartarlos para ocupantes de estatura superior a 1,80 m.
Sobre la capota hay que señalar que tiene accionamiento totalmente eléctrico y que necesita 18 segundos para abrirse o cerrarse, operaciones que pueden realizarse tanto con el vehículo detenido como en circulación, hasta 30 km/h. El maletero es uno de los sacrificios que exige el Mini Cabrio si se abre la capota, pues los ya justos 215 litros de esta posición disminuyen hasta unos mínimos 160 litros si decidimos rodar a cielo abierto. También hay que subrayar que el diseño del modelo hace que la visibilidad trasera desde el puesto de conducción sea bastante reducida.
El Mini John Cooper Works Cabrio cuenta con un equipamiento bastante ambicioso, con elementos de serie como el control de crucero con función de freno, ayuda de aparcamiento trasero, faros LED, climatizador, llamada de emergencia inteligente y control de presión de neumáticos. Además de los opcionales ya comentados anteriormente, esta unidad incorpora algunos otros que incrementan notablemente el precio final como son el paquete Wired (que incluye navegador Professional y conectividad Mini Connected XL, por 1.750 euros) o el sistema Head-Up Display (550 euros).
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Coraje y potencia
El corazón del juguetón Mini JCW Cabrio es el motor 2.0 turbo de gasolina que ofrece una potencia de 231 CV y que entrega un par motor máximo de 320 Nm entre 1.250 y 4.800 rpm. Esta mecánica responde de forma contundente desde bajos regímenes y, además, saca su enérgico carácter a medida que sube de vueltas. También hay que subrayar que es realmente elástico y que recupera con mucho vigor, moviendo con una pasmosa soltura al vehículo y dejando clara su personalidad deportiva desde el primer momento.
En esta unidad, el propulsor va asociado a una caja de cambios automática deportiva Steptronic (opcional, por 1.950 euros), de desarrollos cortos y que ofrece una encomiable rapidez de reacción con la que se pueden exprimir a fondo los 231 CV del motor. El trabajo conjunto de propulsor y cambio logra mover el vehículo con una gran soltura. Ello le lleva a acelerar de 0 a 100 km/h en 6,5 segundos (una décima más rápido que en la versión manual) y a alcanzar una velocidad punta de 246 km/h.
Además del confort que proporciona esta transmisión con respecto al cambio manual, hay que valorar el ahorro de combustible que supone. Y es que, a diferencia de lo que suele ser habitual, en este caso la batalla de la eficiencia la gana la transmisión automática. Con una media homologada de 5,9 litros cada 100 km, rebaja en medio litro al consumo de la variante manual. El resultado conseguido tras la prueba fue superior, de 7,2 litros, pero sigue siendo un registro más que razonable para tratarse de un motor de estas características.
Diversión asegurada
La eficacia de su chasis deportivo, incluido de serie, y la considerable firmeza de las suspensiones dan lugar a una dinámica incontestable. El control de estabilidad incluye las funciones Performance Control y EDLC. La primera de ellas es un control de par activo y la segunda, simula el comportamiento de un diferencial autoblocante electrónico. Todo ello, acompañado a la respuesta del motor, favorece la diversión al volante que ofrece el vehículo y permite realizar un paso por curva realmente rápido en carreteras de montaña.
La enorme precisión de la dirección otorga al conductor una gran sensación de control sobre la conducción en todo momento y, además, contribuye a acentuar la innata agilidad de este modelo. Pese a que el Mini John Cooper Works no oculta sus dotes dinámicas deportivas, también es plenamente compatible con una conducción más tranquila. Posee un buen compromiso entre el nivel de firmeza de la suspensión y el confort de marcha gracias a un buen copiado de las irregularidades de la calzada. Por ello, es un excelente compañero para viajes largos. Solo si el asfalto está en muy mal estado puede percibirse una conducta algo seca de la suspensión.
Por otra parte, hay que tener en cuenta el buen trabajo de Mini en cuanto a insonorización ya que los decibelios adicionales propios de cualquier descapotable no son excesivos ni provocan incomodidad en ninguna circunstancia. Como ejemplo, puede mantenerse una conversación con el acompañante con facilidad cuando se conduce con la capota abierta. No hay que pasar por alto el poderoso sistema de frenado (en color rojo), para el cual Mini ha confiado en el conocido fabricante Brembo.
Para adaptar el comportamiento del vehículo al tipo de conducción deseada en cada momento cuenta con el sistema Driving Modes de serie. El modo que busca el equilibrio entre confort, eficiencia y prestaciones es el denominado Mid. Mientras tanto, el modo Sport prioriza la vertiente más deportiva y el Green, la más ahorradora. Estos modos actúan sobre distintos parámetros como el pedal de acelerador, la dureza de la dirección y el comportamiento del cambio de marchas.
Conclusión
No hay duda de que el Mini John Cooper Works Cabrio es uno de esos vehículos que pueden calificarse como capricho por diversos motivos. Y es que no sólo por el hecho de poder conducir al aire libre, con la sensación de libertad que eso conlleva, sino también por la diversión al volante que proporcionan sus cualidades dinámicas y su eficaz conjunto motor-cambio. Se trata, en definitiva, un juguete para adultos que, como suele pasar en vehículos de esta índole, exige un elevado desembolso que aumentará aún más a medida que nos vayamos encariñando con el extenso catálogo de opcionales.
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