Hay vida más allá de los SUV
El Superb es una de las berlinas más confortables del mercado y una de las más competitivas en lo que a precio se refiere. Skoda ha logrado un gran resultado sobre la plataforma MQB, la misma que usan gran número de modelos del Grupo Volkswagen: en realidad todos los de motor transversal de Golf-A3-León-Octavia hacia arriba.
La moda SUV actual hace que pocas familias se planteen un coche con otro formato que no sea el de un vehículo con gran altura libre al suelo y estética todo-terreno. Por supuesto, existen muchas más opciones en el mercado que pueden cumplir a la perfección con las necesidades de la gran mayoría.
Esta berlina de casi 5 metros de longitud es un claro ejemplo de que hay un mundo lleno de posibilidades fuera del universo SUV. Sí, incluso puede plantar cara de tú a tú a la oferta de familiares, su colosal maletero con 625 litros de capacidad es una de sus grandes bazas.
Para comprobar si es o no una verdadera alternativa tanto a los familiares como a los SUV realizamos una prueba de 5.500 kilómetros por toda España con la familia, el maletero cargado a tope y en condiciones reales.
Berlina por fuera, familiar por dentro
Cuando sales de viaje en coche con la familia, sobre todo si hay peques de por medio, existe una tendencia innata a llevar más equipaje y trastos de los que son realmente necesarios. En la mayoría de SUV de segmento B y C toca hacer cierta planificación a la hora de organizar la carga en el maletero dado que el espacio no sobra precisamente.
El Superb brinda un volumen de carga que ya le gustaría disfrutar a la mayoría de familiares de los segmentos C y D, así como a los SUV de gran tamaño. Hasta la bandeja declara 625 litros, prueba de ello es que ahí dentro cabe de todo.
Si toca pasar por el IKEA siempre existe la posibilidad de abatir los respaldos de la segunda fila. Mediante unos tiradores en las paredes del maletero (85 euros) los podremos plegar desde la misma zona de carga. Con dos plazas el volumen asciende hasta 1.760 litros, una auténtica locura.
En esta última configuración permite cargar bultos de gran longitud. De hecho, la distancia entre la boca de carga y el respaldo de la primera fila es de 2 metros, una cota más que destacable para un sedán de 5 puertas.
El portón del maletero con apertura y cierre eléctrico supone otro extra de 425 euros. La gran boca de carga facilita la carga de equipaje. En las paredes del maletero integra cuatro robustos ganchos para bolsas, así como dos piezas con velcro mediante las cuales podemos sujetar pequeños bultos fijándolos al tapizado del piso.
El acceso al maletero desde el habitáculo se realiza a través de una trampilla que hay detrás del apoyabrazos central. Una vez abierto el hueco es lo suficientemente grande como para que un adulto pueda alcanzar el equipaje mientras está cómodamente sentado en las plazas exteriores de la segunda fila.
Sí, el maletero es una de las grandes cualidades de la carrocería sedán del Superb, pero a lo largo del viaje he encontrado muchas otras más. La sensación de confort que obsequia a los ocupantes del habitáculo no sólo se consigue con un interior amplio y generosamente espacioso. También de la mano de una puesta a punto del chasis pensada precisamente para eso, para viajar de la forma más confortable posible.
La banqueta trasera ofrece tres verdaderas plazas, con un asiento central que puede usar un adulto talla XL sin problema. El espacio libre para las piernas en las plazas exteriores es muy generoso, casi a la altura de lo que encontramos en las carrocerías de batalla larga de las limusinas más lujosas del mercado como: Audi A8, BMW Serie 7 y Mercedes-Benz Clase S.
Aunque la línea de la carrocería describe una caída en su parte final, el espacio libre a la altura de la cabeza para los ocupantes de la segunda fila no se ve afectado. Un adulto de 2,05 metros de altura no toca al techo.
Es difícil encontrar unos asientos delanteros tan cómodos como los del Superb en una berlina de una marca generalista. Sus dimensiones y forma hacen que adultos de todas las tallas se encuentren cómodos en ellos. El mullido de la base es muy suave pero a la vez tanto la base como el respaldo recogen bien el cuerpo. Tras un viaje de más de 800 kilómetros te bajas con la espalda nueva, como si sólo hubieses salido a por el pan.
Los de esta unidad contaban con regulación eléctrica y memoria en el del conductor, una opción que por 920 euros no es excesivamente cara. Lo que si quizás es algo excesivo son los 1.495 euros que cuesta la tapicería de cuero.
El cuadro de instrumentos con dos grandes indicadores analógicos no es precisamente lo último de lo último a nivel tecnológico pero es de fácil lectura. La pantalla táctil de gran formato (1.350 euros) opcional es muy fácil de manipular e integra las últimas soluciones de conectividad, navegación, audio y demás.
Tanto en las puertas como en el túnel central hay muchos huecos grandes para guardar objetos. El que hay bajo el apoyabrazos central está refrigerado y con el aire acondicionado activado enfría muchísimo. A mi casi se me hiela la pantalla de mi Smartphone.
A la izquierda del volante hay un hueco para el mando del parking que también cuenta con dos soportes para tarjetas de crédito. En las puertas delanteras al igual que toda la gama Superb, el Greenline también integra de serie dos paraguas plegables.
Junto al cambio hay una toma USB. Opcionalmente las plazas traseras pueden contar con una segunda conexión USB y un enchufe tipo Schuko de 230V. Este último extra cuesta 295 euros y es sumamente práctico.
El diseño de su carrocería es atractivo, recuerda bastante al del prototipo Skoda Vision C Concept que fue presentado en el Salón de Ginebra de 2014. La parte frontal presenta ópticas y una calandra con personalidad, una línea de tensión recorre todo el lateral de la carrocería y la trasera está muy bien resuelta en lo que a proporciones se refiere.
120 voluntariosos caballos
Más de uno puede pensar que un motor de 1,6 litros se quedará pequeño para una berlina de casi 5 metros de largo y 1,5 toneladas de peso. No obstante, los 120 CV que entrega entre 3.500 y 4.000 rpm parecen muchos más.
A lo largo del viaje me dio la impresión que la potencia real era superior a la declarada. De hecho, después de haber cubierto 4.000 kilómetros parecía como si la mecánica estaba más suelta y ofrecía más garra.
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250 Nm de par máximo no es ninguna cifra estelar que digamos. Eso sí, los ofrece de forma continua de 1.500 a 3.250 rpm. Esta respuesta en la zona baja del cuenta-vueltas facilita mantener cruceros de 120 km/h en autopista con cifras de consumo ajustadas.
Antes de echar un vistazo a los consumos es importante tener en cuenta que este verano ha sido de los más calurosos de la historia. Además, en todos los trayectos circulé a plena carga, usando las dos tomas USB, el enchufe de 230V para cargar dispositivos y el climatizador a máxima potencia.
Haré un breve inciso precisamente sobre el climatizador. Es muy suave en la entrega de aire, incluso cuando la potencia del ventilador es elevada. Refresca sin llegar a ser molesto y es muy fácil ajustarlo al gusto de cada uno.
Volviendo al tema de la eficiencia en autovía, es curioso que un coche con la etiqueta “Greenline” como este Superb no cuente con un modo a inercia que se activa al levantar el pie del acelerador. En sexta rueda muy suave, aunque se nota el efecto del freno motor. El Passat Bluemotion de la generación anterior con cambio manual síi contaba con esta práctica función.
La caja de cambios manual de seis relaciones ofrece un escalonamiento pensado para lograr el mínimo consumo posible. La sexta es una especie de overdrive, sirva de ejemplo que su velocidad punta llega en quinta. Esta configuración del cambio hace que tanto la segunda como la tercera tengan desarrollos demasiado largos para una carretera de montaña.
En el primer trayecto entre Barcelona y Andorra, en el que crucé dos veces el Puerto de Envalira de 2.408 metros de altitud, el consumo real quedó en 6,7 l/100 km. Una cifra bastante superior a los 3,7 l/100 km que homologa como consumo medio. Bien es cierto que todos los desplazamientos fueron con carga y en carretera de alta montaña. En el trayecto de Andorra a Barcelona la media quedó en 3,9 l/100 km.
La segunda fase del viaje me llevó a Rascafría, en la sierra madrileña. Acumulando gran número de kilómetros en carreteras de montaña y núcleo urbano el consumo medio quedó bastante próximo al del registro anterior con 6,6 l/100 km. Tanto en núcleo urbano como en carretera secundaria apurando las marchas el consumo medio nunca superó los 7 l/100 km de media.
En el trayecto de Segovia a Barcelona logré 4,6 l/100 km, una cifra realmente baja si tenemos en cuenta que la temperatura exterior superaba los 35° C. El ordenador indicó 4,3 l/100 km, mostrando un desfase de sólo 0,3 l/100 km.
Los faros de xenón dobles que suponen un sobre coste de 1.050 euros aportan una buena iluminación a la hora de circular de noche. Es una lástima que no exista la opción de poder montar faros de LED, una tecnología muy superior al xenón.
El nivel de aislamiento acústico del habitáculo es bastante bueno para tratarse de un coche de una marca generalista. Tanto el ruido derivado del viento como el del propio motor apenas llegan a ser percibidos por los ocupantes.
La suspensión específica del Greenline, con una altura al suelo rebajada en 15 mm, confía en unos muelles más cortos y duros que los que equipa un Superb normal. Esto se traduce en una mayor estabilidad en curva pero a la vez el nivel de filtrado en una carretera con firme en mal estado es peor.
La reducida altura de la carrocería, si la comparamos con la de un SUV, aporta una gran estabilidad y una mejor aerodinámica. Al mismo tiempo esta configuración hace que los balanceos de la misma sean mínimos y que por tanto sea muy, pero que muy difícil de que nadie se nos maree.
A la hora de aparcar en la calle merece la pena ir con cuidado dado que el parachoques delantero queda muy bajo y suele rozar contra la acera dada la baja altura libre de la carrocería. Tampoco es tan, tan bajo, ya que se puede circular por caminos no asfaltados en buen estado con total seguridad.
La siguiente etapa me llevó a las Islas Baleares. Para embarcar en el ferry rumbo a Palma de Mallorca fueron de gran ayuda los sensores de aparcamiento (310 euros) y la cámara de marcha atrás (370 euros). Maniobrar sin ellos entre los camiones repartidos en la bodega del barco no habría sido tan sencillo.
Como dato curioso, en las zonas rurales el sistema de navegación tiende a programar rutas a través de caminos asfaltados entre campos. En todas las ocasiones había carreteras secundarias en mejor estado a escasos metros de distancia de la posición del vehículo y en ningún caso las contempló.
En carretera secundaria sorprende lo noble y estable que llega a ser. Además de ser confortable ofrece un cierto grado de dinamismo. Si te gusta conducir puedes incluso llegar a pasarlo bien al volante del Superb Greenline.
La última etapa del viaje de 2.073 kilómetros fue entre Barcelona y Almería con una media real de 4,6 l/100 km. Las temperaturas en la costa almeriense fueron próximas a los 40° C con lo que aquí el climatizador también lo dio todo.
La pintura de color blanco es todo un acierto para un país con una climatología como la nuestra. Claro que la tapicería de cuero negro se calienta cuando lo dejas al sol pero mucho menos que si su carrocería fuese de color rojo o negro.
En resumidas cuentas
El precio de tarifa del Superb Greenline es de 28.940 euros y si le sumamos los extras que equipaba nuestra unidad de pruebas queda en 40.570 euros. Una vez aplicados los descuentos vigentes de la marca la cifra se reduce a 34.940 euros.
¿Me lo compraría? Sí, en el supuesto que a lo largo del año realizara muchos kilómetros con él. De este modo aprovecharía su bajísimo consumo. Tanto la habitabilidad interior como la capacidad de carga y su confort de marcha hacen que sea una de las mejores berlinas del mercado.
El diésel, por mucho turbo y 180CV que tenga no es para correr ni para grandes aceleraciones. Es más, conozco MUCHOS turbos hechos papilla por la fea costumbre de la peña de comprar un diésel de 180CV para consumir poco y querer llevarlo como un Fórmula 1. Cualquier gasolina es 20 veces más fiable en situaciones de mal trato acelerar, decelerar, pie a fondo y subir de vueltas hasta 6-7 mil RPM de manera más o menos constante (en el corte de inyección ó cerca). El que habla de los diésel para competir no tiene ni idea de lo que es un motor de ciclo diésel (por muchos CV que tenga) ni tampoco sabe que el diésel es aceite de gasolina, es decir, un derivado malo de la gasolina, de mucha peor calidad calorífica como combustible.
#133 Pues poseo un suzuki Grand vitara de hace 8 años diesel (1.9 DCI de origen Renault) al que exprimo según haga falta, sobre todo en adelantamientos, y por cierto con las marchas muy cortas, a 120 Km/h va a 3000 Rpm en 5ª y no me ha tosido jamás ni se ha estropeado. Eso si, el mantenimiento en condiciones y nunca lo paso de 4000 Rpm.