Lógico todocamino
Las cualidades del SUV coreano, unidas a las mejoras de equipamiento introducidas recientemente por SsangYong en materia de ayudas a la conducción, lo convierten en una alternativa más que interesante. A un habitáculo generoso para los ocupantes se suma un ambicioso equipamiento y una combinación mecánica que, en el caso de esta unidad, aúna la eficiencia del motor turbodiésel de 115 CV con la comodidad de la conducción de la transmisión automática. No hay que pasar por alto su dinámica, dotada de un compromiso con el que logra unos resultados satisfactorios tanto por ciudad como por carreteras de curvas y grandes rectas.
El precio es otra de sus grandes ventajas pues, en esta versión superior Limited el importe es de 23.790 euros, que se pueden quedar en 20.790 euros gracias a los descuentos promocionales y de financiación que ofrece actualmente la marca. Dado que el segmento de los SUV compactos ha crecido como la espuma en los últimos tiempos, entre los múltiples rivales del Tivoli se encuentran modelos como el Dacia Duster, Suzuki Vitara, el Ford EcoSport, el Renault Captur, el Nissan Juke o el Opel Mokka, entre otros.
“Look” original
En su nueva hornada de modelos, la estética ha sido uno de los puntos en los que SsangYong ha buscado una mayor distancia con el pasado. Por eso, la marca coreana ha desarrollado un nuevo lenguaje de diseño en el que también se ha integrado el nuevo XLV. El Tivoli cuenta con un aspecto fresco y desenfadado, con un toque original que lo diferencia de la gran mayoría de sus competidores. En cuanto a proporciones, el Tivoli tiene una longitud de 4,2 metros mientras que su anchura es de 1,8 m y su altura, de 1,6 m.
El frontal está dominado por las grandes ópticas, que le restan protagonismo a la parrilla, de discreto tamaño. En cualquier caso, el vehículo dispone de un morro contundente y, sobre todo, con rasgos específicos que lo hacen bastante reconocible desde la distancia. Al observar el automóvil de forma lateral se aprecian unas formas con una clara tendencia cuadrangular y nervaduras que acentúan su carácter. Los pasos de rueda sobredimensionados se encargan de reforzar su enérgica imagen.
La parte trasera del coche se caracteriza por las importantes dimensiones del portón del maletero, todo lo contrario de lo que sucede con la luneta. Se agradecería algo más de superficie acristalada en esta zona posterior del coche para mejorar la visibilidad trasera durante la conducción. En la unidad probada, la combinación opcional bicolor de la carrocería es la denominada Flaming Red (390 euros), que asocia obligatoriamente el color rojo con el negro del techo.
Habitáculo muy bien aprovechado
Al acceder al interior lo primero que se percibe es la amplitud que ofrece. El puesto de conducción se distingue por el confort del asiento, no solo por el mullido sino también por una encomiable sujeción lateral del torso en todo momento. El diseño del tablero es más bien sobrio pero, por otra parte, éste cumple con las expectativas en materia de ergonomía pues, salvo algunas excepciones, el uso de los mandos es sencillo y accesible.
Y es que ubicación de los mandos del ordenador de a bordo es mejorable, pues éstos se encuentran en la columna central, más alejados de las manos del conductor de lo que suele ser habitual. La calidad de acabados del interior es correcta, con consistentes ajustes de paneles, pero hubiera sido preferible no abusar tanto de plásticos duros.
Al igual que sucede en las plazas delanteras, la amplitud también es una de las virtudes de la zona posterior. Dos adultos pueden viajar de forma muy cómoda, con un notable espacio para las rodillas y una altura al techo más que considerable. Por su parte, a diferencia de lo que suele ser habitual en muchos modelos del segmento, la plaza central es muy aprovechable en cuestión de espacio si bien no llega a ser tan confortable como las laterales por cuestión de la firmeza del respaldo en esta zona.
A la hora de alojar el equipaje, el Tivoli brinda un maletero de buena capacidad, con 423 litros que pueden convertirse en 1.115 si se abaten los respaldos posteriores. Para sacarle aún más partido no estarían nada mal unas formas más regulares. Entre la reciente ampliación de equipamiento que recibió el modelo hay que señalar, sobre todo, los inmensos avances en materia de asistencias a la conducción con la llegada del sistema denominado SASS (Seguridad Activa SsangYong), que viene de serie en este acabado Limited (el más equipado).
Algunas de estas ayudas son el aviso de riesgo de colisión frontal, el sistema de frenado de emergencia autónomo, la advertencia de salida de carril, el sistema de permanencia en el carril o el sistema de reconocimiento de señales de tráfico. Todo ello se suma al resto del completísimo equipamiento de serie que incluye airbags frontales, laterales y de cortina, ayuda de arranque en pendiente, controles de estabilidad y tracción, volante multifunción, cámara de visión trasera, seis altavoces, sensores de luces y lluvia, sistema de infoentretenimiento con pantalla táctil de 8 pulgadas, navegador, doble entrada USB, climatizador automático bi-zona, control de velocidad de crucero y llantas de aleación de 18”.
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Turbodiésel en clave eficiente
La gama mecánica de este SUV se compone de dos únicas alternativas, la 1.6 de gasolina de 128 CV (también disponible en variante GLP) y la 1.6 diésel de 115 CV. Para esta prueba el escogido ha sido la segunda opción, dotada de un propulsor de cuatro cilindros que, pese a su contenida potencia, tiene una buena conducta. Para empezar, cabe señalar que proporciona una respuesta bastante satisfactoria gracias a su buena entrega de par motor máximo, que es de 300 Nm entre 1.500 y 2.500 rpm. No le falta fuerza en la zona baja del cuentarrevoluciones y se estira bien, demostrando un buen nivel general de elasticidad.
En cualquier caso, hay que ser consciente de que no se trata de un motor pensado para luchar contra el cronómetro sino más bien para practicar una conducción tranquila centrada, sobre todo, en el ahorro de combustible. Y es que homologa un consumo medio de 5,5 litros cada 100 km y unas emisiones de CO2 de 146 g/km. La cifra registrada una vez finalizada la prueba no fue tan ambiciosa, ya que fue de 6,9 litros, teniendo en cuenta que el recorrido combinó ciudad con autopista, carretera de montaña y pistas en buen estado.
Asociada al propulsor turbodiésel se encuentra en esta unidad una caja de cambios automática de convertidor de par de seis velocidades (no disponible con motor de gasolina). Se caracteriza principalmente por el confort que proporciona y por su suavidad de funcionamiento, aunque en lo que respecta a velocidad de cambio no está entre las más rápidas de la categoría. Desde un pequeño botón situado en la zona izquierda de la empuñadura de la palanca (ubicación muy poco habitual) se puede hacer uso del modo secuencial del cambio.
Esta transmisión incluye un programa de tres modos de funcionamiento. El coche siempre arranca en Eco Mode, que prioriza la eficiencia, mientras que después es posible elegir también entre Winter Mode, diseñado para una salida más eficaz en firmes deslizantes, y Power Mode, que cambia de marcha a revoluciones más altas para lograr así el mejor rendimiento posible.
A la europea
En lo que respecta al aspecto dinámico del vehículo, los ingenieros del fabricante coreano han concebido un conjunto orientado a complacer los gustos europeos. O lo que es lo mismo, conjugar un importante confort de marcha con un grado de estabilidad muy superior al que nos tenía acostumbrados la marca en modelos anteriores. Ello se ha conseguido, en parte, con un tarado de suspensión caracterizado por una mayor firmeza que, unido a la eficacia del chasis, da lugar a un bajo nivel de balanceos de la carrocería al conducir por carreteras reviradas.
Todo ello genera una conducta más noble en los apoyos. No hay que pasar por alto su importante comodidad y aplomo por autopista, lo que se agradece cuando se realizan viajes de varias horas por este tipo de vías. Por su parte, la dirección tiene una conducta bastante directa y permite variar su dureza entre los modos Sport, Normal o Confort a través de un mando situado en la columna central. En los dos últimos, el grado de asistencia es mucho más evidente mientras que el modo Sport ofrece una mayor información sobre el firme por el que conducimos.
El Tivoli también puede explotar su talante todocamino al dejar a un lado el asfalto. Su altura libre hace posible realizar alguna que otra sencilla excursión pero sus posibilidades no van más allá de pistas convencionales, sobre todo en esta variante 4x2. Quienes tengan pensado darle un uso habitual algo más campero, siempre teniendo en cuenta que no se trata de un todoterreno, esta combinación mecánica permite optar por el sistema de tracción a las cuatro ruedas.
Conclusión
En definitiva, la versión probada del Tivoli es una alternativa que cumplirá las expectativas de los conductores que busquen un modelo asequible, de estética original, con un habitáculo espacioso y un equipamiento realmente amplio. Y todo ello además con una combinación mecánica que prima, por encima de todo, la comodidad que proporciona el cambio automático y el ahorro de combustible del propulsor turbodiésel.
Estuve mirando el Captur, y no me desagradó, pero me parecía Low Cost... No sé, hay otros modelos, el Mokka, el 500 X, el Juke, etc, que no me dan esa sensación. Aunque no daría 18 mil por el Captur, por este Ssang Yong ... dar 20 mil es un poco retorcido, porque hay marcas europeas que afinan sus modelos hasta el mínimo detalle, y sobre todo los SUV compactos. Seguro que da buena imagen cuando está nuevo, pero los que seguimos los coches, no vemos igual un coche europeo que un coreano. Aunque evidentemente los asiáticos hacen coches mucho mejores hoy que no hace 15 años.